Los Comités Sindicalistas Revolucionarios en España. Historia de la tendencia Sindicalista Revolucionaria en la C.N.T. (1919-1925)

Hace 100 años nació la Confederación General del Trabajo de España, reagrupando a los sindicatos que se inspiraban en la experiencia de la CGT francesa. El gobierno prohibió ese nombre, y la organización eligió el de Confederación Nacional del Trabajo.

Esta nueva confederación se reivindicaba de las posturas estratégicas de la Carta de Amiens: unidad obrera, independencia frente a todas las filosofías, huelga general revolucionaria, preparación de la gestión socialista por los sindicatos,…

A partir de 1919, la crisis en el desarrollo de la confederación y el fracaso de la ola revolucionaria provocaron un profundo desánimo y un conflicto interno. Tres tendencias se enfrentarán para determinar la orientación de la CNT.

Muchos antiguos responsables, como Seguí y Pestaña, giran hacia posiciones anarcosindicalistas claramente reformistas.

La desmoralización provoca también el desvío ultraizquierdista de una joven corriente anarcosindicalista, recientemente surgida. Mayoritaria entre los jóvenes militantes, esta corriente lanza a la CNT a una huida hacia adelante militarista y sectaria.

Frente a este doble desvío, una tercera tendencia intenta mantener la orientación sindicalista revolucionaria de la CNT, intentando profundizar en las reflexiones estratégicas. Esta tendencia desemboca en los Comités Sindicalistas Revolucionarios en diciembre 1922. Estos CSR trabajarán de manera muy estrecha con las organizaciones sindicalistas revolucionarias de otros países: la CGTU francesa, los CSR portugueses, la fracción SR de la USI italiana, el Minority Movement británico, el NAS holandés,…

Esta experiencia de los CSR españoles nunca ha sido estudiada. Esta organización revolucionaria a menudo se ha descrito de manera caricaturesca, definiéndola como una tendencia “bolchevique” ligada al Partido Comunista. En realidad esta tendencia es la continuación de la CNT sindicalista revolucionaria de sus orígenes.

Esta experiencia es sin embargo muy rica, pues sirve de enseñanza a los que quieren dar vida de nuevo al sindicalismo revolucionario y rechazan el repliegue sectario del anarcosindicalismo. Esta experiencia nos explica también por qué la CNT fue incapaz de impulsar una dinámica revolucionaria, tanto en 1934 como en 1936, como a mediados de los años setenta. Con este folleto proponemos un primer estudio de estos Comités Sindicalistas Revolucionarios, la tendencia histórica y revolucionaria de la CNT.

Es una contribución a la historia de los 100 años de la CNT.

Comités Syndicalistes Révolutionnaires.

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LOS COMITÉS SINDICALISTAS REVOLUCIONARIOS EN ESPAÑA.
Historia de la tendencia Sindicalista Revolucionaria en la C.N.T. (1919-1925)

Entre los años 1919 y 1920, el movimiento sindicalista revolucionario recobra no solamente su potencia anterior a la guerra, sino que reúne una cantidad de fuerzas nunca antes igualada.

En todos los países de Europa, América y también en Asia (China, Japón, Indonesia…), cuenta con potentes confederaciones o tendencias sindicales. Sin embargo, entre los años 1920 y 1923, el sindicalismo revolucionario sufre de una sucesión de derrotas, debidas principalmente a la ausencia de una organización internacional y a una estrategia revolucionaria demasiado confusa. Afortunadamente, estos puntos débiles son rápidamente analizados y la creación de la Internacional Sindical Roja (ISR) aparece como un medio para reorganizarse y poner en común las reflexiones revolucionarias. La ISR se considera como una organización ligada a la Internacional Comunista, pero de manera autónoma. La ISR la impulsan los militantes más conocidos del sindicalismo revolucionario, que defienden su autonomía frente al aparato bolchevique: Alfred Rosmer y Herclet de los CSR franceses, Nin de la CNT y después de los CSR españoles, Tom Mann del Minority Movement de Gran Bretaña, Larkin del IGTWU irlandés, Enrique Flores Magón de la CGT mexicana, Murphy de los IWW, Foster de la tendencia sindicalista revolucionaria de la AFL, Sneevliet del NAS holandés y sobre todo de Lozowsky, militante sindicalista revolucionario formado en la CGT francesa.

La ISR adquiere consciencia de las derrotas y propone la estrategia del Frente Único, o sea la unidad de acción sistemática con todas las fuerzas obreras que defienden un objetivo anticapitalista.

Nunca antes los sindicalistas revolucionarios estuvieron tan bien organizados y formados. La ISR realiza análisis estratégicos y propone movilizaciones en distintos ámbitos: el control obrero y los comités de fábrica, el sindicalismo de industria, la lucha antifascista, la sindicalización de las mujeres y de los trabajadores inmigrantes, las cooperativas socialistas,… Pero el reflujo del movimiento obrero produjo su primer desvío. A partir del año 1920, aparece el “anarcosindicalismo”. Algunos militantes, asustados por la importancia de las derrotas, se repliegan sobre sus pequeños aparatos nacionales o locales. Rechazan violentamente la estrategia del Frente Único y defienden una cultura sectaria. Este sectarismo se va a justificar con la adhesión a una cultura de afinidad. Tras el discurso filosófico se esconde la ausencia de una perspectiva revolucionaria. Estos responsables sindicales se apropian a menudo un discurso anarquista de fachada, mientras otros muchos militantes libertarios se niegan a que sus doctrinas sirvan de justificación a este desvío sectario.

En muchos países (Francia, Holanda, Gran Bretaña,…) el anarcosindicalismo lo atenuaron los militantes que siguieron fieles al sindicalismo revolucionario (SR). La mayoría de los libertarios se niegan a respaldar a los anarcosindicalistas. En otros países (España, Portugal, México,…), la fracción anarcosindicalista dirige confederaciones provenientes del sindicalismo revolucionario. Es en estas fechas cuando la CNT rompe con sus orígenes. Fue construida bajo el modelo de la CGT francesa y de la carta de Amiens: independencia sindical, gestión de la sociedad por los sindicatos y por consiguiente la unidad sindical, que permite esta gestión obrera.

La dura represión que sufre la CNT a partir del año 1918 produce un desvío sectario que se acentuará con la desaparición de la primera generación de militantes: Salvador Seguí y muchos de sus camaradas son asesinados o desmoralizados. Una nueva generación se lanza a una huida hacia delante que terminará en una sucesión de desastres: la guerrilla urbana de 1920-23, las expulsiones de 1931-32, las insurrecciones golpistas de 1932-33, el sabotaje de la Alianza Obrera y el sacrificio de Asturias en 1934, la colaboración de clases en 1936-39, la pasividad en la Resistencia en Francia en 1940-44, el sectarismo frente a las Comisiones Obreras en los años sesenta y al final la expulsión de las corrientes críticas al principio de los años ochenta.

Al final, la nueva dirección de la CNT abandonó su estrategia revolucionaria en beneficio de un solo objetivo: la defensa sectaria de su aparato. En ningún momento pensó en el proceso revolucionario, en los medios que disponen los sindicatos para gestionar la sociedad, en la formación política de sus militantes. Cuando no colabora con los partidos burgueses, sabotea la unidad sindical, se niega sistemáticamente a construir federaciones de industria, y se apropia un discurso anarquista caricaturesco para justificar la división sindical. Se repliega sobre una lucha de clases exclusivamente “nacional”. La adhesión al grupúsculo que es la AIT ofrece un respaldo “internacionalista” sin contenido concreto. La CNT quema los puentes con organizaciones sindicalistas revolucionarias francesas, italianas, británicas,… lo que el movimiento obrero español pagará caro en 1936.

Sin embargo, este desvío anarcosindicalista producirá una serie de respuestas internas. Surgirán los Sindicatos de Oposición, algunos retomarán el sindicalismo revolucionario, después será la acción de la regional asturiana de la CNT en 1934, más tarde los Amigos de Durruti en 1937, las Juventudes Libertarias en los años 1936 y finalmente la tendencia sindicalista revolucionaria en 1979. Pero ya en el año 1922 se constituyó una oposición a fin de defender una orientación SR dentro de la CNT. Se inspirará de los Comités Sindicalistas Revolucionarios franceses, y se unieron el año siguiente con los CSR portugueses. Después, esta oposición sufrió las influencias negativas del leninismo, transformándose en el BOC y POUM. Pero permanecerá fiel a los elementos estratégicos des SR: la unidad del sindicato como instrumento para la toma del poder y de la gestión socialista.

Encontramos también en los CSR españoles a los sindicatos de la CNT de Asturias que impulsaron la experiencia revolucionaria más acabada: la Alianza Obrera que unificará en octubre 1934 a todas las organizaciones obreras de la región (a excepción de la FAI) sobre una base revolucionaria. Aunque esta experiencia se venido ocultando, demostró la eficacia del Frente Único, en oposición al Frente Popular de 1936. Esta historia ha sido silenciada mucho tiempo y se terminó por creer que el anarcosindicalismo era uno de los pilares del movimiento obrero español. Toda la historiografía anarcosindicalista lo afirma sin demostrarlo jamás con ningún documento de la época. Al contrario, esta historiografía oculta voluntariamente esta experiencia y transforma los hechos. El anarcosindicalismo no existe antes del año 1919, ni en España ni en ningún otro sitio. Esta corriente sindical es una degeneración aparecida en 1919-20, durante una crisis del sindicalismo revolucionario. Aquel mito sobre los orígenes de la CNT sirvió de justificación a todos los que, en Francia y en el mundo entero, trataron de propagar el anarcosindicalismo, haciendo creer que era una versión española del sindicalismo revolucionario. Pero todo enfrenta a estas dos corrientes. Una es puramente defensiva, la otra revolucionaria. Una es sectaria, la otra partidaria sistemática de la unidad sindical. Una reposa sobre la acción de minorías de vanguardia, la otra se apoya sobre la acción colectiva y de masas. Una defiende el sectarismo, la otra favorece las reflexiones críticas. Una se repliega en su país, la otra desarrolla una práctica internacionalista.

Hoy, en Francia, como en numerosos países, la tentación anarcosindicalista es fuerte porque el movimiento obrero he sufrido una sucesión de derrotas. Puede ser tentador replegarse sobre pequeños aparatos de afinidad, justificándose con un discurso filosófico radical. Es pues importante analizar este fenómeno, volviendo de nuevo a los orígenes, a su bastión español. A los que se sientan tentados por este repliegue defensivo y sectario, hay que mostrarles todas la consecuencias de esta orientación. En 1910, el proletariado español es uno de los más revolucionarios del mundo. Es pues indispensable comprender cómo el movimiento revolucionario español pudo descomponerse tanto. Cada vez que el SR intentó reorganizarse en España, fue bloqueado por la hegemonía del anarcosindicalismo, lo que explica la sucesión de derrotas.

