Antonio Badía Matamala y Solidaridad Obrera (1907-1909)

Antonio Badía Matamala, dependiente de comercio y socialista de Barcelona. Fue uno de los dirigentes más importantes del socialismo catalán de la primera década de siglo. En 1903 presidía la Asociación de Dependencia Mercantil de Barcelona, en representación de la cual, además de la de la Asociación de Auxiliares de Farmacia, va a asistir en febrero de 1904 al II Congreso de la Federación Nacional de Dependientes del Comercio, celebrado en Zaragoza. En septiembre de 1905 tiene una destacada participación en el III Congreso de la mencionada federación, celebrado en Madrid. Dirigente de la Federación Socialista Catalana, fue uno de los impulsores de Solidaridad Obrera. El 7 de junio de 1907 preside la reunión celebrada en Barcelona encaminada a su constitución, en representación de la Asociación de Dependencia Mercantil, en cuyos locales se reúne además dicha asamblea. En la misma sede de la Asociación se llevan a cabo otras reuniones el 13 de junio (se crea una comisión organizadora que incluye a Badía Matamala), el 4 de julio (se decide imprimir un manifiesto a los trabajadores) y el 3 de agosto (se aprueban las bases de Solidaridad Obrera y se elige a un consejo directivo). En declaraciones a La Publicidad, del día 30 de julio de 1907, Matamala expone los objetivos societarios de la nueva entidad y al mismo tiempo expresa el propósito de Solidaridad de refundar todas las escuelas sostenidas por sociedades obreras. Formó parte del consejo directivo de Solidaridad Obrera, ocupando la secretaría de la comisión administrativa y de fomento, y fue el administrador del semanario del mismo nombre que se empezó a publicar el 19 de octubre de 1907. Participó activamente en el I Congreso de Solidaridad Obrera que se celebró en septiembre de 1908, integrando la comisión que informó sobre el punto del orden del día referido a la táctica de lucha en caso de huelga, e intervino en la mayor parte de discusiones. Fue relegido, sucesivamente, como tesorero y miembro del consejo directivo de Solidaridad Obrera, en diciembre de 1908 y en abril de 1909. Cuando los lerrouxistas tratan de apoderarse de Solidaridad Obrera, a partir de finales de 1908, va a impulsar la campaña de boicot contra El Progreso, lanzada por Solidaridad Obrera, que le valió como réplica una campaña de calumnias por parte de los radicales. El Partido Republicano Radical le acusó de ser un confidente de lujo del gobernador civil de Barcelona, Ossorio y Gallardo. Colaborador de Tierra y Libertad, fue redactor de La Internacional, el órgano de la Federación Catalana del PSOE, que se empezó a publicar en octubre de 1908. Durante la Semana Trágica barcelonesa de julio de 1909, realiza gestiones junto a Fabra Rivas y José Comaposada para que los republicanos nacionalistas, sobre todo Jaime Carner, aceptasen dirigir la revuelta popular. Desvinculado luego de Solidaridad Obrera, no asiste al Congreso de octubre-noviembre de 1910, donde la federación adquiere carácter nacional constituyéndose en la CNT, y su presencia política se va eclipsando completamente tras la Semana Trágica.

Se reproducen a continuación algunos artículos o textos de Antonio Badía Matamala en las páginas de Solidaridad Obrera entre 1907 y 1909 y la mencionada entrevista publicada en La Publicidad.

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LA SOLIDARIDAD OBRERA. HABLANDO CON UNO DE SUS INICIADORES

La Publicidad, 30 de julio de 1907.

A consecuencia del resultado estéril y doloroso de una huelga por la que se decidieron sin contar con medio alguno de resistencia, acababan de ingresar en el partido socialista los obreros descargadores del puerto de una importante población industrial de Alemania. La lección había sido dura. Acosados por el hambre habían tenido que capitular aceptando cuantas condiciones se les impusieron. Se imponía, pues, la revancha. Germinaban en los cerebros, sobrados de entusiasmo, como faltos de inteligencia, iniciativas múltiples. Lo que no habían hecho en años y años de trabajo querían realizarlo en un momento.

Para festejar el ingreso oficial en el partido socialista y la  constitución de la entidad obrera que debía agrupar a todos los vencidos, habíase invitado a Bebel. Este aceptó la invitación y los obreros tuvieron que agradecerle la visita en términos patéticos, por la emoción y el entusiasmo que les dominaba, pues pudieron recoger de sus labios consejos y enseñanzas que pusieron freno a sus fantasmagorías, induciéndoles a la reflexión.

A los planes utópicos de los obreros, opuso Babel paternalmente su conocimiento de la realidad, replicándoles: «Observáis sólo el hecho consumado y al pensar en él, no reflexionáis en el periodo de gestación que lo ha elaborado, sino que os dejáis dominar por sus resultados diputando de fácil realización lo que costó desgaste de muchas energías y quizá muchos dolores. Ante la potencia de muchas agrupaciones socialistas y la expansión esplendida de sus energías la luz os ciega y no veis la realidad.

No por exceso de entusiasmo iréis más deprisa hacia la liberación económica. Subid la cuesta lentamente, asentad bien los pies. Que en el comienzo un propósito determinado os aliente y tened por seguro que cuando lo hayáis conseguido iréis obteniendo todas aquellas mejoras que una labor de precipitación no podría en manera alguna determinar. Y esto sucede porque cuando una iniciativa de la colectividad se hace fecunda, surgen otras iniciativas por impulso espontáneo de actividad.»

No es nuestro propósito deducir de estas sencillas y nobles manifestaciones de Bebel consecuencia alguna que imprima a esta información tendencia contraria al propósito que nos ha guiado el llevarla a cabo. Pero séanos permitido apuntar al hecho que a nuestro entender es base de iniciativas colectivas, no surgidas hasta estos momentos de activa acción social.

