Sindicatos y movimientos obreros en el Sur global

Ultimo epígrafe del libro Sourthern Insurgency. The coming of the Global Working Class, de Immanuel Ness (Pluto Press, 2016).

Los sindicatos surgieron en el siglo XX como representantes de una clase obrera, la del Norte, que ya no existe en la época presente. En el Sur, los sindicatos más consolidados son una herencia de los movimientos obreros involucrados en las luchas anticoloniales, y tienen poca conexión con la clase obrera contemporánea. Incluso la FNS (Federación Nacional de Sindicatos), la federación del trabajo de China, es un legado del pasado. Se formaron diversos sindicatos, y estos continuaron durante el periodo de independencia formal, defendiendo los derechos de los trabajadores de diversas formas. Como en el caso de Europa occidental, los sindicatos del Sur se formaron en periodos de lucha y explotación del trabajo, a menudo oponiéndose al colonialismo y allanando el camino a la independencia.

En la década del 2000, las configuraciones del trabajo que se han desarrollado en el Sur global proceden de previas movilizaciones obreras, que se formaron dentro de unos sistemas de partido que han delimitado el ámbito de la actividad y el poder de los oficios en el periodo posterior a la segunda guerra mundial. Estos regímenes definen los límites de los sindicatos oficiales, y muestran las fronteras para la expresión y el desarrollo de la militancia obrera no autorizada. Siempre queda abierta la cuestión de si los sindicatos existentes pueden contener el desarrollo concreto de organizaciones obreras independientes. Los ejemplos de China, India y Sudáfrica, estudiados aquí, revelan que los obreros industriales están involucrados en una acción directa contra la explotación institucionalizada, en varios ámbitos, y están planteando reivindicaciones que están reconformando los viejos sindicatos.

INDIA

Desde la independencia en 1947, las federaciones sindicales ligadas a partidos políticos representan a los trabajadores del sector público y privado, sobre todo a través del parlamento, dentro de un sistema que proporciona estatus y legitimidad. En la era post-independencia, los sindicatos han sido incapaces de poner fin al sistema de contratos laborales que permite a los industriales emplear a trabajadores subcontratados junto a los fijos, y hacer uso del sistema de castas para conservar las divisiones en el mercado de trabajo, y así también entre la clase obrera. Tras la introducción de las reformas liberales en los 90, los empresarios indios y el Estado han tratado de reducir la influencia de los sindicatos en el sector industrial para atraer el capital extranjero. Con esta inversión extranjera fluyendo al sector privado no sindicalizado, el gobierno retiró apoyo económico al sector sindicalizado propiedad del Estado, reduciendo la afiliación y la influencia de los sindicatos en la política electoral. Los sindicatos independientes, formados planta por planta, son incapaces de negociar acuerdos nacionales, y dependen sobre todo de las huelgas y la acción directa para aumentar los salarios y mejorar las condiciones de trabajo locales. La oleada de huelgas con ocupación de fábricas en la India, entre 2012 y 2014, ha chocado con una encarnizada violencia por parte de la seguridad privada y la policía del Estado, pero no obstante las huelgas se están extendiendo en las EPZ (Export Processing Zones).

Rechazando el Sistema de contratos y reivindicando las mismas condiciones para todos los trabajadores, el Sindicato de los Obreros de la Maruti-Suzuki de Gurgaon ha desafiado el modelo de producción que descansa en el fortalecimiento de las divisiones obreras. La solidaridad es útil para los intereses de todos los trabajadores: los que trabajan a jornada completa no se ven amenazados por la mano de obra subordinada y los trabajadores eventuales tendrán los mismos derechos  y salario gracias a un sindicato que no distingue entre obreros de distinto estatus. El Estado respondió con una represión masiva, violencia y encarcelamientos.

En su conjunto, la naturaleza de los sindicatos ya establecidos permanece sin cambios. Los sindicatos no están integrados en las estructuras del Estado, y la ausencia de un sindicato dominante contribuye a su debilidad. Por tanto, los sindicatos están perdiendo afiliación, y dado que en general los obreros no se movilizan en estos sindicatos, la formación de sindicatos independientes es una de las pocas alternativas posibles. De momento, estos sindicatos establecidos no cuestionan el sistema de contratos de India. La organización obrera sigue implicando sobre todo a los trabajadores a jornada completa, lo cual les expone a desafíos por parte de las organizaciones obreras independientes. Éstas estarán el centro de la lucha en los años venideros.