El movimiento obrero español es un sujeto de estudio muy interesante. Este país europeo ha conocido una industrialización tardía y está marcado por la ausencia de reforma agraria. El proletariado sufrió pues de una gran miseria y de una organización precaria. Los debates entre tendencias fueron muy acentuados. Los desvíos han sido pues muy rápidos y pronunciados. No es sorprendente que el reformismo, tanto el izquierdismo como el anarcosindicalismo, hayan sido ampliamente hegemónicos. El sindicalismo revolucionario, materializado en Solidaridad Obrera y después en la CNT de los años 1910-1919, se caracterizó por su constante debilidad. El estudio de la degeneración de la CNT y de los CSR es pues rico en lecciones.

Esta reflexión debería interesar todos los que quieren combatir y organizarse eficazmente para la revolución social. Ponemos aquí a disposición de los sindicalistas algunos documentos poco accesibles pero muy interesantes.

El estudio de los CSR ha sido totalmente olvidado por la historiografía oficial y militante. Esto es tanto más sorprendente en la medida en que esta organización surge cuando el movimiento obrero español se está reorganizando profundamente. Los CSR tendrán un impacto determinante sobre la aparición de corrientes tan importantes como el BOC-POUM, el PCE, pero también sectores unitarios de la CNT en Cataluña, Asturias, Valencia,… Pero la aparición del anarcosindicalismo se opone a la reorganización del sindicalismo revolucionario internacional. No se puede comprender la evolución de la CNT a partir del año 1919 sin estudiar la tendencia que defiende la orientación histórica de la central sindical.

Esta pequeña historia es pues un primer esbozo que habrá que completar, pues por fin verdaderos historiadores se dedican a estudiar ya los archivos del movimiento obrero español.

1. EL ORIGEN SINDICALISTA REVOLUCIONARIO DE LA CNT (1910-1919)

a) El mito de una CNT anarcosindicalista

El revisionismo, defendido por los anarcosindicalistas, los socialdemócratas y los izquierdistas, presenta la creación de la CNT como una iniciativa de libertarios deseosos de crear su central sindical. Este esquema, donde el sindicato es el instrumento de una corriente filosófica, es totalmente falso en el caso de la CNT española. Muchos libertarios participaron a la creación de la CNT, pero no fueron los únicos. Marxistas y militantes sin afiliación filosófica actuaron a su lado. En el momento de la creación de la CNT, el sindicalismo revolucionario es un movimiento ya muy influyente en Europa y en el mundo. La primera organización claramente sindicalista revolucionaria nació en Francia en 1892. Es la Federación de la Bolsas del Trabajo, que integrará la CGT en 1902, dándole a esta una estrategia sindicalista revolucionaria. La federación de las Bolsas del Trabajo es impulsada por militantes del Partido Obrero Socialista Revolucionario (“allemanista”), ayudados por los del Comité Revolucionario Central (“vaillantistas”). Poco tiempo después, en diferentes países, como Italia y Holanda, tendencias marxistas revolucionarias responden a la orientación institucional de los partidos socialistas. Estas tendencias favorecen pues la creación de organizaciones sindicalistas revolucionarias. Fue más tarde cuando algunos grupos de militantes libertarios, opuestos al callejón sin salida de la “propaganda por el hecho”, se sumaron a esta dinámica sindical.

En este momento militantes españoles se inspiran en el modelo francés. Los trabajos del historiador Wayne Thorpe señalan la influencia de la experiencia francesa[1]. Según el, París aparece como “la Meca del sindicalismo revolucionario”. Testimonios de militantes confirman este análisis. Adolfo Bueso anota en sus memorias que los futuros fundadores de la CNT van a París para observar la acción de la CGT e inspirarse en ella[2]. Antonio Bar, en su estudio histórico de referencia, llama la atención sobre los cinco años anteriores a la creación de la CNT, cuando los folletos de los sindicalistas revolucionarios franceses son traducidos y ampliamente difundidos en España[3]. Después, los responsables de la CNT irán a Francia como refugiados durante la represión de 1911. Los dirigentes de la UGT reprocharán a los militantes de la CNT haber “importado” su organización de Francia. En su congreso fundacional de 1910, la central ibérica vota mociones en nombre de la “Confederación General del Trabajo de España”. Las autoridades españolas no se dejan engañar y prohíben a la nueva confederación adoptar el nombre de su hermana francesa. Adoptará finalmente el nombre de CNT. Sin embargo, se refiere a la Carta de Amiens, votada por la CGT francesa, que afirma la independencia de la confederación en respecto a las filosofías. El Sindicalismo Revolucionario (SR) se concibe como una estrategia revolucionaria autónoma, dejando de lado las múltiples escisiones del marxismo y del anarquismo.

La creación de la CNT, al lado de la UGT, no se considera una maniobra de división del movimiento obrero. Los delegados pretenden reagrupar las sociedades partidarias de la acción directa, que rechazan unirse a la institucionalizada UGT. El objetivo es reagrupar a las fuerzas del sindicalismo revolucionario para después negociar favorablemente una fusión de las dos confederaciones. La CNT no tiene pues como objetivo crear una organización de afinidad, replegada sobre una lógica defensiva.

Todos los estudios históricos, construidos sobre documentos de la época, confirman esta realidad.

Desgraciadamente, estos libros se difunden poco y se leen aún menos. Por tanto, lo que se ha propagado ha sido el mito de una CNT anarcosindicalista, apoyándose en discusiones orales, revistas partidarias y sitios de Internet extravagantes.

De 1910 a 1919, la CNT la animan militantes sindicalistas revolucionarios. Es una organización unitaria que reagrupa a todos los partidarios del sindicalismo independiente, democrático y revolucionario. Es esta dinámica unitaria la que permite a la CNT experimentar un desarrollo fulgurante en 1916-1917. A partir de 1919, la crisis de crecimiento provoca un repliegue sectario y una trayectoria suicida.

b) Las debilidades del SR español.

La historia de la CNT es muy inestable. Su proceso de construcción es relativamente desequilibrado por diversas razones. La confederación se construye cuando ya existe otra confederación. La CNT aparece como una rama de Solidaridad Obrera, una organización catalana. Hay que relativizar su implantación “nacional”, su presencia regional está desequilibrada. Pero la CNT se debilita permanentemente por la represión. Los periodos de reconstrucción son cortos, lo que deja poco tiempo a los trabajadores para forjar organizaciones estables y adquirir capacidad de gestión. Esto es aún más cierto en Barcelona, donde las oleadas de emigrantes responden a las necesidades de mano de obra, fenómeno masivo entre 1914 y 1918. Aquí está la gran diferencia con la CGT francesa que le sirve de modelo. No hay equivalente en España a las Bolsas del Trabajo. Salvador Seguí entendió la importancia de la Bolsas de Trabajo, pues animó el Ateneo sindicalista de Barcelona para asegurar la formación de los militantes. Pero la mayoría de los ateneos son de afinidad y regularmente son desarticulados por la represión o por la falta de implicación por parte de los sindicatos.

La CNT reproduce la estrategia de la CGT francesa y su modelo de organización, el sindicato de industria en 1919. Pero el SR francés pudo cristalizar gracias a un periodo relativamente duradero de desarrollo del movimiento obrero. Aprovechó además del apoyo de corrientes socialistas revolucionarias, partidarias de la huelga general, de la independencia sindical. Estas corrientes (“allemanismo” y “blanquismo”) dieron muchos militantes a la creación de las Bolsas del Trabajo. En la península ibérica este fenómeno no existe. El esquema socialdemócrata está bien anclado en el PSOE y el movimiento anarquista está atravesado por una potente corriente antisindicalista, hostil a Solidaridad Obrera.

En España el proceso de creación de la CNT no es similar al francés. Seguí y sus camaradas intentan reproducir el esquema francés. Pero España está mucho más influida por un profundo localismo y regionalismo, lo que favorecerá lógicas de repliegue local y, al final, el triunfo de la tendencia anarcosindicalista. Hasta el año 1919, la CNT progresa, irregularmente, pero conoce una dinámica de afiliaciones crecientes. Al final del año 1918, reagrupa 107.096 miembros en Cataluña. Serán 345.000 un año más tarde en la misma región. En toda España, la Confederación reagrupa 700.000 miembros. En el verano 1918, la CNT se reorganiza sobre la base del sindicato de industria, lo que permitirá la coordinación de las luchas pero también una mejor integración del proletariado precarizado “inmigrante”.

La CNT se aprovecha de la oleada revolucionaria en Europa y de la popularidad de la revolución rusa. Después, entre 1919 y 1923, la CNT conoce un terrible reflujo, mucho más importante que el movimiento sindical francés, inglés o alemán. El sindicalismo revolucionario español no tuvo tiempo pues para consolidar su central sindical. Tuvo también muchas dificultades a la hora de estabilizar equipos de militantes, políticamente poco formados. El desvío anarcosindicalista lanzara pues a la CNT a una huida hacia adelante. Muchos de sus jóvenes militantes se comprometen en una trayectoria sectaria y militarista. Ésta concierne no solo la tendencia anarcosindicalista sino también al joven Partido Comunista. La mayoría de los cabecillas históricos, en primer lugar Seguí y Pestaña, se unen a la tendencia anarcosindicalista, la más sectaria, para aislar a los partidarios del SR. Esta tendencia moderada, inquieta por la represión, intenta replegarse institucionalmente. Como ha sucedido muchas veces en la historia del movimiento obrero, las tácticas de repliegue se justifican con discursos ultra-revolucionarios, en este caso con la adhesión cultural al anarquismo.

Este repliegue se efectúa tempranamente. En agosto 1918, la CNT sufre una primera derrota durante una oleada de huelgas. Con esto la UGT suspende la unidad sindical. En un primer momento, lo que será la tendencia moderada del anarcosindicalismo defiende una estrategia de independencia sindical. Mayoritaria en el Comité Regional de Cataluña, esta tendencia entra rápidamente en conflicto con los anarcosindicalistas radicales. Estos dirigen desde septiembre el Comité Nacional. Aprovechan su posición para federar a los Comités regionales que se ponen en marcha. Una tendencia anarcosindicalista se estructura con el antiguo seminarista Buenacasa y el antiguo actor Evelio Boal. Hasta diciembre de 1919 estas dos tendencias se enfrentan en la dirección de la CNT.