Podrá negarlo el apasionamiento sectario, pero es lo cierto que el movimiento de Solidaridad Catalana ha creado ambiente propicio para la germinación de iniciativas de liberación, en lugar de constreñirlas o  atajarlas en su desarrollo como se pretende. Es consecuencia del levantamiento del pueblo, la actuación directa que en la vida social se va determinando en muchos que aguardaban estacionados este momento y de ahí que la Solidaridad Obrera resuma como aspiración común las ansias de cuantos por su carácter han de actuar en campos apartados de toda convivencia política, a fin de que en ningún momento pueda desnaturalizarse la finalidad de su labor.

De las causas que han determinado la realización de Solidaridad Obrera, de sus propósitos y planes, va a hablarnos uno de sus iniciadores, el presidente de la Asociación de la Dependencia Mercantil Sr. Badía Matamala.

Antecedentes de la desorganización obrera

Nuestro interlocutor es hombre joven, de aspecto aburguesado. Bajo una aparente máscara de inactividad, oculta una voluntad firmísima que le impulsa a imprimir nerviosidad de realización a cuanto se relaciona con los deberes inherentes a su cargo. Os habla reposadamente, como si a cada una de las palabras que fluyen de sus labios, precediera un examen maduro. El verbo es meridional, pero el espíritu es catalán, ribeteado de inglesismo. Habla en el deshilar de la conversación de bloks sociales que al igual de los políticos determinan labor reformista y el oportunismo es en sus labios táctica de practicismo supremo. Alguna vez la frase estereotipada asoma por entre las palabras reflexivas. Es el espíritu del año 50 que aún no se ha desarraigado y vela la sinceridad del que hablando naturalmente, siente en sí el orador y el chispeo de la palabra brillante leída o recogida determina la evocación.

En jardín de patio soleado nos hemos sentado junto a un velador. Los codos apoyados sobre él. Badía Matamala ha desarrollado el plan que nosotros le hemos dado a conocer de antemano en estos términos:

«En Barcelona podrá haber gentes que guarden del ex gobernador civil Sr. González Rothwos recuerdos de afectuosidad y simpatía, pero los obreros —si posible fuera que en su ánimo persistiera la odiosidad que toda injusticia engendra— debieran recordarle siempre con odio, ya que de la gestión del Sr. Rothwos parte la desorganización obrera, realizada en términos solapados, absolutamente jesuíticos.

Nunca con mayor razón puede aplicarse el dicho popular de que no hay que fiarse de las apariencias, porque en el caso del señor Rothwos mera apariencia es toda su política de protección a la clase obrera.

Bajo la capa de un democraticismo hipócrita, el Sr. González Rothwos pretendió acabar con el estado de intensa agitación en que Barcelona se hallaba, restringiendo, aniquilando.

En lugar de dejar que la organización societaria se expansionara y que los obreros fueran acumulando el caudal de sus energías y de sus intereses por medio de una cooperación que les imprimiere fuerza y

vigor, vulnerando el espíritu de la ley de Asociaciones, se opuso a que tres o más sociedades pudieran constituirse en un mismo local, haciendo imposible de este modo la existencia legal de entidades que no podían en manera alguna, dada la crisis de trabajo que se atravesaba, existir sostenidas por sus propios recursos.

La realización dictatorial de esta medida, que en ningún precepto legal podía apoyarse, determinó de manera principalísima la muerte de muchas sociedades y la desorganización absoluta del elemento obrero, que necesita para tener fuerza y vigor en todo momento, el impulso de la cooperación.

Claro está que, paralela a esta nefasta de desorganización, de aniquilamiento de la fuerza obrera, el Sr. González Rothwos puso en práctica otra política artificiosa de atracción.

El Sr. González Rothwos dividía a los obreros en buenos y malos. Estos eran aquellos que constituidos en sociedad de resistencia mantenían latente la lucha de clases, irremediable y fatal en la actual organización social —laborando constantemente por la conquista de sus reivindicaciones. Los buenos, a los que el Sr. González Rothwos dispensaba una activa protección, eran aquellos que agrupados en los

Ateneos obreros, se hallan apartados de la lucha societaria, dedicándose sólo a uno de los fines que los otros, los que pudiéramos llamar ceñudos y hoscos, persiguen: la enseñanza. Y esta, ñoña y primitiva, sin alentar en ella ningún principio moderno de racionalismo.

Repartiendo generosamente el dinero de la higiene, logró atraerse el Sr. González Rothwos a los Ateneos obreros y a aquellos que dejándose arrastrar por las apariencias, creyeron ver en la política cultural del ex gobernador civil, una prueba patente de su afecto a los obreros y no un medio maquiavélico de gobernante hecho de habilidades y conveniencias personales.»

Iniciadores de la Solidaridad Obrera

Tiempo ha que en el ambiente se respiraba este deseo vehemente de llevar a la práctica lo que exigencias de sentimiento y conveniencia demandaban. En el tiempo, transcurrido desde que el Sr. González Rothwos dejó el Gobierno civil hasta estos momentos en que se halla próxima la realización de nuestro propósito, las luchas políticas —hay que reconocerlo— han determinado una atenuación en los rigorismos gubernamentales y un ambiente favorable a todo lo que tienda a la conjunción de elementos sociales para los que es de imprescindible necesidad asociarse.

En toda organización obrera ha germinado esta aspiración de la Solidaridad Obrera —que no tiene carácter alguno de oposición, hágalo usted constar claramente a Solidaridad Catalana, pues no es contraria ni favorable a ésta— desde que tras pesadas luchas ha vuelto a reaccionar con marcada intensidad el espíritu societario. No puede, pues, señalarse distinción alguna de preponderancia en la iniciativa, pero no por ello —sin que entrañe la afirmación [… ilegible…] que ha cristalizado y convertido en factible la idea de que se relacionaran todas las organizaciones obreras, para integrar una potente Solidaridad, vinculada por la comunidad de sentimientos e intereses.

