A finales de julio de 1914 estalló la Gran Guerra, luego conocida como Primera Guerra Mundial y para nosotros la primera gran masacre imperialista, que se prolongó hasta 1918. El saldo del conflicto se estima en 20 millones de muertos, otros tantos heridos y varios millones de desplazados y refugiados, además de la destrucción de un volumen ingente de fuerzas productivas.
Aunque los partidos socialistas de Europa adheridos a la II Internacional ya habían vislumbrado la posibilidad de que estallara el conflicto bélico y habían adoptado resoluciones en contra de la guerra en los congresos de Stuttgart (1907), Copenhague (1910) y Basilea (1912), llegando incluso a aprobar la organización de la huelga general en caso de que se iniciara, en 1914 todas estas resoluciones se quedaron en papel mojado. Los partidos socialistas votaron los créditos de guerra en los respectivos parlamentos, uniéndose así a los gobiernos burgueses, traicionando al proletariado y pasando al otro lado de la barricada para siempre. El viejo internacionalismo proletario sucumbió en 1914 a manos del nacionalismo, y fueron muy pocos los socialistas que mantuvieron en alto su bandera: Rosa Luxemburg y Karl Liebknecht en Alemania, Jean Jaurès en Francia (que fue asesinado 3 días después de iniciarse la guerra), Amadeo Bordiga en Italia, los bolcheviques liderados por Lenin en Rusia. En el movimiento anarquista, la guerra provocó una ruptura semejante.Continue Reading