A finales del año 1918, se celebra un congreso anarquista nacional en Barcelona para decidir la entrada en masa en la CNT. Sindicalistas revolucionarios presentes en este congreso por sus ideas filosóficas, no se dan cuenta de las consecuencias de esta decisión. Felices al principio por la entrada de numerosos militantes anarquistas en la Confederación, son rápidamente apartados en los sindicatos con la llegada de militantes ultra sectarios que acuden a la CNT, tardíamente, solo para imponerle una identidad anarquista.

A principios del año 1919, una potente huelga general en las industrias eléctricas y del agua, sacude a Barcelona. El empuje de la CNT, la intransigencia patronal, así como la generalización de la lucha, avivan los debates estratégicos en el seno de la CNT. La cuestión de la “violencia revolucionaria” estará también en el centro de las discusiones.

El 24 de marzo, los grupos de acción de la CNT toman la iniciativa de lanzar una huelga general en Barcelona sin debate previo en los sindicatos, la cual que se transforma en una derrota cuando las autoridades responden con la represión, pero también con la legalización de la jornada de las 8 horas. La ley militar impone la clandestinidad a la CNT. La detención de millares de militantes permitirá pues a los jóvenes militantes anarcosindicalistas hacerse con el control de la organización. Pero son sobre todo los grupos de acción de la CNT, bandas armadas a menudo incontroladas, los que se imponen gracias a la presión de sus métodos físicos y a sus prácticas antidemocráticas. La vieja generación de Buenacasa y Boal se ve rápidamente superada por la violencia de activistas políticamente poco formados: Durruti, Ascaso, Oliver, Escartín,…

El terrorismo va a convertirse en un verdadero sistema, un modo de vida. Atrae a los jóvenes, muy influidos por el individualismo y los esquemas insurreccionalistas provenientes de la tradición campesina. Desde 1916, existen algunos “grupos de acción” en la CNT que se especializan en el asesinato de patrones. Son reflejo de ciertas debilidades estratégicas, de la creencia en la acción individual que substituye a la acción de clase. Este método se transforma en un verdadero sistema paralelo, de prácticas mafiosas. Es del gusto de los jóvenes, atraídos por el activismo. Pero va igualmente transformarse en fuente de ganancias para numerosos militantes en paro forzoso debido a la represión patronal y a la existencia de listas negras. En ciertos sindicatos se constituyen “grupos de delegados especiales”.

Se les ofrece un salario semanal de 70 pesetas y una pistola con la cual van a imponer la recaudación de las cuotas a los obreros recalcitrantes. Meaker nota en su estudio histórico que: “Muchos de esos recién llegados provienen de los bajos fondos del proletariado e ideológicamente no son más que desesperados dispuestos a adoptar rápidamente una vida excitante y relativamente bien pagada como hombres armados, frente a la vida prosaica y mal pagada del proletario” (página 175).

Los partidarios del SR lucharon contra este doble desvío. Estos militantes son plenamente conscientes de la crisis del movimiento obrero. Por esta razón creen necesario el surgimiento de una tendencia revolucionaria dentro de la CNT. Una tendencia que forme militantes sindicales pero también que favorezca el Frente Único y pare el desvío anarcosindicalista.

Pero esta tendencia sólo se formalizará en diciembre 1922, cuando la CNT está ya al borde de la disolución. Antes de estudiar la acción y la reflexión estratégica de los CSR, analizaremos el contexto en el que surge esta organización revolucionaria. 

2. LA CRISIS SINDICAL DE 1919

Hay que recordar que la creación de los CSR será sistemáticamente presentada por sus rivales anarcosindicalistas como una maniobra de “comunistas”. Así, en el Pleno de 1923, la dirección de la CNT les cuestiona su pertenencia al “sindicalismo revolucionario”. Los delegados anarcosindicalistas presentan la intervención de los CSR como una maniobra de infiltración por parte de elementos bolcheviques. Esta acusación a menudo es más fácil de creer en la medida en que la CNT vive en situación de cuasi-clandestinidad, lo que hace difícil el debate público y abierto en el seno de la organización. El mito de la conspiración y de la infiltración se acepta más fácilmente cuando los militantes sindicales viven a la defensiva, en una atmósfera de represión. Es sobre la base de esta acusación de infiltración, de “usurpación del sindicalismo revolucionario” que los militantes de los CSR serán sistemáticamente denunciados y expulsados de la Confederación. Antes de analizar la experiencia de los CSR, es pues fundamental estudiar el contexto de su formación y comprender cómo los partidarios del SR se encontraron al final marginados en la CNT. Vamos a ver que la trayectoria militante y los análisis estratégicos de los CSR sitúan a esta organización en un hilo de continuidad con el sindicalismo revolucionario, pero también que constituye una iniciativa de profundización en la reflexión y la practica SR.

En los capítulos siguientes, presentaremos la biografía de los principales responsables de los CSR. Veremos cómo sus orígenes militantes se inscriben en el propio seno del sindicalismo revolucionario de la CNT histórica. El proceso de aparición de los CSR tiene su punto de partida en los debates que atraviesan la CNT a partir del año 1919. La creación de los CSR será pues una reacción saludable, pero tardía, a la necesidad de oponerse al desvío anarcosindicalista de la CNT. Un desvío que empezó ya en el año 1919. Servirá sin embargo para dotar a numerosos militantes cenetistas de una estrategia revolucionaria que dominaban poco.

Pero para entender la marginalización del sindicalismo revolucionario dentro de la CNT, hay que analizar la crisis que atraviesa ésta en el año 1919. De esta crisis nació el anarcosindicalismo.

El congreso de 1919 señala un punto de inflexión en la vida de la Confederación y provoca la cristalización de 3 corrientes, que van a enfrentarse dentro de la CNT. Pero el desvío anarcosindicalista había empezado bastante antes de esa fecha. La crispación sectaria es ya una realidad. Esto es a menudo sorprendente, pues esto no es solo una práctica de jóvenes militantes anarquistas llegados recientemente a la organización sindical. Una amplia fracción de responsables históricos, a pesar de que provenían del sindicalismo revolucionario de Solidaridad Obrera, se vuelca hacia el anarcosindicalismo. Por lo demás, son estos militantes los que proponen una moción que firma la adhesión de la CNT al objetivo del “comunismo libertario”. Sin embargo, este desvío no se percibió como una amenaza determinante por parte de quienes fundaron los CSR. Porque en este mismo congreso se votó la adhesión de la CNT a la Internacional Comunista (IC). Las corrientes políticas están pues en plena reestructuración. Los anarquistas conciben la revolución rusa como modelo y serán los más acérrimos partidarios de la IC. La confusión teórica es tal en este congreso que una resolución “anarquista”, que contradice los orígenes de la CNT, les parece a los futuros fundadores de los CSR una orientación revolucionaria. A. Bar anota que las intervenciones de los congresistas mezclan referencias al “socialismo”, “anarquismo” y “comunismo” sin ninguna cohesión doctrinal[4]. La primera resolución votada muestra un apoyo total a la revolución rusa y “a la dictadura provisional del proletariado”. La confusión es tal que militantes como Simón Piera intervienen a favor de la neutralidad ideológica al mismo tiempo que firman la resolución sobre el “comunismo libertario”. Esta referencia al “comunismo libertario” muestra la confusión política en la cual viven la mayoría de los militantes de la CNT.

Poner el calificativo “libertario” después de la palabra “comunismo” no tiene más sentido que poner “autoritario” o “marxista”. El comunismo define una sociedad donde las clases sociales así como la división social han desaparecido. La resolución votada tiene como objetivo radicalizar artificialmente, con palabras, la línea de la CNT. Al final, ésta demuestra una falta total de reflexión sobre el proyecto revolucionario.

Pero la cuestión internacional está en el centro de los conflictos internos que surgen. Porque el posicionamiento respecto a la IC, y después ante la ISR, lleva automáticamente a un debate sobre la orientación revolucionaria, y en consecuencia unitaria, de la CNT. El nuevo posicionamiento de Seguí y Pestaña, que abandona la neutralidad filosófica de la Confederación, sorprendió e inquietó ciertamente, pero no fue analizado como embrión del desvío anarcosindicalista.

Esta realidad está también alterada por el debate sobre las federaciones de industria. En la CNT existen federaciones de oficios. Recogiendo el modelo revolucionario de sus camaradas franceses, los SR españoles proponen reestructurar la organización de la CNT sobre la base del sindicalismo de industria. Hay consenso en la creación de sindicatos locales por industria. En efecto, esto no se opone al profundo localismo característico del anarcosindicalismo. Pero la cuestión es completamente diferente en lo que se refiere a las federaciones de industria. Esta herramienta le parece indispensable a todo militante que reflexiona seriamente en la revolución social. Una economía capitalista no puede ser sustituida por una economía socialista si no es mediante una acción a nivel nacional, y por tanto se necesita una herramienta militante a escala nacional. Esta es la función de las federaciones de industria, encargadas de coordinar las luchas de las diferentes ramas y de prepararse para la gestión socialista de estas mismas ramas profesionales. Claro está que los adversarios más encarnizados de la revolución rechazan esto y votan en el congreso contra la creación de las federaciones de industria. Este voto llamó ciertamente la atención de los militantes SR más conscientes. Pero la situación cambia rápidamente, pues el sector anarcosindicalista moderado se declara mayoritariamente favorable a las federaciones de industria, útiles para las luchas cotidianas. El optimismo continúa.

La propuesta de adhesión a la IC, lanzada por Arlandis en el Congreso, es aprobada. Arlandis fue el delegado de la Federación provincial de Cullera, pero como otros jóvenes delegados, va a tomar rápidamente responsabilidades determinantes en la CNT. Este Congreso es pues una ocasión para que los militantes se encuentren, en el contexto de los debates sobre el proyecto revolucionario. Porque la adhesión a la IC no tiene el mismo sentido político para todos los militantes. Para la extrema izquierda libertaria, esta adhesión tiene ante todo un sentido simbólico, a menudo oportunista. En este periodo de oleada de luchas revolucionarias, poco son los militantes que aceptan desacreditarse criticando el símbolo que representa la revolución rusa y la IC. Seguí es uno de los pocos que asume críticas a la revolución rusa. Pero pocos son los militantes que van más allá de esa adhesión impulsiva. Algunos delegados muestran voluntad de pensar concretamente la estrategia revolucionaria y rechazan el catecismo libertario propuesto a los congresistas. No es sorprendente que con ocasión del congreso se anuden lazos entre los militantes que tres años más tarde impulsarán los CSR. Es preciso decir que esos militantes, muchos de los cuales participan por primera vez en una reunión nacional, no se conocen. Es en el Congreso CNT donde lo hacen. Esto es importante porque echa abajo todos los delirios sobre una supuesta infiltración de la CNT por parte de los bolcheviques en 1921.

