Venciendo la apatía. Manual para la organización obrera en los centros de trabajo

Venciéndo la apatía es la versión en castellano del curso on-line de Labor Notes. Beating Apathy, a su vez, es un resumen del manual Secrets of a Successful Organizer (Labor Notes, 2016), de Alexandra Bradbury, Mark Brenner y Jane Slaughter.
La traducción al castellano se puede descargar aquí. A continuación se reproduce un extracto de la Lección 7, la descripción de un centro de trabajo donde los trabajadores están bien organizados.

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DESCRIPCIÓN DE UN CENTRO DE TRABAJO BIEN ORGANIZADO

Las líderes del sindicato de enfermeras redactaron esta lista para ilustrar su concepción de un centro de trabajo ideal, bien organizado:

El sindicato es visible cotidianamente en el centro de trabajo, tanto para los afiliados como para la dirección.

1. Los delegados o los voluntarios del sindicato se pasean regularmente por el centro y se relacionan con todos los afiliados, no sólo con los líderes elegidos.
2. Hay un delegado o un voluntario en cada turno, en cada departamento. La lista está escrita y se actualiza regularmente, además está disponible para todo el mundo.
3. Las asambleas de afiliados se convocan regularmente y participa bastante gente.
4. Un representante del sindicato está presente cuando llega un nuevo trabajador.
5. Existe una comunicación regular mediante boletines, panfletos, tablones de anuncios actualizados y una red entre afiliados.

Defendemos nuestras condiciones y hacemos cumplir el convenio.

6. Los afiliados se movilizan y emplean la acción colectiva para resolver los problemas cotidianos. Redactar informes y quejas no es nuestro principal medio de defensa.
7. Los convenios están al alcance de todos y se distribuyen rápidamente, tanto digitalmente como en papel.
8. Los delegados están preparados y tienen la fuerza suficiente como para resolver cuestiones de bajo nivel, incluyendo la redacción de quejas.
9. La dirección no actúa unilateralmente o de manera abusiva, porque sabe que tendrá respuesta.

El sindicato pertenece a los afiliados

10. Los afiliados saben que su sindicato es fuerte y que puede resolver problemas.
11. Mediante los delegados, los afiliados tienen acceso inmediato a los recursos que permiten solucionar sus problemas, sin que sea necesario llamar a ningún representante sindical de mayor jerarquía.
12. Los afiliados participan en los programas y campañas que organiza el sindicato de manera más general.
13. Los afiliados están contentos de estar en el sindicato. Suelen acudir a las actividades sociales.

 

Simone Weil: experiencia de la vida de fábrica

«…desear la verdad es desear un contacto directo con la realidad».
Tras graduarse como catedrática de filosofía en la Escuela Normal Superior de París, Simone Weil (1909-1943) solicita un puesto de profesora en un liceo de una ciudad obrera para el curso 1931-1932, y es destinada al instituto de Le Puy, donde participa activamente en la vida sindical. Hacia esta época entra en contacto con los militantes que publican las revistas La Révolution prolétarienne (fundada por Pierre Monatte en 1925) y La Critique sociale (dirigida por Boris Souvarine). En verano de 1934 solicita una excedencia al ministerio para «preparar una tesis de filosofía sobre la relación de la técnica moderna, base de la gran industria, con los aspectos generales de nuestra civilización, es decir, por una parte nuestra organización social, por otra nuestra cultura». Entre diciembre de 1934 y agosto de 1935 trabaja en diversas fábricas, experiencia que se recoge en la recopilación de ensayos y escritos titulada La condición obrera, donde se incluye la carta a Albertine Thévenon, fechada a finales de 1935, que se reproduce aquí.

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Estudio económico Capital-Trabajo

Introducción al Estudio económico (Capital /Trabajo) 

El denominado Estudio económico (Capital/Trabajo) que aquí se presenta encaja bien en la definición de “texto de combate”, pese a su temática. Sencillo, directo y conciso; ajeno a la fingida solemnidad o la faramalla pomposa que tan habitual resulta en otros contenidos categorizados bajo la misma etiqueta. Antes al contrario, este Estudio económico tiene también algo de notas de trabajo, de borrador inacabado o redactado a vuelapluma con la premura y urgencia que imponen unos acontecimientos cambiantes y una participación activa en el decurso de los mismos. Nada urge más a la reflexión que la praxis consciente. La paradoja que encierran los grandes momentos de la lucha proletaria es que los textos por ella engendrados envejecen velozmente; casi sin haber nacido, se vuelven caducos. Su carácter efímero es sólo comparable al de la completa ignorancia en la que viven sumidos durante los tumultos. Sólo cuando estos quedan relegados a los anales y anaqueles de la historia, ganan algo de reconocimiento y son objeto de estudio. Esto es lo que verdaderamente define a un texto de combate, a un escrito que responde a las necesidades de la concomitancia histórica y que, partiendo de las experiencias y enseñanzas previas, ofrece una propuesta de acción para dar cuenta de los retos y dificultades que determinan diacrónicamente su emergencia. Será entonces, pues, cuando resulten analizados, debatidos, consagrados o vituperados; testimonios escritudiarios de las mismas potencialidades, limitaciones y contradicciones del proceso revolucionario que los engendró, la pérdida de su sentido histórico inmediato es su verdadera prueba de fuego. En tal caso, corresponde a esta introducción enjuiciar si el Estudio económico del grupo MIL-GAC ha superado el corte, si las lecciones en él contenido sirven a los trabajadores de la actualidad para aprender de los tiempos pasados y enfrentar los desafíos del porvenir en mejores condiciones.

Este Estudio económico (Capital/Trabajo) constituye uno de tantos esfuerzos de clarificación teórico-política que se produjeron entre organizaciones más o menos capaces de apropiarse de los intereses inmediatos e históricos del proletariado durante el periodo histórico que va desde finales de los años sesenta hasta mediados de los setenta, aproximadamente una década en la que se multiplicaron los focos de insurrección obrera por todo el mundo, sin poca coordinación entre ellos, ciertamente, pero con una amplitud y potencia como no se habían conocido desde el periodo de entreguerras. Las profundas transformaciones de la técnica productiva y la subsiguiente emergencia de nuevos sectores económicos de empleo intensivo de mano de obra superflua en otras áreas, la incorporación al mercado laboral de una nueva generación de jóvenes trabajadores que no cargaban en sus espaldas el peso ideológico de la contrarrevolución, y la pérdida casi absoluta de la legitimidad entre la masa obrera de las organizaciones políticas y sindicales con fuerte arraigo en ella, conformaron un polvorín que prendió cuando los estertores de los años de bonanza posteriores a la reconstrucción vinieron a agravar la ya de por sí precaria situación económica a nivel mundial. El impacto global del incremento súbito y generalizado de los precios del petróleo fue posible en virtud de los desequilibrios estructurales que se habían gestado durante los años previos, entre ellos, la fuerte dependencia de una gran industria de transformación progresivamente menos rentable y que expulsaba de su seno a una ingente cantidad de mano de obra. Antes incluso de que los países productores de petróleo decidieran boicotear a Israel y aliados en la guerra de Yon Kippur con un alza generalizada de los precios de tan trascendental materia prima, el desempleo masivo cundía a sus anchas por las principales economías mundiales. Por tanto, como en tantas otras ocasiones, las luchas por mejoras laborales terminaron acompasándose con los conflictos derivados de los sucesivos despidos y los cierres de empresas[1], un semillero de conflictividad a escala planetaria al que el Estado español no resultó ajeno.Continue Reading