Al llamamiento que dirigimos la Comisión organizadora o iniciadora de Solidaridad Obrera, formada por Bruguera, en representación de los confiteros; Seguí, de los pintores; Saví, de los metalúrgicos; Sedó, de los tipógrafos, y yo en representación de la Dependencia Mercantil, respondieron las siguientes Sociedades:

Sociedad Unión de Camareros, Marmolistas, Albañiles de San Martín, Toneleros, Sindicato Musical, Asociación de Profesores racionalistas, Dependencia Mercantil, Panaderos «La Espiga», Dependientes subasta de pescado, Peluqueros El Progreso, Unión P. de Curtidores, Unión del ramo del agua, Confiteros y pasteleros, Unión Metalúrgica, Canteros y adoquineros de la región catalana, Unión del ramo de ebanistería, Pintores «La Nueva Semilla», Guarnicioneros y guarnecedores de carruajes, Basteros y constructores de correas, Sociedad de Carreteros, Cerrajeros de obras, Paragüeros y bastoneros, Albañiles de Barcelona, Auxiliares de Farmacia, Nueva sociedad de peluqueros, Artística Culinaria, Aserradores Mecánicos, Constructores de carruajes, Herradores, Arte de Imprimir, Cocheros «La Fraternal», Cerrajeros mecánicos, Impresores Litógrafos, Constructores de pianos, Encuadernadores y Rayadores, Arte Fabril, Dependientes de carbonerías, Asociación tranviaria, Unión de Matarifes, Dependientes de ultramarinos, Estampación Tipográfica.

Espíritu que la informa

Entramos en la fase embarazosa de nuestra conversación. Hecha la pregunta sentimos la necesidad de completarla en una exposición franca de recelos y suspicacias. El cronista vierte, para que la sinceridad del interviuvado se afirme y rebata o aclare toda objeción, cuanto ha podido recoger de labios de los que no sabe si ha fluido el engaño o la verdad.

Claramente responde el Sr. Badía Matamala:

«Ni directa ni indirectamente la ejecución de nuestro propósito obedece a iniciativa o intervención de elementos extraños a todo interés obrero. Si la insidia se ha insinuado no hallará razón alguna en nuestros actos para afirmarse en concreción. Por este lado toda suspicacia deberá desvanecerse.

Informa el espíritu que ha determinado la Solidaridad Obrera un interés meramente, exclusivamente, egoístamente obrero. Y digo egoístamente en el sentido de que se entienda nuestro egoísmo como un valladar que impida toda relación estrecha con elementos ajenos a nuestra condición.

Solidaridad Obrera ha tomado cuerpo desde el momento mismo en que el actual gobernador —que no se ha atrevido a seguir el ejemplo de su correligionario el Sr. González Rothwos— se ha visto obligado a afirmar el derecho a congregarse en un mismo local varias sociedades. Sin contar con esta base de cooperación de los distintos elementos del trabajo, hubiera sido quimérico pensar en la realización de toda iniciativa fecundante de Solidaridad.

No hay pues interés alguno al que se consienta un entrometimiento perjudicial. Es base de nuestra acción la homogeneidad de los elementos integrantes de la Solidaridad Obrera. Formada ésta por sociedades de resistencia exclusivamente, no tendrán en ella cabida las asociaciones obreras de carácter cooperativo, ni benéfico, ni aquellas que informa un espíritu libertario o socialista.

Y en cuanto a la preponderancia de elementos obreros, que indudablemente integrarán esta Solidaridad Obrera, se ha anulado también por completo. No hay malquerencia alguna en esto. Hay sí el deseo de que cuantos adquieran, por conformidad de las sociedades adheridas, realce en la labor de dirección que haya de realizarse, no sean obreros discutidos, a los que la actuación en la lucha social ha gastado energías y prestigios.Societariamente hablando no han adquirido personalidad alguna los que constituyen la comisión organizadora de la Solidaridad Obrera. Esta es la mejor garantía de que no se trazará a Solidaridad otra línea de conducta que aquella que determinen las sociedades adheridas. Estas gozarán en la Solidaridad de absoluta autonomía, pues a todas asistirá el derecho de recobrar su libertad de acción, adoptando o no los acuerdos tomados.»

Propósitos

Al Sr. Badía Matamala anima el convencimiento de una labor fecunda. Espera que un espíritu de ordenamiento reflexivo vaya determinando la realización de factibles iniciativas. Enumera mejoras, proyectos. «Hay mucho que hacer» –dice con deje que estimaríamos de desconfianza, sino animara en la inflexión cálida de la voz un hálito de tenacidad y ardimiento.

«Asentar, aclimatar -dice- en Barcelona cuanto constituye el programa mínimo de Solidaridad Obrera ha de ser nuestro principal y por ahora único objetivo. Después a nuestra actividad y entusiasmo no podrá limitares nunca el horizonte de la acción de Solidaridad Obrera.

Extender la acción de Solidaridad Obrera a Cataluña seria determinar en esta región un formidable movimiento societario, que haría cambiar el aspecto del problema social. Entre patronos y obreros no habría la diferencia de inferioridad lamentable en que los últimos se encuentran e injusticias y abusos que se cometen hallarían en la protesta de miles y miles de trabajadores advertencia pasivamente amenazadora que pondría a aquellas sino fin, por lo menos evidente atenuación.

El cumplimiento de la ley del descanso dominical y el logro de reformas que en dicha ley han de introducirse, será base de campañas activas, como principio de nuestra labor expansiva de proselitismo.

Ir hacia la Universidad obrera es aspiración que nos animará en todo momento para impulsar la robustez de la Solidaridad Obrera. De este modo se refundirán todas las escuelas sostenidas por las sociedades obreras y la enseñanza que subdividida adolecerá siempre de lamentables deficiencias, concentrada adquirirá opulencia de mejoramiento.

Fundar un periódico, en sus comienzos semanal, luego en cuanto los recursos lo permitan, diario, será otro de nuestro empeños.

Solidaridad Obrera subsistirá mientras siete sociedades obreras la mantengan.