Entre estos congresistas, citemos al valenciano Arlandis, a los catalanes (David Rey, Nin, Maurín), a los asturianos (Moral, Ibáñez y García). Muchos de ellos son jóvenes. Han tenido trayectorias diferentes, algunos vienen del movimiento anarquista, otros del PSOE, pero también del republicanismo. Los vínculos y los debates surgen pues progresivamente. Localmente, van a constituirse polos de reagrupamiento y de reflexión. El más importante será la Federación local de CNT de Lérida, en Cataluña. En 1919, Lucha Social es el “órgano de los sindicatos de Lérida y de su provincia”. Joaquín Maurín, que terminó el servicio militar en abril 1920, tendrá la posibilidad de estructurar la acción de la CNT en esta provincia. Nombrado director del semanario, organiza paralelamente la CNT de Lérida, ayudado por Nin. Pero rápidamente esta revista adquiere una influencia mucho más amplia. Se lee en toda Cataluña, en Asturias y en Valencia. Se convierte en una revista de referencia, en la cual escriben hasta el año 1922 militantes que se convertirán más tarde en dirigentes anarcosindicalistas como Ramón Acín y Felipe Alaiz. Estos últimos participaban ya en 1914 con Maurín y Tuso en la revista estudiantil Talión. Lucha Social sirve en adelante como foco de reflexión y de propaganda a los responsables de la CNT que quieren profundizar en la estrategia SR. Esto demuestra que las posturas de unos y de otros no están todavía fijas. Y destruye la teoría según la cual la llegada de los sindicalistas revolucionarios a los puestos de responsabilidad en 1921 sería obra de una infiltración, posible gracias a la detención de los militantes más influyentes.

Pero en el Congreso de 1919 se producen ya enfrentamientos entre tendencias. Los anarcosindicalistas, agrupados, lanzan la ofensiva antes de la apertura del Congreso. Boal, en su saludo al Congreso durante la sesión inaugural, se permite declarar que los militantes de la CNT apoyan los principios del “comunismo anarquista”. Esto confirma la dirección por afinidad y sectaria impuesta en el último Comité nacional, después de agosto 1919, en completa contradicción con las orientaciones de los Congresos de 1910 y 1911. Esta orientación anarcosindicalista tiene como consecuencia el sabotaje voluntario de la dinámica de unificación entre CNT y UGT. Los 9 miembros del CN publican una nota amenazante en la que asumen plenamente su postura y su trabajo fraccional: “Advertimos al Congreso que si el nuevo Comité que nos sucede no sigue las prácticas de acción libertaria y antipolítica que han sido nuestras hasta hoy, lucharemos en el seno de nuestros propios sindicatos para hacer imposible toda unión o fusión que se aparte de las bases y practicas anteriormente descritas”. Frente a esta corriente tan sectaria, se va formando una tendencia anarcosindicalista moderada alrededor de Seguí y de militantes más jóvenes como Pestaña y Peiró. Está afectada por un cierto pesimismo respecto al porvenir del movimiento obrero y particularmente la situación de la CNT le aparece muy peligrosa. La organización está cambiando y espera poder organizar un repliegue táctico para salvar lo conquistado en las últimas huelgas. Este repliegue no se puede llevar a cabo sin romper con la Internacional Comunista, que se propone coordinar las oleadas revolucionarias a través de toda Europa. Esta tendencia moderada se aprovechará, pues, del empuje del anarcosindicalismo en la CNT para utilizarlo como un tampón frente a la IC. Se adhiere al anarcosindicalismo de manera táctica, justificando su repliegue político al mismo tiempo que neutralizando a los jóvenes activistas anarcosindicalistas. Este deslizamiento se irá confirmando a medida que la CNT se vea cada vez más afectada por la represión. La CNT es el blanco de un ataque en toda regla por parte de las autoridades. Las detenciones y los asesinatos se multiplican. Esta oleada represiva tiene un impacto determinante en los debates internos de la CNT.

3. LA REORGANIZACIÓN DE LA CNT POR LOS SINDICALISTAS REVOLUCIONARIOS

A partir de enero 1920 la CNT va a ser atacada frontalmente por la represión. La violencia del ataque alcanza un nivel aún más fuerte a partir de noviembre 1920. Martínez Anido es nombrado gobernador civil de Barcelona. Es él quien organiza la famosa “ley de fugas”.

Los militantes de la CNT “liberados” son inmediatamente ejecutados por la policía, su asesinato es disfrazado de intento de fuga. Seguí, Pestaña, Boal son encarcelados uno tras otro, y los militantes son ejecutados de manera totalmente extrajudicial.

En este contexto Nin reemplaza a Boal en el secretariado nacional y los futuros militantes de los CSR se encargan de los principales mandatos en el seno de los organismos directores nacionales y regionales. Esta realidad a menudo se presenta como un golpe orquestado por los “pro-bolcheviques”. Esto es totalmente falso. Este nuevo equipo militante no impone de ninguna manera una orientación ilegitima. Aplican las decisiones de los Congresos. Estos militantes se convierten en los garantes de la línea política histórica de la CNT, como continuación del último Comité Nacional. Evelio Boal, aunque se orientó finalmente hacia el anarcosindicalismo, mantuvo, tras su elección como secretario confederal en 1918, la unidad de acción con la UGT, forjada en las huelgas de 1916 y 1917. En agosto 1920, forma parte de la delegación, con Seguí, que va a Madrid negociar con la UGT un pacto “defensivo”. Lo mismo ocurre con Pestaña, que no se ha pasado todavía completamente al anarcosindicalismo.

Cuando vuelve del segundo congreso de la IC como delegado de la CNT, no tiene tiempo de presentar su informe a los organismos dirigentes de la CNT. Por consiguiente, los anarcosindicalistas dirán que llegó con una posición hostil a la IC. Seguí, después de haberse visto con Pestaña, da una entrevista a la revista Nuevo Heraldo donde afirma que su “amigo se volvió un entusiasta del Congreso”[5]. Hay que esperar al año siguiente para que Pestaña se posicione nuevamente como adversario de la IC. También hay que recordar que Pestaña participa en muchas comisiones de trabajo durante este Congreso, cosa que no le impuso el mandato de la organización. Son el contenido de este congreso y su riqueza política los que le llevan a este comportamiento. Se posicionará tras regresar a España, espantado ante el cariz que habían adquirido los acontecimientos en su país. Hay que subrayar que los sindicalistas revolucionarios no monopolizan los cargos de responsabilidad. Así, el nuevo Comité regional de Cataluña incluye un equipo de 4 militantes en el que los anarcosindicalistas están presentes: Miquel Ferrer de Barcelona, Felipe Alaiz de Tarragona, Francés Isgleas de Girona, y Maurín para Lérida. Si los SR están en primera línea, a pesar de la infiltración de los grupos anarquistas, se debe ante todo a su competencia y valor político. Son las cualidades políticas de los jóvenes responsables SR de la CNT las que les permiten conservar la organización, lo que se menciona poco en los estudios históricos. La CNT se enfrenta a su peor periodo de represión. Otros militantes, por ejemplo anarcosindicalistas, ciertamente también asumieron mandatos que les situaban como blancos privilegiados. Nin escapa milagrosamente a un atentado, Maurín es gravemente herido. ¿Dónde están pues los Durruti, García Oliver, etc.? Unos se refugian en declaraciones verbales y otros en la acción clandestina.

a) La CNT y la Internacional Sindical Roja (ISR)

El 28 de abril 1921, durante en Pleno clandestino en Barcelona, se designa una delegación para el primer congreso de la ISR. Algunos comités regionales no han podido mandar representación a causa de la represión: Norte, Centro y Andalucía. Nin asiste a la reunión como secretario nacional. Arturo Parera, Maurín, Jesús Ibáñez, Hilari Arlandis y Jesús Arenas representan respectivamente Aragón, Cataluña, Asturias, Valencia y Galicia. Pestaña, encarcelado, todavía no había podido presentar su informe sobre el segundo congreso de la IC. La delegación la componen 4 militantes, a los que se suma un representante de los grupos anarquistas franceses, Gastón Leval, gracias a la presión ejercida por parte de esta fracción. En la historiografía anarcosindicalista se reprocha a los 4 militantes el hecho de no haber respetado su mandato. Pero no se dice nada del mandato de un militante designado por una organización externa a la CNT para representarla en un congreso internacional. La coherencia política a menudo se extingue frente a las lógicas de aparatos.

Los puntos estratégicos de este Pleno no se abordan sólo desde un punto de vista internacional. La crisis del proyecto revolucionario obliga a definir una estrategia inspirada de la experiencia rusa pero que se adapte a la situación española. El delegado de Aragón propone responder al terror con el terror. Esta tesis es rechazada por las otras delegaciones regionales, que defienden una perspectiva de la violencia revolucionaria como acción de clase.

Después del Pleno, la delegación prepara su viaje. Esta experiencia constituye una nueva etapa en la emergencia de una tendencia revolucionaria dentro de la CNT. Los delegados SR pudieron constatar el desvío que afectaba ya a ciertas regiones y ciertos sindicatos. La delegación al congreso de la ISR brindará una ocasión para reforzar los vínculos entre los militantes más implicados en la reflexión y la organización confederales.

El viaje será también rico en formación política. Nin y Maurín aprovechan del viaje para ver en Paris a Pierre Monatte y debatir la experiencia de los CSR franceses. Además, el congreso de la ISR es ciertamente uno de los más ricos en la historia del movimiento obrero internacional. Nunca antes se reunieron tantos militantes internacionales, tan influyentes y tan experimentados. A pesar de los conflictos que provocan los delegados anarcosindicalistas franceses, para los delegados de la CNT es evidente que hay que mantener la adhesión de su organización, con lo que no hacen sino respetar el mandato del congreso de 1919.