CHINA

El modelo chino de industrialización que se inició en los años 80 se basa en su capacidad de producir productos de calidad para la exportación, al menor coste posible. La amplia reserva de mano de obra se logró mediante la localización de las industrias en regiones portuarias geográficamente estratégicas, y obligando a los campesinos a abandonar la tierra, generando desigualdad en las zonas urbanas. La industrialización extensiva y la modernización han tenido significativas ramificaciones para las relaciones de clase y para la evolución del conflicto de clase. Para promover la inversión directa extranjera se reorganizó el sector público y se establecieron mercados libres, provocando grandes protestas en las viejas industrias urbanas del noreste de China.

El Partido Comunista de China y la FNS dominan el paisaje, prohibiendo la formación de organizaciones independientes; los obreros eran normalmente vistos como subordinados e incapaces de organizarse de forma independiente. No obstante, la expansión de la protección legal que afecta a los obreros inmigrantes en las nuevas zonas de exportación promocionadas ha provocado el estallido de un movimiento obrero militante que ha sido testigo de una oleada de huelgas en el sector de exportación de capital extranjero, entre 2010 y 2015. Sin sindicatos ni mediadores oficiales, y sin leyes que definan en términos precisos las interrupciones del trabajo, los obreros se ven libres para hacer huelga por toda una serie de reclamaciones a nivel local, y éstas se van articulando cada vez más en protestas públicas y huelgas de masas que se extienden más allá de fábricas concretas. En las nuevas industrias de exportación, las mujeres obreras que han inmigrado recientemente participan de manera destacada en la resistencia frente a los contratistas.

Al mismo tiempo que prohíben la formación de organizaciones que puedan estar controladas por ONG extranjeras, el PCC y la FNS han ampliado las leyes laborales hasta llegar a proteger a los obreros inmigrantes y a sus familias, y han apremiado a los gobiernos locales para que respondan a las reivindicaciones de mayores salarios, prestaciones sociales y condiciones de vida. Los activistas de base chinos reconocen que la militancia puede tener éxito sin llegar a fundar un partido o un sindicato competidor, mediante la lucha directa en el trabajo y dentro de las comunidades.

SUDÁFRICA

A finales de los años 80, el factor principal que motivó al gobierno sudafricano para poner fin al sistema del Apartheid fue la necesidad de unirse a la economía global capitalista. Las sanciones comerciales estaban restringiendo el crecimiento económico en las principales industrias, la del mineral y la del automóvil. Sin embargo, hacia 1990, la economía sudafricana giraba hacia la promoción de las exportaciones y se hacía cada vez más interdependiente de la economía mundial. El gobierno post-Apartheid concedió derechos políticos a la mayoría negra de Sudáfrica, sin llegar a garantizarles derechos económicos equivalentes. Es más, el gobierno pospuso un significativo aumento de salario en la industria minera y manufacturera, cruciales para la economía sudafricana. La pobreza, el desempleo y la desigualdad han aumentado.

En Sudáfrica, el sistema corporativo ha fracasado a la hora de representar los intereses de la clase obrera, sobre todo los de los obreros de las minas y la manufactura. La COSATU, la principal federación sindical de Sudáfrica, está controlada por la Alianza Tripartita que ha dominado la esfera política sudafricana desde la era post-Apartheid. Esta Alianza ha apoyado las políticas neoliberales que han permitido los arreglos contractuales que han dado lugar a un sistema salarial de varios niveles.

OBREROS DE BASE Y EL FUTURO DE LOS SINDICATOS

Hoy los sindicatos están en una encrucijada histórica que determinará su futura viabilidad. Estamos ensordecidos por el mantra de que todo lo que los sindicatos tienen que hacer es crecer para poder avanzar en la defensa de los intereses obreros. Pero de hecho, no obstante, la globalización capitalista limita la capacidad de los sindicatos para adaptarse a las condiciones cambiantes de la era contemporánea. Los sindicatos se están quedando obsoletos bajo la industrialización capitalista neoliberal, en el Sur. Al mismo tiempo que son atacados por el Estado y el capital, los sindicatos también pierden su credibilidad entre los obreros. Dado el origen de los sindicatos, el marco legal y político de la independencia y las luchas anti-capitalistas, aún permanece abierta la cuestión de si algunos sindicatos sobrevivirán e incluso prosperarán en el futuro.

Como en épocas pasadas, la pobreza y la desigualdad están relacionadas con el género, la raza, la etnicidad, la casta, la religión y otras divisiones sociales. La desigualdad salarial y la inseguridad laboral han aumentado en el Norte desde los años 70, pero la pobreza y la desigualdad son mucho mayores entre los obreros de las modernas industrias manufactureras de Asia, África y Latinoamérica. En el Sur, obreros recientemente proletarizados trabajan en las fábricas, minas y plantaciones, en general con poca seguridad laboral o ninguna en absoluto, y en muchos casos representados por sindicatos que son incapaces de negociar por la mano de obra subcontratada o temporal.