En caso de disolución, los fondos que figuren en caja pasaran, previo informe de la comisión liquidadora, a la Universidad obrera, si se ha fundado, o se repartirán entre las escuelas sostenidas por las asociaciones obreras.»

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SOCIETARISMO. Los obreros mercantiles

Solidaridad Obrera, 9 de noviembre de 1907.

Al fin, hase realizado lo que parecía un sueño: la clase obrera barcelonesa y parte de la catalana en general, nos hemos constituido en formidable bloque societario, en el que cada uno hemos aportado nuestras energías y convicciones para, practicando el respeto mutuo a las ideas de cada cual, ser fuertes ante la burguesía, tanto por el número que somos, como por lo conscientes de nuestros derechos y deberes.

Para nadie es un secreto que se han pasado muchísimo tiempo los obreros divididos en doctrinarismos, de táctica y organización, llegando estas suicidas divisiones a conseguir debilitarnos de forma tal, que hemos sido juguete de la explotación burguesa; pero como decíamos anteriormente, esto que no tenía razón de ser ya ha terminado; esperamos que para jamás volver. Así en la actualidad se da el hermoso espectáculo de laborar al unísono por la común y social emancipación, obreros que sustentan ideales ácratas con aquellos otros que se hallan identificados con la táctica socialista. Ya para los últimos, no son unos chiflados ni utópicos los primeros, ni para estos éstos merecen sus antiguos enemigos en ideas, hoy sus aliados, el calificativo de adormideras ni socialeros; sin que ninguno haya abdicado de sus ideales, y conservando cada Sociedad y cada obrero de por sí la más completa auto­nomía, se tratan como hermanos, unidos al fin por los vejámenes capitalistas, y para qué estas inicuas explotaciones terminen para siempre, nos prometemos mutuamente los explotados practicar una sana doctrina de lucha oportunista que, precisamente por serlo, nos habrá de conducir indefectiblemente a la victoria en cuantas luchas por nuestra anhelada reivindicación económica-social emprendamos, que, precisa que lo digamos bien alto y con todo aquel entusiasmo de que nos hallamos poseídos, emprenderemos tantas como a ello la burguesía nos obligue.

Pues bien, compañeros: Es indispensable que ante la fuerza que ya poseemos y la unión que practicamos no exista recelo al­guno entre nosotros; nada más perjudicial que los prejuicios siempre; pero sobre todo, cuando éstos se producen entre los diversos ramos de la gran familia obrera, y como po­dría darse el caso de que nosotros, los de­pendientes, pudiésemos haber dado motivo para ello, aquí de lo que el autor de estos renglones ha creído una necesidad hoy día de declarar de una manera categórica y pú­blicamente las siguientes afirmaciones:

El dependiente ha sido considerado siem­pre por la Asociación de la Dependencia Mercantil como lo que es, como a obrero; obrero del comercio, mercantil, como quiera llamársele; pero, al fin, obrero. Como tales, los socios que han desfilado por la misma, que en diez años pasan de 3.000, y los que la integran actualmente, han practi­cado el obrerismo; han sostenido huelgas parciales para conseguir reformas para la clase, luchas en las que han salido siempre victoriosos.

Al fundar la Asociación de Resistencia, formulamos el siguiente programa reivindi­cativo: Unión, respeto a la Asociación, Des­canso dominical, Vida externa: Limitación de horas de trabajo y Salario mínimo.

Sin extendernos en el presente artículo a detallar nuestras luchas, victorias, víctimas habidas, ni el cómo ni el porqué de haber fundado la Federación nacional de la clase y el pertenecer a la Internacional, como tampoco lo que nos ha costado el fundar un restaurante para dependientes y demás obre­ros asociados, sección de mutualismo y el haber asociado a la compañera de trabajo, por no dar demasiada extensión a estas mal trazadas líneas, sin todo esto detallar, repeti­mos, afirmamos nuestra absoluta y suprema personalidad obrera.

Y así lo hacemos porque no ignoramos que existen dependientes que se desdeñan de ser llamados obreros, es más: que niegan que lo sean y tratan a sus hermanos los llama­dos manuales con cierto desvío, incalificable actitud que podría haber ya ocasionado algún prejuicio contra los obreros mercantiles, cosa que conviene para bien de todos evitar.

Sépanlo de una vez aquellos de nuestros compañeros que por apariencias nos hayan mal juzgado; los dependientes asociados en la entidad que únicamente puede represen­tarles, se declaran ahora y siempre obreros mercantiles, en ellos han encontrado siem­pre (en los asociados), y siempre así los hallarán, a los verdaderos camaradas que si bien ataviados forzosamente con burguesa indumentaria, debajo de la misma late el corazón de un explotado, y si aún hubiera alguno que dudase de lo indudable, no pierda de vista que con orgullo convivimos el local social con la Solidaridad Obrera, a la cual pertenecemos, y con otras muchas sociedades hermanas, que han acudido a nuestro llamamiento, para ir laborando ha­cia la formación del Centro Obrero.

En nombre de los de su clase os saluda a todos.

 A. Badía Matamala.

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DEL PERIÓDICO

Solidaridad Obrera, 14 de marzo de 1908.

Consecuente siempre en mi manera de ser y cumpliendo con los dictados de mi conciencia, voy a indicar aquí mi particular opinión sobre el tema que encabezan estos renglones, tema que, por haberse tratado ya varias veces, creo indispensable tratar­lo de nuevo para evitar tomen cuerpo cier­tas especies lanzadas en contra del mismo.

Al tratar del periódico, lo primero que se me ocurre dilucidar es la siguiente pre­gunta: ¿Cumple nuestro órgano en la pren­sa con la finalidad que le está encomen­dada?

Ante todo declaro que soy el que menos intervengo en la redacción del mismo, pues aun cuándo me honro en pertenecer al Con­sejo Directivo de la Solidaridad, en el re­parto del trabajo que sobre el mismo pesa, corresponde el de dirigir el periódico a otro compañero.