La postura de la delegación de la CNT se ha criticado a menudo por parte de los anarcosindicalistas. ¿Pero qué podían hacer esos delegados para respetar sus mandatos? En aquella fecha, la CNT no ha rechazado aún su adhesión a la IC. El proyecto de estatutos de la ISR establece un enlace orgánico con la IC. ¡Pero la CNT no puede criticar esto cuando está confusamente adherida a esas dos internacionales! No hay que criticar a la delegación por no haber respetado sus mandatos, sino todo lo contrario. Los delegados españoles defienden el mandato del Pleno: asegurar la independencia de la ISR frente a la IC. Esta es su postura, lo que contradice una vez más la tesis de una “tendencia pro-bolchevique” dentro de la CNT. Estos delegados asumen su responsabilidad cuando regresan a España, defendiendo esta independencia[6]. Nin y Maurín firman con Rosmer una enmienda que reemplaza el término “obligatorio” del enlace orgánico por el de “altamente deseable”. Maurín hasta llegará a intentar crear una tendencia claramente sindicalista revolucionaria dentro de la ISR: la Alianza de los Trabajadores Sindicalistas Revolucionarios del Mundo[7]. Pero este intento fracasó por el carácter anarcosindicalista de las organizaciones que lo integraban. El congreso de la IC continuó, y de nuevo los SR españoles respondieron a la supuesta seudo-hegemonía del PCE en el movimiento revolucionario de su país. Los representantes de la CNT se expresan en el congreso con estos términos: “Si se produce una revolución, el PC no sería el único en dirigirla ni sería su única vanguardia; sino que sería los sindicalistas revolucionarios quienes estarían en la vanguardia de la revolución y hasta en la vanguardia del PC”[8]. Estamos pues muy lejos de las tesis bolcheviques que les serán sistemáticamente reprochadas a los SR españoles por sus adversarios anarcosindicalistas. Esta tenacidad frente al aparato soviético es positiva. La delegación española ha conseguido demostrar su valor político. Nin y Arlandis son designados como miembros del buró de la ISR. Nin no tardará en ser nombrado secretario adjunto de la organización.

La delegación española es crítica con los estatutos de la ISR, pero parece que no hay alternativa posible. El movimiento revolucionario está ya en una fase de reflujo en Europa. Parece pues inconcebible cortar los puentes con el régimen bolchevique sin crear un profundo desánimo. El atractivo de este régimen es tan fuerte que parece una especie de contrapeso frente a la amenaza anarcosindicalista en la CNT.

b) La batalla de tendencias se precisa

Mientras tanto, la fracción anarcosindicalista se ha aprovechado de la ausencia de los principales representantes de la tendencia SR. Se convoca un Pleno en Madrid en agosto de 1921. Los comités regionales Norte, Madrid y Aragón lanzan una ofensiva anarcosindicalista. El comité del Norte propone la condena de la IC, lo que es rechazado por el Pleno, que aplaza el debate hasta que no se presente el informe de la delegación. De vuelta a España, Maurín no puede exponer su informe más que en el Pleno de Barcelona de octubre de 1921, en nombre del secretariado nacional. En efecto, reemplaza a Nin como secretario general nacional. Nin ha sido detenido con Arlandis en Alemania. Nin tendrá que volver a Rusia para asistir a Lozowsky. Arlandis se ve momentáneamente neutralizado. Lo mismo pasa con Jesús Ibáñez, detenido al volver y que estará en la cárcel hasta abril de 1921. Aquellos dirigentes sindicalistas revolucionarios, el núcleo de la corriente, se enfrentan a una nueva situación. El hecho que Maurín no pueda estar en Barcelona hasta octubre de 1921 no es solo consecuencia de las amenazas de detención en el extranjero. En España la situación es todavía más dramática. Maurín se ve obligado a quedarse varios meses en Paris por cuestión de seguridad. El nombramiento de Maurín como secretario general, en sustitución de Nin, ocurre pues en un contexto catastrófico para la corriente SR.

Vimos que la tendencia anarcosindicalista se aprovechó de la ausencia de los militantes más influyentes para lanzar su ofensiva dentro de la CNT. Pero esta ofensiva es aún más peligrosa en la medida que el movimiento obrero se enfrenta a una represión sin parangón. La CNT casi ha desaparecido en Barcelona, desde que empezó su enfrentamiento militar con las autoridades. En estas condiciones, la tendencia anarcosindicalista, partidaria de la acción clandestina, esta sobrerepresentada dentro de los sindicatos que quedan. El desánimo, como siempre ocurre en periodo de retroceso de las luchas, produce un repliegue sobre las lógicas de afinidad y de dogmatismo. Este fenómeno también se produce en los partidarios del reformismo, que rechazan los métodos de acción violentos y se centran en un trabajo de educación libertaria. Sin embargo la corriente SR conserva su prestigio cuando la represión se acentúa un poco más. Esto lo confirman los hechos que sistemáticamente ocultan los anarcosindicalistas. En el Pleno de Barcelona del 14 y 15 octubre 1921[9], el comité regional Norte propone cambiar el lugar de la sede del Comité nacional para después cambiar su composición. Esto fue rechazado por los delegados, entre los cuáles los SR eran minoritarios. Pero el Pleno declara “oficial” el Pleno de abril 1921, donde se designó la delegación para Moscú. Por 12 votos contra 6, el Pleno se niega a posicionarse sobre la ISR y aplaza su resolución a una próxima reunión nacional, después de que se produzca un debate dentro de los sindicatos. El pleno de Barcelona decide igualmente mantener un miembro de la CNT en el comité ejecutivo de la ISR. La seudo-irregularidad de la delegación CNT que va a Moscú es pues una tesis inaceptable, aunque sistemáticamente reproducida en los libros de “historia” escritos más tarde por los anarcosindicalistas. A pesar de los golpes represivos que sufre la corriente SR en la CNT, esta se mantiene como una corriente legítima e influyente. Tras el encarcelamiento de Maurín en febrero de 1922, el sector anarcosindicalista lanza una nueva ofensiva dentro de la CNT, aprovechando que solo Arlandis puede defender el trabajo emprendido en Moscú. En esta fecha, numerosos responsables confederales son asesinados y el pacto de unidad con la UGT está roto. El repliegue político se acentúa dentro de la Confederación. Este repliegue adquiere la forma de una alianza táctica momentánea entre los anarcosindicalistas sectarios y la tendencia Seguí-Pestaña. Esta última quiere una ruptura definitiva con la ISR porque esta organización es un factor de impulso revolucionario en la CNT. No puede producirse un repliegue en el aparato nacional de la CNT si esta sigue adherida a la ISR. Y para conseguir esta ruptura hay que neutralizar a los militantes fieles a las tesis de los precedentes congresos de la CNT. Seguí, Pestaña y numerosos dirigentes van ahora apoyar la tesis según la cual el último Comité nacional se apartó de los principios de la CNT.

Esta maniobra por parte de la tendencia moderada anarcosindicalista refuerza la tendencia más sectaria. El desvío de la CNT es irreversible.

c) El anarcosindicalismo triunfa

La conferencia de Zaragoza de junio de 1922 se convoca como “reunión preparatoria de un congreso nacional”. En efecto, para poner en cuestión la decisión tomada en un congreso (como es la adhesión a la IC, adoptada en 1919), hay que convocar otro congreso nacional. El Pleno debe pues limitarse a escuchar los informes de los delegados a los congresos de 1920 y 1921 en Rusia. En realidad, esta reunión se transforma en un congreso que adopta decisiones definitivas. Peiró no respeta el mandato que le dio su federación de Barcelona y el comité regional de Cataluña. El Comité nacional, en adelante controlado por los anarcosindicalistas, maniobró a la perfección. A pesar de las promesas que se hicieron el 4 de junio de no deliberar sobre cuestiones internacionales durante el Pleno, este mismo Comité nacional presionó para que se tomara una decisión. Pero como subrayaba el Comité nacional algunos días antes, los sindicatos no han recibido los informes de los delegados de la CNT a Moscú. Los estatutos y las resoluciones de la ISR no se traducen ni se transmiten a los sindicatos.

Más aun, esta reunión del 11 al 14 de junio ha sido organizada con precipitación. Fue preparada en 10 días, lo que pone en duda los mandatos de los delegados. Pero es necesario recordar que no pudieron asistir a esta reunión más que 5 federaciones regionales, 8 federaciones locales, 15 federaciones de distrito y 2 sindicatos únicos. Por otra parte, se invita a militantes anarcosindicalistas para que intervengan personalmente y sin mandato en el Pleno, mientras Ibáñez, delegado al congreso de la ISR, no fue invitado. Arlandis es el único delegado del congreso de la ISR presente en el Pleno.

La decisión de adherirse a la AIT anarcosindicalista se tomará pues con este simulacro de democracia. Este cambio es posible gracias a la nueva configuración de las tendencias en la CNT. Como ya hemos visto, se forma una alianza entre las dos corrientes anarcosindicalistas, empeñadas las dos en una dinámica de repliegue. La resolución de la conferencia declara que la adhesión a la ISR fue un error. Se decide que esta resolución deberá confirmarse por referéndum en el plazo de un mes, cuando los informes aún no han llegado en los sindicatos. A la sazón la suerte ya está echada. El diario confederal reaparece el 2 de mayo, como portavoz de la línea más sectaria contra la ISR.

Se elige una delegación para asistir a la conferencia de los anarcosindicalistas en Berlín. Esta resolución es una obra maestra del discurso oportunista: “Considerando que asistir a la conferencia de Berlín no es obstáculo para al buen funcionamiento orgánico de la CNT y que nuestra participación en la dicha conferencia no viola los principios de la Confederación ni los acuerdos adoptados en el Congreso de Madrid, pues las decisiones de Madrid se encaminaban hacia la adhesión de la CNT a una organización sindical internacional independiente de todo partido político”. Es necesario también recordar que esta resolución será después diariamente pisoteada por la dirección de la CNT. La CNT llama a participar en la creación de una “Internacional Sindicalista Revolucionaria, autónoma de todo partido político, de cualquiera tendencia que sea”. Pero la AIT, a la cual la CNT se adhiere, tendrá vínculos directos con ciertas organizaciones anarquistas.