Mientras, los sindicatos tradicionales, herencia del modelo europeo y norteamericano del siglo XX, contribuyen a la marginalización de los obreros en el Sur global, promoviendo su incorporación a estructuras estatales dominadas por la burocracia, donde en el mejor de los casos los líderes obreros son relegados a una posición de meros subordinados y consejeros, y lo más normal es que sean ignorados. Es más, los sindicatos tradicionales se dedican a defender y mejorar los salarios y las condiciones, garantizadas por antiguos acuerdos, de unos pocos miembros privilegiados, mientras ignoran a la mayoría de los obreros, que no forman su núcleo central.

Este libro afirma que los obreros no pueden ya confiar en líderes sindicales burocráticos para defenderse. La auténtica lucha obrera procede de los propios obreros industriales, que están tanto construyendo sindicatos independientes como, allí donde las organizaciones obreras que fundan no son oficialmente reconocidas, desafiando a los sindicatos existentes para que representen sus intereses. Es el desarrollo de este radicalismo obrero el que dará forma y determinará si sobreviven los tradicionales sindicatos en decadencia. En ausencia de sindicatos reconocidos, los resultados de estas luchas de base no están claros, pero este libro muestra que estos movimientos están ganando tracción, logrando verdaderos aumentos de salario y mejoras en las condiciones.

La evidencia que se extrae del Sur es que está surgiendo un profundo movimiento entre unos trabajadores que reclaman acción por determinados agravios, al margen de los canales de los sindicatos establecidos. Los movimientos obreros están operando en los intersticios de las estructuras sindicales existentes, con o sin la aprobación de estos sindicatos. Los obreros de base de la industria están formando asociaciones independientes y forzando a los sindicatos existentes a que defiendan sus intereses:

  • En India, los sindicatos predominantes son incapaces de resolver cuestiones cruciales ante los obreros, por varias razones: están poco familiarizados con las condiciones de los trabajadores en las EPZ; la perpetuación del sistema de contratos divide a los obreros fijos y eventuales, a menudo sobre una base de casta, género y edad; y existe una fiera oposición a la sindicalización por parte del Estado y el capital. Como respuesta a los obstáculos que hay para unirse a los sindicatos existentes, los obreros están formando sindicatos independientes para defender sus intereses.
  • En China, la afiliación obligatoria al FNS proporciona a los obreros la capacidad para presionar a la federación y al Estado para que defiendan y hagan cumplir sus intereses. Los obreros industriales de las industrias de exportación están expandiendo el ámbito de sus huelgas, y se están beneficiando de las leyes laborales que colocan a los obreros migrantes, la mayor parte de la clase obrera industrial, en la misma situación que otros miembros del sindicato. En cada vez más casos, los comités de base son útiles a la hora de reivindicar los intereses obreros cuando los sindicatos locales no han representado a sus miembros.
  • Sudáfrica ha sido testigo del surgimiento del AMCU, un sindicato completamente nuevo en el sector minero que ha aparecido como respuesta a la poca voluntad del NUM para representar a los mineros contra las compañías mineras multinacionales, y que se opone a la cooperación entre el gobierno y la dirección. La auto-organización obrera se ha extendido por todo el sector minero de Sudáfrica entre 2009 y 2014, culminando en una huelga nacional de 5 meses de los mineros de platino contra los grupos mineros. La insurgencia se extendió a la industria del automóvil y la electrónica, donde el principal sindicato, NUMSA, reconoció que era necesario representar los intereses de los obreros excluidos o arriesgarse al mismo destino que el NUM. En noviembre de 2014 el NUMSA se distanció de las posiciones del Congreso Nacional Africano en el gobierno, que apoyaban al capital multinacional, y movilizaron a los obreros en industrias clave. El sindicato fue expulsado de la federación COSATU.

Estos casos demuestran que la representación organizada está subordinada al propio movimiento obrero. Para construir sus luchas los obreros necesitarán una fuerte y disciplinada organización basada en la clase. Los intereses del capital consisten en minar cualquier tipo de sindicato. Eventualmente, la movilización obrera que se está produciendo tanto dentro como al margen de las estructuras establecidas se adherirá a organizaciones disciplinadas. Pero todas las luchas demuestran que la época en la que los obreros podían ser subestimados o ignorados ya ha pasado. Los movimientos obreros están emergiendo, y se expandirán hasta impugnar la legitimidad del capital, el Estado y los sindicatos existentes.