Resoluciones del Congreso de Stuttgart de la Internacional Socialista (1907) acerca de las relaciones entre los partidos políticos y las sociedades obreras y sobre la emigración obrera

Cuarta Sesión del Congreso de Stuttgart. Extracto de Congresos sociales en 1907 (pág. 24-27).

Se discute la cuestión de las relaciones que deben mediar entre los partidos políticos y las Sociedades obreras. La Comisión propone al Congreso que declare la necesidad de una cooperación íntima entre la acción política y la acción económica de la clase obrera. El partido socialista y las Sociedades obreras tienen idénticos fines que cumplir en la lucha por la emancipación del proletariado; deben, pues, trabajar juntos, sus relaciones deben ser íntimas. El Congreso debe invitar a sus tareas a las Sociedades obreras. Así opina la mayoría de la Comisión; la minoría de la misma es partidaria de que el Congreso manifieste esta opinión de manera todavía más enérgica.

Intervienen en el debate el ponente Beer, de Viena; De Leon, de los Estados Unidos; De Brouchère, de Bélgica; Vaillant, de Francia; Troelstra, de Holanda. Se aprueba la moción presentada por la mayoría de la Comisión, cuyo tenor es el siguiente:

I. Para la completa liberación del proletariado de los grilletes de la esclavitud espiritual, política y económica, es tan necesaria la lucha de la clase obrera en el terreno político como en el terreno económico. Así como la misión del partido socialista está en la lucha política por el proletariado, la misión de las Sociedades obreras consiste en la lucha económica por el proletariado. El partido y las Sociedades obreras tienen, pues, en la lucha por la emancipación, misiones de igual valor que cumplir.

Cada uno de estos dos organismos tienen por su naturaleza una esfera especial en la que le es dado desarrollar su acción con entera independencia. Esto no obstante, hay un campo cada vez mayor de la lucha de clases en el que sólo puede lograrse el éxito mediante una cooperación entre el partido y la comisión de Sociedades obreras.

La lucha del proletariado será tanto más favorable cuanto más íntimas sean las relaciones entre las Sociedades y los organismos políticos, manteniendo, sin embargo, la unidad de organización de aquellas.

El Congreso declara que la clase trabajadora debe procurar que en todos los países las relaciones entre el partido y las Sociedades obreras se establezcan y se mantengan.

El partido y las Sociedades tienen que apoyarse moralmente entre sí, y no emplear en la lucha más medios que aquellos que la favorezcan. Deben entenderse y ponerse de acuerdo cuando surjan diferencias de criterio acerca del procedimiento.

La Sociedades sólo podrán cumplir con su deber en la lucha por la emancipación obrera cuando permitan que inspire sus actos el espíritu socialista. El partido tiene el deber de auxiliar a las Sociedades en sus esfuerzos por mejorar la situación de los trabajadores.

El Congreso declara que el progreso de la forma capitalista de producción, la creciente concentración de las fuerzas productivas, la unión cada vez mayor de los patronos, la mayor dependencia de industrias aisladas, darán por resultado la impotencia económica delas Sociedades si éstas se preocupan exclusivamente de los intereses profesionales sobre la base del egoísmo y de la armonía de intereses entre el capital y el trabajo.

El Congreso es del parecer de que las Sociedades obreras lucharán con más éxito contra la explotación y la servidumbre cuanto mayor sea su unión, cuanto más considerables sean los fondos de los que disponen, cuanto mayor sea la armonía entre sus individuos, y cuanto mayor sea el entusiasmo y el espíritu de sacrificio que derivan del ideal socialista.

II. El Congreso invita a todas las Sociedades obreras, conforme a los acordado en la Conferencia de Bruselas en 1899 y en París en 1900, a que se hagan representar en los Congresos internacionales y a que mantengan relaciones con la Oficina socialista internacional de Bruselas, encargando a esta última que se ponga en comunicación con la Secretaría internacional de Sociedades obreras de Berlín a efecto de un cambio recíproco de noticias.

III. El Congreso encarga a la Oficina socialista internacional que reúna todos los datos eficaces para facilitar las relaciones entre las Sociedades obreras y los partidos socialistas de todos los países, e informe al próximo Congreso acerca del particular.

Votaron a favor de esta resolución 212 contra 8. Los delegados franceses, después de hacer constar lo resuelto en su Congreso de Nancy, votaron en contra, así como algunos italianos y yanquis.

Pasa el Congreso a discutir el problema de la emigración obrera, y después de un debate se aprueba la siguiente moción:

El Congreso declara:

La inmigración y la emigración de trabajadores son fenómenos tan inseparables de la esencia misma del capitalismo como el paro, el exceso de producción y la deficiencia de consumo por parte del obrero. Tienen por consecuencia rebajar la parte de la producción que corresponde a los obreros y toman a veces proporciones anormales merced a persecuciones políticas, religiosas o nacionales.