La resolución fue rechazada solo por la federación local de Lérida y por la federación regional de Asturias. Salvador Seguí va ser uno de los principales teóricos del repliegue anarcosindicalista. Su impacto va ser fuerte en la medida en que tiene fama de hombre reflexivo, buen estratega. Pero su evolución ya se inició en 1919. Así, su informe del 4 octubre 1919 es explícito: “¿Qué pasaría hoy en día, camaradas y amigos míos, si la revolución triunfara en toda Europa, aceptemos esa posibilidad, si ella viniera a llamar a nuestras puertas? ¡Responded! No estamos preparados, no tenemos organización, estaríamos obligados a decirle a la burguesía: No ¡No deseamos aceptar esta responsabilidad; esperad un poco; esperad a que nos orientemos: no sabemos qué hacer!”. Estos mismos argumentos son defendidos por los representantes de las tendencias reformistas de la CGT francesa, como Jouhaux. El discurso desarrolla luego algunos argumentos a favor de la organización, del debate y de la reflexión. Esta postura hubiese tenido sentido en 1922-23, cuando el movimiento obrero español y europeo estaba en claro retroceso. Pero justo en la oleada de 1919, es incomprensible, aún más cuando se dedican a producir un catecismo anarquista totalmente abstracto. Este discurso desmoralizador lo desarrollará Seguí en múltiples ocasiones durante el Pleno de Zaragoza. No es pues nada sorprendente que Seguí fuera desde el año 1919 uno de los pocos militantes opuestos a la adhesión a la IC. No es sorprendente tampoco que fuera uno de los que defendieron la moción sobre el comunismo libertario, en total contradicción con lo que él mismo profesó durante más de diez años. Seguí no solo se engancha al desvío anarcosindicalista, sino que ciertamente es su principal teórico. Desde entonces conseguirá que numerosos militantes provenientes del sindicalismo revolucionario de los primeros años de la CNT se sumen a su reformismo libertario. Este reformismo es cada vez más explícito, aunque se cubra con una defensa moral del anarquismo. En abril 1922, de vuelta del exilio, Seguí se reúne con dirigentes republicanos para negociar una cierta benevolencia hacia la CNT a cambio de la formación de un gobierno liberal y del cese de la represión contra la CNT.

Después de la escisión de su sección española, el comité ejecutivo de la ISR envía una llamamiento a la CNT que no será publicado en la prensa confederal. La CNT ahora se aísla  voluntariamente de las organizaciones SR en las que se inspiró, en primer lugar de la CGTU francesa. Adhiriéndose a la AIT anarcosindicalista, se junta con organizaciones en crisis y replegadas en sí mismas. El desvío nacionalista de la CNT ha comenzado. Su “internacionalismo” se transforma en adelante en un discurso totalmente abstracto y verbal. La crisis que atraviesa la CNT se acompaña y se ve acentuada por la nueva postura de la UGT, afectada también por una ola de desánimo. En el congreso de la UGT de noviembre 1922, un se produce terrible incidente. Un miembro del servicio de orden muere durante un altercado con un militante del PCE. Los reformistas se aprovechan de esta tragedia para que se vote una moción de condena al PCE. Los 15 sindicatos que se niegan a votarla son inmediatamente expulsados. Esta exclusión da argumentos a la corriente ultra izquierdista del PCE, ya apartada del trabajo sindical. Pero con esta expulsión, la UGT echa a su ala revolucionaria. Este ala era indispensable para construir el frente único. En diciembre 1920, los dirigentes de la UGT rompieron el pacto de unidad con la CNT, ayudando así a los anarcosindicalistas a establecer su hegemonía en la CNT. Se ataca ahora a los partidarios del frente único, y rompen el último vínculo que tenían con la unidad sindical.

Esto se verá reflejado en las movilizaciones obreras, por ejemplo durante la ola de huelgas de Asturias, de Euskadi y de la industria de la madera en Madrid en mayo 1922. Este empuje lo utilizan los partidarios de la ISR para proponer el frente único. En efecto, la patronal utiliza la desunión y el reflujo obrero para atacar los sueldos y el empleo. Esta política de frente único, que proponen los revolucionarios de la UGT y de la CNT, es rechazada por las direcciones respectivas de estas organizaciones. Hay que decir que el PCE decide tomar la iniciativa de enviar paralelamente una carta a todas las organizaciones obreras de España. Los burócratas sindicales aprovechan esto para justificar la desunión con argumentos filosóficos basados exclusivamente en el rechazo al PCE. A pesar de ello los partidarios de la ISR son muy influyentes en los sectores en lucha.

No solamente va a fracasar el intento de construir un frente único en las luchas, sino que se va a expulsar a otros sindicatos revolucionarios de la UGT. Como por ejemplo las 13 secciones del potente sindicato de los mineros de Asturias. Ciertos sindicatos piden su adhesión a la CNT. Pero son una minoría, y la mayoría elige voluntariamente la autonomía y siguen dado batalla para reingresar en la UGT, sin creérselo mucho. Esta ola de expulsiones confirma la necesidad de estructurar una verdadera tendencia SR dentro de las confederaciones.

4. LA ACTIVIDAD DE LOS CSR

a) El proceso de constitución

A finales del año 1922, el movimiento sindical español está ante a una crisis extremadamente grave. La situación es diametralmente opuesta a la de 1918-1919. El número de afiliados baja, la división sindical perdura, las burocracias se refuerzan, las conquistas sociales se ven amenazadas,… Sólo se atisba un punto positivo en el panorama. Una corriente sindical se va constituyendo espontáneamente a lo largo de las luchas sociales y de los debates internos. Esta corriente se apoya también en la ayuda material y política de la ISR. Mantiene vínculos regulares con las otras organizaciones SR (CGTU francesa, NAS holandés, tendencias SR de la CGT portuguesa, de la USI italiana, de los TUC ingleses, de la IGTWU irlandesa,…). Debate en el seno de la ISR con los militantes los más influyentes del movimiento obrero revolucionario: Monatte y Rosmer, Tom Man, Foster, Larkin, Sneevliet, Chliapnikov, Murphy, Enrique Flores Magon, Lozowsky,…

En diciembre 1922, esta corriente española va a transformar su naturaleza. De actuar como sensibilidad interna dentro de la CNT, se va a convertir en una verdadera organización revolucionaria. Tuvieron que pasar tres años, y escuchar los consejos de los CSR franceses, para que esta perspectiva les pareciera una necesidad a los SR españoles. Parece que después del Pleno de junio 1922 se decidieron a lanzar Grupos Sindicalistas en toda una serie de ciudades. El sindicalismo revolucionario da un salto cualitativo en España. Los hechos han demostrado que el SR no puede existir sino a través de una organización, una realidad material. En los momentos de oleadas de luchas de los años 1907-1909, en 1909-1911, y después en 1917-1919, la CNT se transformó momentáneamente en organización con mayoría SR. Pero las crisis que se han ido sucediendo en la CNT han puesto en evidencia el hecho de que la acción revolucionaria de la CNT no estaba garantizada permanentemente.

Ahora, la tarea de los SR es construir una verdadera organización SR, permanente, estructurada y formada. Esta organización reagrupará a núcleos militantes y sindicatos, a imagen de los CSR franceses. Servirá de instrumento de formación y de impulso dentro de la propia CNT, para que recobre en el futuro su estrategia SR. Esta organización revolucionaria, si bien se inspira de las tesis de la ISR, desarrolla sus propias reflexiones estratégicas. Estas servirán a menudo de cimiento para unir a los SR dentro de la CNT. Como hemos visto, antes de 1922 no existe una tendencia SR en la CNT, y menos aún una fracción dirigida por el PCE. H. Meaker subraya que son tales las diferencias con el PCE, que éste se hará escaso eco en su prensa de los combates de esta corriente, aun cuando la creación de los CSR sea efectiva (página 426). Son ante todo dos revistas sindicales, La Lucha Social de Lérida y Acción Sindicalista de Valencia, las que sirven de primer punto de reunión a los SR. Pero en aquel entonces los militantes SR no están todavía organizados como tendencia.

Las cosas cambian en marzo 1922. Un nuevo gobierno conservador intenta desarrollar una política conciliadora con la CNT. Se restablecen las garantías constitucionales el primero de abril, lo que da lugar a la liberación de los militantes y la reorganización de los sindicatos. En este contexto la fracción anarcosindicalista escoge la política de la tensión, mientras la CNT no reagrupa más que un 20% de sus efectivos de 1919 y sus antiguos afiliados desconfían ante sus recientes derrotas. Los grupos de acción anarcosindicalistas prosiguen sus acciones terroristas, practican atracos de bancos, lo cual es condenado por los organismos directores de la CNT. La huida hacia adelante continúa.

Los SR aprovechan este relajamiento de la represión para organizarse. Pero antes de que este esfuerzo desemboque en la creación de los CSR, empiezan un trabajo de reflexión para reactualizar la estrategia SR, tras la oleada revolucionaria de 1917-1919 y la crisis de 1919-1922, integrando también las experiencias internacionales recientes. Esta reflexión será sintetizada en una serie de textos de Maurín publicados en Lucha Social en el curso del primer semestre 1922, después publicada en folleto. Este documento, “El sindicalismo a la luz de la revolución rusa”, servirá de base a la estrategia de los CSR. Este trabajo es un rico esfuerzo de actualización de la estrategia SR.

Este trabajo no lo citan nunca, y por una razón, los “historiadores” anarcosindicalistas. Pues aquí estamos muy lejos de las tesis bolcheviques que se reprochan a la supuesta fracción “pro-bolchevique”. Maurín elabora un verdadero trabajo de síntesis de las precedentes teorías SR.

Se refiere a los teóricos de la CGT francesa, ampliamente difundidos en España, pero incorporando los escritos de Lagardelle, Berth, Sorel, Labriola, y también de Marx e incluso de pensadores anarquistas. Su reflexión no es en absoluto abstracta. Al contrario, integra las experiencias recientes del movimiento obrero internacional. Así, los “comités de fábrica” se presentan como futuros órganos de gestión socialista.

Pero al contrario que los bolcheviques, los izquierdistas y ciertos anarquistas, no los presenta bajo su forma corporativista o “soviética”. Los incluye dentro de las tesis SR. El sindicato debe transformarse en “la federación de los comités de fábrica de cada rama industrial” (página 18). Se comprende bien, pues, la razón por la que los CSR españoles se convertirán en los más acérrimos partidarios de las federaciones de industria, mientras los anarcosindicalistas se opondrán a su generalización y sabotearán las que ya existían. Situando así al sindicato como instrumento revolucionario se llega a un análisis crítico de la revolución rusa. Así, Nin, presente en Moscú, ve en la creación de la Oposición Obrera del partido bolchevique ruso una respuesta natural a la degeneración y a la burocratización del partido (Meaker, página 424). Nin y Maurín defienden pues los análisis de la tendencia SR rusa que combate para que los sindicatos se encarguen de la gestión económica.

La ruptura revolucionaria también se concibe de manera nueva, con una concepción que podría haber agradado a los partidarios del anarquismo. Maurín, considerando las debilidades de la huelgas generales precedentes, como la de 1919, establece una relativa crítica a esta estrategia. La huelga no es suficiente en sí misma, también hay que destruir el Estado. La huelga general deberá pues ir acompañada de una insurrección armada. Esta perspectiva no sirve de argumento para justificar la toma de la cúpula del Estado. Al contrario, su folleto defiende de manera constante el federalismo obrero. No niega la necesidad de la dictadura del proletariado para “impedir el levantamiento de la clase vencida”.