Y hecha la anterior salvedad, declaro que, a mi entender, el periódico no se ha apartado ni un ápice de lo que debe ser su gestión, que creo ha de ser la siguiente:

Siendo la Federación de que es órgano en la prensa esencialmente sindicalista y obrera, claro está que estos extremos han de ser el eje que sostenga y a la vez res­plandezca en el mismo; si no perdemos de vista que el credo de nuestro organismo es el respeto mutuo a los ideales y procedi­mientos a adoptar en la lucha contra el capital, y que si bien todos unidos trabajamos societariamente para la consecución de un mismo fin, todas las entidades conservan su particular autonomía, no está menos claro que en el periódico han de reflejarse forzosamente estos extremos y, por lo tanto, que son perfectamente publicables aquellos trabajos societarios que lo fíen todo o en parte a los beneficios que las le­yes han de reportar, al lado de aquellos otros que para nada en las leyes crean y de los que, como yo, creen que los extremos consignados en las leyes de carácter social deben obligarse a que se cumplan, porque de ello consíguese adquirir fuerza para ir pidiendo más de lo conseguido, y de fraca­sar en tal propósito, se crean con más ra­pidez conciencias rebeldes que, desengañadas en absoluto de los gobernantes, lo fían ya todo únicamente a su propio esfuerzo.

Creo inútil el afirmar que tiene cabida también en el periódico todo trabajo que tienda a divulgar cualquiera de los ramos del saber humano, para así ir preparando a la clase para asimilarse con mayor facilidad la enseñanza racionalista, y por último, creo que también puede afirmarse desde las columnas del mismo, y sin que sea para nadie ofensa, que el obrero como tal debe gas­tar sus energías en el seno de sus respectivos sindicatos obreros, sin perjuicio de que como ciudadanos sientan y participen en un ideal político, aquellos que en la política (entendiendo esta palabra por conquista del poder, de gobernar a la nación o intervenir en el mismo) crean.

Estas afirmaciones, dichas con honradez y sin atacar partido ni personalidad determinada, pueden ser dichas en nuestro pe­riódico, ya que al decirlas no se hace política y sí únicamente se exterioriza la ma­nera de pensar de aquella parte de los obre­ros que no creen en política alguna ni en las leyes por la misma confeccionadas, parte de la clase obrera que, como ya hemos dicho anteriormente, es parte integrante de nues­tra querida Solidaridad Obrera, que tie­ne por órgano en la prensa el periódico de ­que me ocupo.

Ahora bien: en la lucha que entre sí vie­nen sosteniendo los distintos partidos polí­ticos que en Barcelona se disputan la su­premacía, todos, absolutamente todos, incluso aquel que acaudilla el socialista (!) cardenal Casañas, practican una política de atracción obrera, enseñando en sus programas un sin fin de reivindicaciones sociales, que no quiero perder el tiempo siquiera en discutir, y estando al tanto de lo afirmado, no quiero terminar este trabajo sin decirles a mis compañeros: ¿No cabe en lo posible que, con el fin de que la política se introduzca en nuestro organismo y, naturalmente, lo divida, se procure por parte de al­guien interesado en conseguirlo, que en nuestras asambleas, so pretexto de combatir que el periódico haga política, se incurra en este mal?

Por si acaso, os doy la voz de alerta para ­que tal cosa no suceda, pues con que todos hagamos el vacío alrededor de quien tal cosa intente, quedarán desvirtuados tales antisocietarios manejos.

Por lo demás, afirmo que el periódico cumple como bueno, pues si así no fuera, la clase en peso, no una ni dos entidades, habría protestado, y habría cumplido como buena, como cumple ahora concediéndole su superior aprobación.

Que continúe, pues, cumpliendo cada uno con su deber, os desea en bien de todos

A. Badía Matamala.

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EL DESCANSO DOMINICAL

Solidaridad Obrera, 5 de junio de 1908.

Otra vez me consta que la popular Unión Gremial vuelve a las andadas de intentar falsear la ley del Descanso; por lo visto de nada le ha servido el ejemplo de acatamiento a lo legislado que viene dando el verda­dero comercio e industria de Barcelona, ni los revolcones sufridos en todos cuantos in­tentos de pasteleos han provocado cerca de todos los gobernadores civiles y alcaldes que han actuado en ésta desde la promul­gación de la ley, y por si esto era poco, su fenomenal fracaso en el reciente viaje a Madrid para conseguir del ministro de la Gobernación lo que no pudieron de las au­toridades locales.

En efecto; parece que esta vez, y ante la perspectiva del cambio de alcalde, se pre­para ya con su cuquería acostumbrada para intentar de nuevo mejor fortuna, y al efec­to ha presentado una demanda a la Junta local de Reformas Sociales en el sentido de poder verificar un contrato con sus depen­dientes modificando la ley en provecho del capital; ¿cómo se comprende? Creo no es­tará de más la siguiente advertencia a los vocales que dicen representar en el seno de la susodicha institución a la clase obrera.

Para poder verificar pactos que modifiquen la ley del Descanso y su reglamento se precisa que por parte de los obreros sea la representación jurídica de los mismos quien pacte, esto es, la Asociación de clase legítimamente constituida, y en nombre de la única que puede representar a la clase, que es la Asociación de la Dependencia Mercantil, afirmo que jamás pactará nada que resulte en menoscabo de los principios estatuidos en el reglamento de la ley del Descanso. Y afirmo más: si por casualidad los vocales obreros de la Junta se dejaran convencer por los gremialeros, tiraría como nunca de la manta, pues a ello estoy autorizado por la Sociedad que representó y por las sesen­ta y dos Sociedades que integramos Solida­ridad Obrera.

Conque ya veremos en qué queda esto, aunque me permito creer que resultará lo mismo que cuando, siendo yo presidente de la A.D.M., los gremialeros intentaron convencerme, saliéndoles la cosa un poquito desigual.

¿No le parece a la Unión Gremial que si tiene ganas de jarana sería más noble dar la cara y soportar las consecuencias?