El Congreso no ve el remedio de las consecuencias de la emigración e inmigración obrera en la adopción de medidas de excepción, puesto que éstas son inútiles y reaccionarias, y no lo ve especialmente en una limitación de la libertad de trasladarse a cualquier punto, ni en la exclusión de nacionalidades ni razas extranjeras.

Por el contrario, el Congreso declara que la clase obrera tiene el deber de defender su situación económica contra los males que produce la inmigración en masa de obreros no organizados, y declara además que debe impedir la emigración o inmigración de esquiroles. El Congreso reconoce las dificultades que trae consigo para el proletariado de un país culto la inmigración en masa de obreros que carecen de organización y que proceden de países en los cuales predomina la agricultura, así como los peligros a que lo expone una forma determinada de inmigración. Esto no obstante, no cree que sea un remedio apropiado la exclusión de naciones o razas determinadas, medida contraria a los principios de solidaridad obrera. Recomienda, por lo tanto, la adopción de las siguientes medidas:

I. En el país de inmigración:

  1. Prohibición de la entrada o salida de obreros que por haber firmado un contrato no dispongan libremente de su capacidad para el trabajo.
  2. Protección legal a los trabajadores mediante la disminución de la jornada de trabajo, implantación del salario mínimo, supresión del sweating system y del trabajo a domicilio e inspección de habitaciones.
  3. Supresión de todas las limitaciones que hoy en día excluyen a una raza determinada de la residencia en un país o le impiden el acceso a los derechos sociales y políticos de los naturales, dando facilidades para la naturalización.
  4. La Sociedades obreras de todos los países se atendrán a los principios siguientes: a) Admisión ilimitada de obreros inmigrados en las Sociedades obreras de todos los países; b) Fomento de la admisión mediante cuotas de ingreso poco elevadas; c) Traslado gratuito de las organizaciones de un país a otro con tal que se hayan cumplido todas las reglamentaciones en las del primero; d) Organización de Sociedades internacionales que faciliten la ejecución de estos principios.
  5. Auxilio a las organizaciones obreras de los países de donde proceden principalmente los emigrantes.

II. En el país de emigración:

  1. Agitación obrera.
  2. Enseñanza a los obreros de las verdaderas condiciones de trabajo en los países de inmigración.
  3. Acuerdo perfecto con las Sociedades obreras de estos países en lo relativo a la inmigración.
  4. Como, además, los obreros emigrantes son víctimas de las Compañías de ferrocarriles y de vapores, de especuladores y de otros estafadores que les hacen todo género de falsas promesas, el Congreso exige que se ejerza vigilancia sobre las agencias de vapores, sobre las oficinas de emigración, y que se adopten, en caso necesario, medidas legales o administrativas contra ellas para impedir que se abuse de la emigración en beneficio de esa clase de empresas capitalistas.

III. Reglamentación de los transportes, especialmente de los buques; inspección de estos por personas que deberán pertenecer a las Sociedades obreras de los países de emigración e inmigración; auxilio a los inmigrantes para que no sean víctimas de la explotación capitalista.

No pudiendo reglamentarse el transporte de emigrantes sino sobre una base internacional, el Congreso encarga a la Oficina socialista internacional que prepare un proyecto de nueva reglamentación en este asunto, en el cual se determine la disposición que han de tener los buques, los metros cúbicos de aire que corresponden a cada emigrante, y se disponga que los emigrantes contraten su pasaje directamente con la empresa, sin intermediarios de ninguna especie. Este proyecto se comunicará a los jefes de los partidos socialistas para su utilización y propaganda.

Queda aprobada la resolución por gran mayoría.

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COMENTARIOS DE LENIN

Extracto de El Congreso Socialista Internacional de Stuttgart, Lenin (septiembre 1907).

La resolución sobre la actitud de los partidos socialistas con respecto a los sindicatos tiene una importancia de singular magnitud para nosotros, los rusos. Esta cuestión se nos plantea a la orden del día. El Congreso de Estocolmo la resolvió a favor de los sindicatos sin partido, es decir, ratificó la posición de nuestros adeptos de la neutralidad, encabezados por Plejánov. El Congreso de Londres dio un paso hacia los sindicatos partidistas, en contra de la neutralidad. Como se sabe, la resolución de Londres despertó grandes discusiones y el descontento en una parte de los sindicatos y, sobre todo, en la prensa democrática burguesa.