Pero critica los desvíos de la revolución rusa, debidos según él a una falta de organización sindical. Sin embargo, la violencia, antes y después de la revolución, no tiene que ser de carácter individual según el modelo anarcosindicalista. La violencia tiene que ser colectiva, gestionada por las organizaciones de masas. “El terrorismo no es aceptable como sistema, porque paraliza la acción de masas” (página 83).

Este estudio avanza también soluciones en lo que concierne la articulación entre organización de masas y acción revolucionaria. Ciertos historiadores, como Yveline Riottot, vieron en estas proposiciones de Maurín una transición hacia el leninismo. Al contrario, no es casualidad que en ningún momento Maurín cite la palabra “partido”, cuando la presión bolchevique es real en los debates de aquella época. En el momento en que Maurín redacta sus reflexiones, no está a punto de crear un partido, sino de constituir los CSR, decisión en la que tienen mucho que ver sus encuentros con Monatte en París. Maurín culmina la coherencia estratégica del sindicalismo revolucionario español. La organización sindical debe organizar el máximo número de trabajadores cada día, lo cual impide su transformación inmediata en organización revolucionaria. Hace falta pues una verdadera organización revolucionaria, no un partido exterior al proletariado, sino una tendencia revolucionaria en el seno mismo de la organización sindical, que debe transformarla a largo plazo en instrumento para la toma y la gestión del poder socialista. Esta tendencia debe reagrupar únicamente a militantes sindicales partidarios de la estrategia revolucionaria.

El 24 diciembre 1922 se organiza en Bilbao la Conferencia nacional de los grupos SR.

b) La Conferencia de constitución de los CSR

La reunión de Bilbao reagrupa delegados de las siguientes organizaciones: Sindicato de metalúrgicos de Bilbao, Sindicato del Mueble de Vizcaya, sección de metalúrgicos de Ortuella y Gedio, grupos sindicalistas de obreros municipales de Llauners, de Peons, des empleados de comercio, de talladores de piedra y de la tonelería mecanizada de Bilbao, federación de grupos sindicalistas de Erandio y Portugalete, grupo sindical de Baracaldo, sociedad de barberos-peluqueros de Bilbao, grupo sindical de Sestao, federación provincial del trabajo de Lérida, grupos sindicalistas de Valencia del sindicato de la madera, de la metalurgia, de los oficios del textil, del transporte y de la alimentación, grupos de Castellón, de Crevillent, de Alcoy, de Elx, de Novelda y de Elda, grupo sindicalista revolucionario de Alicante y del Valle de Uxó, sindicato único de Benifaió y de Buñol, sindicato del comercio, sociedad del albañiles, sociedad de metalúrgicos, de carpinteros y de trabajadores del campo de Castella, sindicato único de Falset, sindicato único de Burgos, grupo sindical de Eibar, sindicato de carroceros de Oviedo, sindicato único de mineros de Asturias, sindicato metalúrgico de Oviedo, grupos sindicalistas de Asturias.

Los grupos sindicalistas de albañiles de Madrid y los grupos sindicalistas de Baleares hicieron saber que se adherían al acto de constitución de los CSR sin poder haber enviado una delegación. Constatamos pues que se adhieren dos tipos de organizaciones. En primer lugar los sindicatos como tales. Pero también están los grupos sindicalistas revolucionarios ya constituidos. Esto demuestra que antes del encuentro de diciembre los militantes SR más conscientes se habían ya organizado localmente para aparecer bajo la forma de una tendencia revolucionaria.

El hecho de que se adhieran algunas estructuras sindicales hay que analizarlo. Hay que reconocer que la represión, y por tanto la dificultad a reunir a los afiliados, facilita la adhesión de un sindicato, que en realidad se reduce a la del equipo militante. Pero los sindicatos que se adhieren proceden de regiones donde la represión es menos dura que en Barcelona, lo que puede llevar a pensar que los afiliados de esos sindicatos han podido escoger esta opción en asambleas generales estatutarias. Sin embargo, también existen comités sindicalistas revolucionarios dentro de sindicatos muy representativos: los más potentes de Valencia y de Barcelona. Sintetizando, se puede decir que los militantes de los CSR disponen de una gran influencia local. En la mitad de los casos, son los sindicatos los que se adhieren. En otros casos, son militantes de potentes sindicatos donde todas las tendencias coexisten en un clima de fuerte tensión.

Esta influencia se confirma con otros elementos. La adhesión de la federación local de Lérida podría aparecer como una excepción. Los SR ejercen allí una total hegemonía que se materializa en su adhesión a los CSR, pero su evolución es más antigua.

Sabemos que desde 1920 Lucha Social es una revista de referencia nacional. Se transforma progresivamente en órgano de una tendencia sindical. Colaboran Bonet, Maurín, Víctor Colomer, Nin, pero también futuros anarcosindicalistas como Mauro Bajatierra. En agosto de 1922, Lucha Social adopta el subtitulo de “Semanario SR”. Pero esto no se debe a la presencia de Maurín y provisionalmente de Nin. Bilbao reagrupa una fuerte concentración de organizaciones de los CSR. Lo mismo pasa en Tarragona. Eusebio Rodríguez Salas se adhiere con un grupo de militantes de la provincia. Es secretario de la federación provincial de Tarragona. La influencia de los CSR será también determinante en Asturias. En el núcleo mismo del bastión de la CNT, en los sindicatos del transporte, del textil y de la metalurgia de Barcelona, los militantes de los CSR ganaran políticamente la mayoría. Estos elementos confirman el impacto político de los CSR, allí donde tienen capacidad de mantener un debate estratégico frente a las otras dos tendencias. Hay que notar su total ausencia en dos importantes regiones como son Aragón y Andalucía.

La conferencia de Bilbao se caracteriza por la organización de los comités. Esto pasa primero por la formación política y la creación de una revista. Se decide la fusión de las revistas Lucha Social de Lérida y Acción Sindicalista de Valencia en un único órgano de los CSR: La Batalla. Arlandis y Bonet se encargan de la redacción, ayudados de Maurín, mientras José Maria Foix asegura las tareas administrativas. El 21 diciembre de 1922, se imprimen 3.000 ejemplares del primer número en Barcelona. Después la cantidad pasara progresivamente de 2.000 ejemplares hasta casi los 10 000 en 1924.

El congreso se aprovecha para unificar políticamente a las organizaciones adherentes. Aquí las cosas están ya avanzadas. Está claro que la confrontación con los anarcosindicalistas obliga a precisar los ejes estratégicos del SR. En el número de diciembre de 1922 se publica un artículo en La Batalla para definir las tareas de los CSR.

IMPORTANCIA DE LOS C. S. R.

En Bilbao, ha tenido lugar el día 24 una reunión de delegados de Asturias, Vizcaya, Burgos, Cataluña y Levante, para dar constitución a los C.S.R. La importancia del acto celebrado es de gran trascendencia para el proletariado español. Señala el punto de partida para la unificación de toda la clase obrera en su lucha contra el capitalismo.

El espíritu de secta y las influencias personalistas han contribuido tanto como la represión al desquiciamiento de la organización obrera de España. Se ha sembrado un confusionismo enorme que es niebla que dificulta la acción proletaria. El capitalismo, hábil e inteligente, ha comprendido la importancia que tiene este fraccionamiento espiritual de la masa obrera y procura avivarlo por todos los medios a su alcance.

La situación presente para la clase trabajadora es catastrófica. Paro forzoso, que va extendiéndose; rebaja de salarios, hasta llegar a jornales de hambre; aumento de jornada: he ahí la situación. Y a todo esto viene a añadirse la amenaza de un fascismo devastador que siembra de sal todo el campo proletario.

Había necesidad de lanzarse a la acción para sacudir a las masas obreras, sacándolas de su situación presente y llevarlas nuevamente al engranaje de la lucha de clases más implacable. Era necesario tocar el clarín de arrebato, señalando el panorama que se presenta delante de nosotros.

Ese ha sido el objeto de los organizadores de los Comités Sindicalistas Revolucionarios. Organización idéntica salvó en Francia al proletariado de las influencias reformistas de la camarilla de Jouhaux. En España, su constitución reviste una importancia enorme. Será el agrupamiento, dentro de la C. N. T., de todos aquellos que luchen por la acción revolucionaria, ahuyentando toda influencia reformista y toda desviación de la lucha de clases. No compartirá ningún espíritu sectario que pueda perjudicar el aunamiento proletario. Integrado por anarquistas, comunistas y sindicalistas, reprochará toda matización partidista.

Opuesto a toda escisión sindical, luchará denodadamente por el frente único y por la fusión definitiva de los organismos obreros.

Resueltamente, los C. S. R. se colocan al lado de la Revolución rusa defendiendo el ingreso en la Internacional Sindical Roja, como han hecho los sindicalistas de Francia.

La labor de los C. S. R. se consagrará a una educación revolucionaria de las multitudes obreras avivando en ellas el espíritu de la acción directa de las masas, y de imposición de la violencia colectiva. Sólo en la Revolución social está la salvación: he ahí la consigna en torno de la cual girará toda la obra de los Comités Sindicalistas Revolucionarios, cuyo acto de constitución, en Bilbao, ha sido un éxito que hace augurar un espléndido porvenir.

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DECLARACIÓN DE PRINCIPIOS

Los C. S. R., conforme al manifiesto lanzado por los Sindicatos que abogaron por su constitución, hicieron la siguiente declaración de principios:

1º. La C. N. T. no debe ser una agrupación sectaria, como se pretende, sino un fuerte organismo de clase del que puedan pasar a formar parte todos los trabajadores de espíritu revolucionario, sea cual fuese su matiz ideológico.

2º. La C. N. T. debe huir de verbalismos evolucionistas y entrar de nuevo en una seria actuación revolucionaria dentro de la lucha de clases, oponiendo la doctrina de la violencia colectiva a todos los “posibilismos” y “fórmulas culturales”.

3º. Frente a la concentración capitalista que hace esfuerzos enormes para arrebatar la jornada de ocho horas y disminuir el salario, formación de un frente único proletario.

4º. Tender a la fusión de toda la clase obrera española en un solo organismo revolucionario.

5º. Adhesión a la Internacional Sindical Roja y defensa de la Revolución rusa amenazada por la coalición del capitalismo internacional.

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ACUERDOS TOMADOS

I. Constituir en el seno de todas las organizaciones los Comités Sindicalistas Revolucionarios para defender la declaración de principios hecha por el Congreso.

II. Adherirse a la Internacional Sindical Roja, delegando al camarada Andrés Nin para que sea en ella el representante de los C. S. R.