En caso de que por ello se decidan; no tienen más que imitar a Maura, pues si este prescinde de la Constitución, ella puede prescindir de la ley y abrir todas las tien­das; pero, eso sí, repito que exponiéndose a las consecuencias de faltar a la ley, que podrían ser muchas y muy variadas, ¡ya lo creo! ¿A qué no lo hace?

A. Badía Matamala.

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PÊLE-PÊLE

Solidaridad Obrera, 31 de julio de 1908.

Ahora que de nuevo hállase sobre el ta­pete el problema del cumplimiento del des­canso dominical, creo de oportunidad las siguientes manifestaciones.

Como casi siempre que se ha emprendido una campaña a favor de tal mejora, fue la Dependencia Mercantil la que dirigió un llamamiento a todas las sociedades intere­sadas para ejercer una acción común; a fin de conseguir lo cual dicha entidad nombró una comisión organizadora.

Tirando una tupidísma estera, que diría el malogrado Taboada, sobre el acierto en los trabajos realizados por la primitiva co­misión organizadora, ya que dicha gestión, si tiempo me queda para ello, la analizaré otro día, veamos qué se ha conseguido para bien de los explotados.

En primer lugar, que el «Centre Autonomista de Dependents de Comers y de la In­dustria» figurase en los pasquines que se fijaron en las esquinas como una de las so­ciedades adheridas a la campaña, y luego, el día que se celebró el primero y por ahora único mitin se recibiera una comunicación de dicho semiburgués «Centre» di­ciendo que a nadie habían autorizado para hacer constar su adhesión a la campaña que se emprendía, y posteriormente, y por si alguna duda quedaba, no se ha hecho efectiva la parte de los gastos que se hicie­ron en la campaña, por manifestar los del «Centre» que no estaban autorizados para pagar tal cosa.

En segundo lugar, se ha conseguido tam­bién que el que suscribe, indignado al ente­rarse de que el «Centre» desautorizase el que se le considerara como adherido, aguar­dase a que se diese, como procedía, lectura de dicho oficial documento en el mitin para levantar su voz en dicho sitio para quitar de una vez la careta al «Centre Autono­mista», pero con gran sorpresa vio transcu­rrir dicho acto sin que se diese lectura a di­cho documento, que permaneció enterrado en los bolsillos de un individuo de la primi­tiva comisión organizadora.

Cómo que este silencio implicaba el que los buenos compañeros continuaran figurándose que el «Centre» era capaz de de­fender los intereses de los obreros mercan­tiles, ya que quedaba todavía como adheri­do, cogí la pluma en las primeras horas de la madrugada, en presencia de algunos com­pañeros y bajo el pabellón humilde, sí, pero muy honrado, de mi firma, confeccioné unas cuartillas que vieron la luz pública en El Progreso, en las que me lamentaba ligera­mente del exceso de buena fe de la comisión organizadora al considerar adherida una entidad tan sospechosa, societariamente ha­blando, como el «Centre Autonomista», sin que ésta hubiese remitido documento oficial en tal sentido, y lanzase al «Centre» un retó para verificar pública controversia, en la que demostraría a todos los compañeros que dicha entidad era perjudicial a los inte­reses de los dependientes.

Transcurridos van, por lo menos, quince días, y el silencio guardado por los que reté me demuestra la verdad de aquel conocido aforismo que dice: quien calla otorga; pero conste que desde aquí y desde El Progreso continúo sosteniendo el reto y cuanto dije, dispuesto a demostrarlo en todos los terre­nos, y cuanto más públicos mejor.

Pasando por alto, por ahora, cuestiones de carácter personal relacionadas con lo mismo, debo añadir que también se ha con­seguido una vez más que Ossorio y Bastar­das enviasen B.L.M. a los organizadores de la campaña, que prometieran ambas au­toridades que la ley se cumpliría, y que, efectivamente, los industriales que a la ley faltaban continúen faltándola en las mismas narices de las autoridades y de los campañistas.

Por otra parte, justo es consignar que los panaderos, por su cuenta, han emprendido una lucha, en la que ya Bastardas se ha azarado y ha llamado la atención de Osso­rio, por si acaso; que una sociedad de peluqueros, también por su cuenta, hace gestio­nes para que la ley no sea burlada, y preci­sa convenir que por ahora son los únicos que he visto hayan conseguido algo, ya que las peluquerías se cierran a la una.

Esto no obstante, conste que mi expe­riencia me aconseja que los únicos prácticos para conseguir el descanso, han sido y son los compañeros carreteros[1], lo que demues­tra de una manera positiva la táctica a se­guir, si queremos que el triunfo corone nuestros esfuerzos.

Y basta por hoy sobre el particular.


Una de las calamidades que más han per­judicado y perjudican la organización y cre­cimiento de las sociedades de la clase son los personalismos. Ellos han sido siempre la causa de que asociaciones importantísi­mas por el núcleo y por la calidad se hayan desmembrado cuando no dividido, quedan­do así a las patas de sus explotadores y, por tanto, incapacitadas de nada práctico a favor de su redención económica y social.

Analizando con serenidad y tiempo este fenómeno, vemos siempre que los que el personalismo practican son seres de muy menguada mentalidad, muchas veces ambi­ciosos vulgares, envidiosos siempre del pres­tigio del compañero, adquirido en la lucha y en el sacrificio por la entidad; y desde luego, y de una manera absoluta, resulta también el personalista un elemento negati­vo para toda obra de progreso, ya que su obra siempre tiende a difamar al contrario y a no ejecutar él nada que pueda colegirse sea obra de un entendimiento humano.

Críticos por sistema de las obras de los otros, sólo aprovechan para demostrar su divorció con la lógica más rudimentaria y con el sentido común.

Como ocurre en las alimañas, hállase el crítico personalista dividido en especies. Los hay que se sienten irónicos y precisan la superioridad de no ser personalista para saber despreciar ciertos manejos y compadecer en silencio al héroe de una tal barata y suicida ironía, en cambio a lo mejor des­cubrimos otros personalistas que sustituyen la ironía averiada por una seriedad y aires de superhombría que determina que los que serenamente escuchan sus discursos se vean obligados a comprimir la risa, y esto con­seguido, en dos palabras hijas de un recto criterio antipersonalista, destruyen los so­fismas lanzados por tales parásitos sociales.