En Stuttgart esta cuestión se ha planteado, en el fondo, así: ¿Neutralidad o aproximación, cada día más estrecha, de los sindicatos al partido? Y el Congreso Socialista Internacional, como el lector puede convencerse por la resolución de dicho congreso, se ha pronunciado por que los sindicatos estén más próximos al partido. Ni siquiera se menciona en ella la neutralidad ni la no filiación de los sindicatos al partido. Kautsky, defensor en la socialdemocracia alemana del acercamiento de los sindicatos al partido, contra la neutralidad de Bebel, ha tenido por eso pleno derecho a proclamar en su informe sobre el Congreso de Stuttgart ante los obreros de Leipzig (Vorwärts, 1907. núm. 209, suplemento):

«La resolución del Congreso de Stuttgart dice todo lo que nos hace falta. Pone fin para siempre a la neutralidad”. Clara Zetkin escribe: «En principio, nadie ha impugnado ya (en Stuttgart) la tendencia histórica fundamental de la lucha proletaria de clase a coaligar la lucha política con la económica, a agrupar unas y otras organizaciones lo más estrechamente posible en una fuerza única de la clase obrera socialista. Sólo el representante de los socialdemócratas rusos, camarada Plejánov» (ha debido decir: el representante de los mencheviques, que enviaron a Plejánov a la comisión como defensor de la «neutralidad») «y la mayoría de la delegación francesa han intentado justificar con argumentos bastante desafortunados cierta restricción de este principio, remitiéndose a las particularidades de sus países. La inmensa mayoría del congreso se ha puesto al lado de la política resuelta de unidad de la socialdemocracia con los sindicatos…»

Es preciso señalar que el argumento de Plejánov, desafortunado según el acertado parecer de Zetkin, ha recorrido los periódicos legales rusos tal y como está expuesto a continuación. Plejánov ha argüido en la comisión del Congreso de Stuttgart que «en Rusia hay once partidos revolucionarios», «¿con cuál de ellos deben unirse los sindicatos?» (citamos por el Vorwärts, núm. 196, suplemento). Esta referencia de Plejánov no es cierta ni de hecho ni por principio. De hecho, en cada nacionalidad de Rusia luchan no más de dos partidos por la influencia en el proletariado socialista: los socialdemócratas y los eseristas; los socialdemócratas polacos y los adeptos del PSP; los socialdemócratas letones y los eseristas letones (la llamada Unión Socialdemócrata Letona); los socialdemócratas armemos y los dashnaktsutiunes, y así sucesivamente. La delegación de Rusia en Stuttgart también se escindió en seguida en dos. El número de 11 partidos es totalmente arbitrario y confunde a los obreros. Y por principio, no lleva razón Plejánov, porque la lucha entre el socialismo proletario y el socialismo pequeñoburgués en Rusia es inevitable en todas partes, incluidos los sindicatos. A los ingleses, por ejemplo, no se les ha ocurrido sublevarse contra la resolución, pese a que en su país también hay dos partidos socialistas en pugna, el socialdemócrata (SDF) y los «independientes» (ILP).

En el ejemplo de Alemania se ve con particular claridad que la idea de la neutralidad de los sindicatos, rechazada en Stuttgart, ha inferido ya mucho daño al movimiento obrero. En Alemania es donde más propaganda se ha hecho de la neutralidad y donde más se ha llevado ésta a la práctica. El resultado ha sido una desviación tan patente de los sindicatos alemanes hacia el oportunismo que la ha reconocido abiertamente hasta Kautsky, tan prudente en esta cuestión. En su informe a los obreros de Leipzig dice sin ambages que el «conservadurismo» revelado por la delegación alemana en Stuttgart «se llega a comprender si se fija uno en la composición de esta delegación. La mitad eran representantes de los sindicatos, de suerte que el «ala derecha» de nuestro partido se ha visto con más fuerzas de las que tiene realmente en el partido».

La resolución del Congreso de Stuttgart debe acelerar, sin duda, la ruptura enérgica de la socialdemocracia rusa con la idea de la neutralidad, tan dilecta por nuestros liberales. Debemos trabajar permanentemente en los sindicatos, observando la prudencia necesaria y avanzando todo lo poco a poco que sea preciso, sin dar pasos bruscos ni torpes, en el espíritu de aproximar los sindicatos más al partido socialdemócrata.

Luego, en el problema de emigración e inmigración, planteado en la comisión respectiva del Congreso de Stuttgart, ha surgido una discrepancia muy definida entre oportunistas y revolucionarios. Los primeros estaban obsesos con la idea de restringir el derecho de desplazamiento de los obreros atrasados, poco desarrollados, sobre todo japoneses y chinos. En ellos podía más el espíritu gremial cerrado, estrecho y de exclusivismo tradeunionista que el conocimiento de las tareas socialistas: instruir y organizar a las capas proletarias no incorporadas todavía al movimiento obrero. El congreso ha rechazado todas las tentativas hechas en este sentido. Hasta en la comisión han sonado muy solas las voces emitidas en pro de restringir la libertad de desplazamiento, y la resolución del Congreso Internacional rebosa de reconocimiento de la lucha de clases solidaria de los obreros de todos los países.