Y ocurre generalmente que al verse así derrotados tales seres, vuélvense airados contra aquellos que nos tomamos el trabajo de romper lanzas por la verdad, que sólo es una, y allí empieza una batalla de bajas pa­siones por una parte que se ha de repeler siempre, no descendiendo a la táctica suici­da y personalista del adversario, sino esgri­miendo serenamente las armas de la razón y la justicia que resultan siempre formida­ble coraza en la que se embotan los dardos envenenados que lanza el personalista.

Como sea que desgraciadamente son ra­ras las entidades obreras que se ven libres hoy día de esta plaga personalista, me per­mito desde estas columnas dirigir un mo­desto aunque entusiasta llamamiento a to­dos los que deseamos reine el amor entre los explotados, para que practicando una política, no de reprensión ni de castigo para la susodicha plaga, sino pura y simplemente de paz y educativa, consigamos encaminar a los compañeros extraviados por bajas pa­siones hacia el sendero único de una positi­va, por ser sentida, Solidaridad que habrá de conducirnos a todos indefectiblemente al reinado del Amor, del Progreso y de la Jus­ticia, y por ende al logro de nuestros justísimos anhelos de emancipación económica y social.

A. Badía Matamala.

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SOBRE UN LITIGIO

Solidaridad Obrera, 13 de noviembre de 1908.

A petición de la empresa del periódico El Progreso y de la Sociedad del Arte de Imprimir se nombró una comisión de arbitraje del Consejo de Solidaridad Obrera para que fallara en el conflicto entre ambas pendiente; lo ha hecho en la siguiente forma:

Los que suscriben, delegados por el Consejo Directivo de Solidaridad Obrera para formar la comisión de arbitraje que ha de fallar en el litigio pendiente entre la socie­dad de resistencia Arte de Imprimir y la empresa del periódico El Progreso, después de oír a los representantes de ambas partes han emitido el siguiente

DICTAMEN

1.° Considerando que los obreros Clariá y Palau, ambos socios del Arte de Imprimir, se dedicaban a reclutar esquirols conforme se ha comprobado, entre otros, en el caso del obrero Cabezas, a fin de poder hacer frente a las medidas que Arte de Imprimir pudiera tomar contra El Progreso favoreciendo de esta forma de un modo manifiesto a una empresa burguesa y perjudicando a una sociedad de resistencia a la cual precisamente los aludidos Clariá y Palau perte­necían.

2.° Considerando que Clariá y Palau, una vez expulsados de la sociedad Arte de Imprimir por habérseles declarado traidores a la clase obrera, y en vista de que El Pro­greso había manifestado públicamente que sólo emplearía obreros asociados, fundaron una nueva sociedad análoga a la del Arte de Imprimir y compuesta de disidentes y expulsados, dañando así de una manera también manifiesta los intereses de la clase obrera, máxime después de haberse decla­rado en el Congreso de Solidaridad Obrera que en ninguna localidad se admitiría más de una sociedad de la misma clase.

3.° Considerando que Clariá y Palau, abusando de las facultades que les conce­diera el cargo que ocupaban y ocupan toda­vía en El Progreso, contribuían a dividir a sus compañeros de trabajo en dos bandos enemigos, compuesto el uno de adictos a sus personas y el otro de enemigos de las mis­mas, y que esto se hacía y hace apelando a procedimientos tan odiosos como son el de insultar y el de repartir trabajo difícil a los que no querían ni quieren someterse a sus caprichos y fantasías, para así privarles de ganar el jornal que en justicia les corresponde.

4.° Considerando que Clariá y Palau, guiados por esas miras personalistas a que se alude más arriba, llegaron a difamar y a acusar al compañero Salas de defraudador de la empresa de El Progreso, y que al comprobarse, como se comprobó, la inocen­cia de Salas, demuestran lo enemigos que son Clariá y Palau de la clase asalariada.

5.º Considerando que habiendo revisado la Comisión de Arbitraje el reglamento y libro de actas de la sociedad Arte de Impri­mir, en lo que se refiere a Salas constituye ya motivo suficiente para adoptar medidas enérgicas contra Clariá y Palau.

6.º Y considerando, por último, que des­pués de la declaración del Congreso de So­lidaridad Obrera, declaración que más arriba hemos ya especificado, no se pueden considerar obreros asociados a los que están afiliados a una sociedad disidente como es la fundada por Clariá y Palau, y teniendo bien en cuenta que, como hemos dicho más arriba, la empresa de El Progreso ha de­clarado que en su casa no se admiten más que obreros asociados.

La Comisión de arbitraje declara que de­be procederse inmediatamente a la expul­sión de los obreros Clariá y Palau de la imprenta de El Progreso por no estar aso­ciados primero, y luego por haber traicio­nado los intereses de la clase obrera a la cual los aludidos dicen pertenecer.

Barcelona 6 de noviembre de 1908. — A. Badia Matamala. —Juan Escandell. —Rafael Bernabeu.


AVISO 

Publicado en Solidaridad Obrera un mes después de la publicación del dictamen precedente, el 11 de diciembre de 1908.

El que suscribe, individuo de la comisión arbitral que falló el litigio pendiente entre la empresa del periódico El Progreso y el sindicato obrero Arte de Imprimir, públicamente manifiesta:

Que habiendo publicado dicho periódico el pasado domingo un suelto acatando el fallo, pero también manifestando que uno de los individuos que componían el tribunal era recusable, vería con gusto que dicha empresa periodística concretase el nombre del individuo a que ha querido referirse y el por qué es recusable.

También cree y espera que la empresa dará pública y categórica contestación an­tes del domingo día 13, a fin de que los lec­tores se capaciten si El Progreso defiende a los obreros, como dice, o si se entretiene en difamar a los que no quieren hacerle el juego.

A. Badía Matamala.

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A TODAS LAS SOCIEDADES QUE INTEGRAN SOLIDARIDAD OBRERA

Solidaridad Obrera, 29 de enero de 1909.

En la imposibilidad de dar las gracias par­ticularmente a cada una de vosotras por el voto de confianza que me otorgasteis en la reunión de Juntas directivas y delegados, celebrada el pasado jueves, hágolo gustoso públicamente.

Y agradézcolo, más de lo que en sí me afecta, porque dicho voto de confianza tiene en las actuales circunstancias mucho más alcance de lo que a mi modesta persona se refiere. Constituye vuestro acuerdo una so­berana lección a la burguesía roja, negra y blanca que ya se han aliado tácitamente, creyendo en su ignorancia que anulando a Badía Matamata, les será más fácil ir luego anulando a los demás compañeros que se distingan por su conciencia de clase, y poder finalmente derrocar el baluarte obrero que constituimos al fundar la Solidaridad Obre­ra. Por todo ello, pues, os felicito, y me felicito de haber sido el escogido por la bur­guesía como a primer blanco de sus iras.

En cuanto a los compañeros que dejándo­se llevar de un fanatismo político, se han prestado a servir de instrumento de los bur­gueses que me injurian, me olvido de ellos, y por lo que respecta al cadáver societario que, aliado con los burgueses rojos, según confesó públicamente Clariá en el mitin de Tarrasa, pedestrea en un semanario político burgués, intentando desviar mi atención con nuevas injurias y calumnias, en cuanto a ese tipo ya juzgado por Solidaridad Obrera en su día y por la A.D.M., le dedico mi más profundo desprecio en espera de castigarle en forma más positiva.

Repito, pues, compañeros a todos la ex­presión más sincera de mi agradecimiento por la confianza que una vez más me habéis otorgado y una vez más también os prometo luchar por nuestra dignidad de clase, lucha de la que no han podido desviarme ni las ofertas de actas ni de dinero.

Vuestro y de la causa,

A. Badía Matamala.

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DE CUERPO ENTERO

Solidaridad Obrera, 12 de febrero de 1909.

Así han quedado retratados los tres señores a quienes retamos a controversia el pasado domingo en el mitin que debía cele­brarse en la Bohemia Modernista.

Uno de ellos, Emiliano Iglesias, azuzan­do desde las columnas de El Progreso a sus parciales para que reventaran el acto, en el que iba a quedar ejecutado junto con Rivas y con Ruiz Morales, socialmente hablando, demuestra lo hábil que es para la intriga política de baja estofa y lo cobarde que resulta ante un público cuando se trata de defenderse.

En cuanto a los otros dos firmantes de los documentos en que queda probada la infor­malidad de El Progreso, ni se atrevieron a presentarse; ¿para qué, pues, ocuparse de tales seres?

Por mi parte lamento la salvajada cabileña del domingo, no porque el acto no se haya realizado en sí, ya que precisamente con ello la opinión imparcial los ha ya juz­gado, sino porque iba dispuesto a quitar la máscara a Emiliano y a demostrar al público que él y solo él es el autor de las fal­sedades y calumnias vertidas contra mí desde la gaceta rrradicalera y propaladas por los payasos de la redacción y talleres de El Progreso.

Pero claro está que el hombre vio venir el chubasco, y convencido de que no podría evitar el mojarse, dictó las oportunas órde­nes a su ejército y para refrescarle la me­moria mandó a un prójimo en la misma puerta del local donde se celebraba el mitin, el cual desde antes de abrirse, voceando El Progreso, invitaba a que lo compraran, y ya saben nuestros lectores que en aquel nú­mero va publicado un suelto, por supuesto sin firma, en el que entre líneas se aconseja a los fanáticos la violencia.

Después de realizada la hazaña premedi­tada, las masas a lo Nietzsche dividiéronse en grupos, yendo uno de ellos a acompañar a su petit ídolo hasta la redacción de su pe­riódico, otros a la Casa de… marras y otro a insultar a Bueso y a mí en la vía pública, cumpliendo así la misión que les fuera con­fiada.

Y a todo esto, y al cabo de algunas horas, Emiliano (el cínico) dirigía seguramente la palabra a los infelices obreros que asistie­ron a un mitin del distrito de Sabadell prometiéndoles todas las bienandanzas obreras, la revolución social (¡!) y no sabemos si algún panecillo, siempre que votasen al can­didato radical.

Aun cuando no me tomé la molestia de ir a verle, estoy seguro que, ya repuesto del susto de la mañana, había desaparecido de su semblante la palidez cadavérica y brilla­ban sus ojos, no diré tanto como el soberbio solitario que ostenta una de las sortijas que luce, pero sí lo suficiente para formarse concepto del aspirante a diputado a Cortes y sobre todo en su carácter defensor del obrero.

Termino estos renglones manifestando que, a los deseos que expone El Progreso de que se declare terminada la campaña, es mi opinión que ahora debe continuar más que nunca y con más bríos, pues ya que la informalidad de El Progreso se la ha hecho suya una parte del partido llamado radical, sin que la parte intelectual del mismo se haya atrevido a protestar públicamente de la sal­vajada de los suyos, aunque muchos en el terreno particular noblemente protestan de ella, Solidaridad Obrera debe arremeter, no ya contra la empresa, sino contra el par­tido que dice pretender defendernos y no pierde ocasión para intentar dividirnos y perjudicarnos.

El domingo, el partido que representa el periódico boicoteado demostró que todo obrero que no piensa en lerrouxista o que se atreve a discutir su periódico es un ene­migo.

Pues bien, ya que se empeñan tratémosles como a tales y obremos en consecuencia.

A. Badía Matamala.

 

 


[1] El mismo número de Solidaridad Obrera incluye una noticia sobre una huelga de carreteros, denunciando el papel de las autoridades en apoyo de la patronal y anunciando el apoyo de Solidaridad Obrera.