III. En el próximo Congreso de la C.N.T., defensa de los principios de los C.S.R., celebrando una conferencia previa para presentarse con un plan unificado.

IV. Lanzar un manifiesto a los organismos autónomos invitándoles a adherirse a los C.S.R. y a formar parte de la Confederación Nacional del Trabajo.

V. Establecer una cuota mensual de 0,25 pesetas por afiliado para los gastos de la propaganda.

VI. Que sea “La Batalla” el órgano central de los C.S.R., publicando inmediatamente otro semanario en Bilbao que sea el órgano de las regionales de Asturias y Vasconia.

VII. Activar la propaganda por la unificación nacional e internacional de las industrias, creando las Federaciones Nacionales, Comités de relaciones o Sindicatos nacionales de industria.

VIII. Propaganda intensa por el control sindical revolucionario, por los Comités de fábrica y los Sindicatos de industria.

IX. Invitar a la Confederación Nacional del Trabajo, Unión General de Trabajadores, grupos anarquistas, partido socialista, partido comunista y organismos autónomos de lucha de clases, para que se constituya inmediatamente el frente único proletario para oponerse a la bacanal de Marruecos, a los desmanes del Gobierno, a la baja de salarios y aumento de jornada, y a la incipiente organización del fascismo asesino.

X. Lucha constante por que la fusión total del proletariado se haga lo más rápidamente posible.

XI. Pedir una amplia amnistía y una revisión de causas que ponga en libertad al enorme número de camaradas encarcelados. Se acordó que el Comité Nacional de los C.S.R. esté formado por un delegado de cada Federación Regional, nombrándose para que constituyan el Comité Ejecutivo residente en Asturias, a los camaradas Jesús Ibáñez y Maximino Sánchez.

Poco tiempo más tarde se publica un manifiesto que viene a precisar la estrategia de la organización.

MANIFIESTO DE LOS CSR

La Conferencia de Zaragoza confirmó la existencia de una corriente evolucionista que equivale a la renuncia de un pasado activo lleno de heroísmo y de sacrificios. La orientación adoptada en Zaragoza es peor que la de un reformismo porque este último tiene una base económica mientras la tendencia que triunfo en Zaragoza hace totalmente abstracción de los factores económicos.

El sindicalismo revolucionario se basa siempre sobre la violencia colectiva. A ella le debe todo su valor. La violencia es el nervio de la lucha de clases, el factor principal de la revolución. El SR se opuso a la democracia por aceptar la doctrina de la violencia. Las escuelas sociales, basadas al principio en esta última, la han progresivamente abandonado, han terminado por caer en el reformismo y la renunciación. Tal es el caso de la Segunda Internacional. Violencia colectiva o democracia, lucha constante o tranquilidad de tumba, guerra de clases implacable o colaboración, revolución o reformismo, tal es la opción. Renunciando a la violencia, la asamblea de Zaragoza le da un golpe pérfido al SR.

Todas la decisiones, todas las resoluciones de Zaragoza llevan la imprenta de la renuncia a la lucha de clases y la apertura de una era de sometimiento.

La idea de revolución ha sido totalmente abandonada. La conferencia se parece más a una asamblea de representantes obreros. Declara que la revolución no puede ser más que el resultado de una educación previa. Es la segunda fase de la renuncia a la violencia. Se ignora la fuerza de la concentración obrera. Se remite a la propaganda doctrinal y a la educación para establecer los fundamentos de la revolución. Esta franca declaración de “evolucionismo” recubierta con las etiquetas de la “elevación de la cultura” y del “posibilismo libertario” es una confesión de tolstoïsmo y de fatalidad que no tiene nada que ver con los principios de la revolución social.

El coronamiento de esta evolución hacia la derecha es la oposición a la revolución rusa cuando el capitalismo internacional se liga en el frente económico contra la republica de los soviets; cuando el apoyo moral del proletariado revolucionario del mundo es indispensable a la revolución. Este apoyo no significa una identificación con los errores que se han podido hacer durante un proceso largo y difícil. Representa sobre todo el homenaje rendido a los que, para la liberación del proletariado internacional, alcanzaron las cimas del sufrimiento, del sacrificio y de la abnegación. Los problemas sindicales expuestos en la fase presente de la lucha de clases no fueron examinados por la conferencia, ni siquiera de manera accidental. Ninguna alusión a la ofensiva de la burguesía española contra los sueldos y la jornada de trabajo. El frente único, modalidad indispensable de lucha propuesta por la Internacional de Moscú, ha sido saboteado por los manifiestos de la conferencia. Los problemas del control obrero, de los comités de fábrica, de los sindicatos nacionales de industria que son hoy en día las preocupaciones del movimiento sindical revolucionario no fueron de ninguna manera debatidos. Cuestiones de una extrema gravedad tal como la actitud del proletariado frente a la masacre marroquí, el problema del campo, la reorganización sindical, la táctica a emplear para combatir la criminal política de exterminio que persigue la burguesía no fueron mencionadas. La conferencia se limita a una negatividad abstracta y descarta el examen de los problemas vitales de cuya solución depende el progreso o la regresión.

LA ORIENTACIÓN DE LA CNT

Se quiere hacer de la CNT un grupo sectario. Si esta opinión triunfa, la organización de clase será reemplazada por un partido anarquista.

El sindicalismo revolucionario es incompatible con esta concepción estrecha. La revolución se forja con la constante lucha de las masas. Por esta razón el movimiento sindical revolucionario no puede ser políticamente ni anarquista, ni comunista, ni socialista. Todos los obreros, sean cuales sean sus posicionamientos doctrinarios deben afiliarse al sindicato. Hay lugar en la CNT para los anarquistas, los sindicalistas y los comunistas, y es en este espíritu que se deben reorganizar los cuadros actualmente desorganizados de los sindicatos. El proletariado revolucionario de España debe concentrase como clase en un único organismo sindical al fin de conquistar la máxima eficacia ofensiva y defensiva. La necesidad de coordinación de todos los esfuerzos, el frente único, la conquista de las masas, la unidad sindical es tan evidente que la patronal española, después de sus ofensivas políticas (la represión), inaugura ahora la ofensiva económica contra los sueldos y la jornada de trabajo. No será el “posibilismo libertario”, la consagración de la educación, la renuncia a la violencia colectiva los que detendrán a la ofensiva patronal. Para plantar cara al capitalismo, nos hace falta la unificación de las energías y la violencia colectiva más implacable en la lucha de clases.

El problema agrario tiene que ser objeto de una atención especial si se quiere organizar eficazmente el descontento de los campesinos. Hay que organizar una federación nacional en el campo para unir en un estrecho haz las masas campesinas sometidas bajo el yugo de la propiedad y del Estado.

LA CNT Y LA INTERNACIONAL

La concentración capitalista es tal que las fronteras desaparecen frente al capital. Para resistir a la burguesía la clase obrera internacional debe unirse estrechamente.

Los lacayos del capitalismo tienen la Internacional sindical de Ámsterdam, que no es más que una sucursal de la Sociedad De las Naciones.

Para reagrupar al proletariado revolucionario, se fundó la Internacional Sindical Roja, su sede está en el país que hizo la revolución social.

La ISR se creó para unir en la acción a sindicalistas revolucionarios y comunistas. El proletariado revolucionario del mundo debe concentrarse en la Internacional de la revolución para combatir el reformismo y el capitalismo.

Las maniobras de ciertos anarquistas deseosos de sabotear la ISR en la conferencia de Berlín han fracasado. No les ha sido posible reagrupar la representación de un millón de obreros. La CNT debe adherirse a la ISR como lo han hecho los sindicalistas franceses en el congreso de Saint-Etienne. Necesitamos de las directivas y del apoyo de la ISR. Debemos juntarnos con las grandes fuerzas proletarias que concentra.

LOS COMITÉS SINDICALISTAS REVOLUCIONARIOS

La situación impone en toda España la creación de los Comités Sindicalistas Revolucionarios actuando con gran disciplina y defendiendo con claridad un programa de acción que dé a las masas la sensación que nos apartamos definitivamente de la palabrería hueca y de los movimientos estériles para entrar en la vía de la acción eficaz y seria.

La acción de los CSR puede, si ellos recogen los cinco puntos siguientes, ejercer una influencia decisiva sobre el movimiento obrero español.

1º. La C. N. T. no debe ser una agrupación sectaria, como se pretende, sino un fuerte organismo de clase del que puedan pasar a formar parte todos los trabajadores de espíritu revolucionario, sea cual fuese su matiz ideológico.

2º. La C. N. T. debe huir de verbalismos evolucionistas y entrar de nuevo en una seria actuación revolucionaria dentro de la lucha de clases, oponiendo la doctrina de la violencia colectiva a todos los “posibilismos” y “fórmulas culturales”.

3º. Frente a la concentración capitalista que hace esfuerzos enormes para arrebatar la jornada de ocho horas y disminuir el salario, formación de un frente único proletario.

4º. Tender a la fusión de toda la clase obrera española en un solo organismo revolucionario.

5º. Adhesión a la Internacional Sindical Roja y defensa de la Revolución rusa amenazada por la coalición del capitalismo internacional.

 

En el momento de su creación, los CSR se fijan como principal objetivo la constitución del frente único. Así, desde el 30 diciembre, La Batalla se expresa a favor del frente único proletario para “la oposición a la guerra en Marruecos, a los excesos del gobierno, a la bajada de los sueldos, al aumento de la jornada de trabajo y a la organización naciente del fascismo homicida”.

Sin embargo esta orientación unitaria es sistemáticamente saboteada por los dos aparatos sindicales.

Los CSR se verán obligados a constituir el frente único por la base para después imponérselo a las direcciones nacionales y regionales. Los CSR disponen de un apoyo político en la base obrera, pero otra cosa es evaluar la capacidad de los CSR para organizar a esta base obrera en un contexto de represión y de reflujo sindical. Antonio Bar subraya que “la influencia de los CSR en la base confederal fue considerable y permanente” (página 577). Esto lo confirma el informe de la delegación española, redactado por Maurín y publicado en agosto 1923 en el Boletín internacional de la ISR. En el capítulo consagrado al “estado de nuestras fuerzas”, Maurín describe la influencia de los CSR: “Hay dentro de la Confederación Nacional cerca de 50.000 partidarios…”. “Nuestras fuerzas se reparten de la manera siguiente: en la regional catalana, disponemos de la federación de Lérida, casi enteramente; disponemos de la mitad de los sindicatos de la provincia de Tarragona y de algunas otras organizaciones de las provincias de Barcelona y Serón. En Barcelona y en la capital, adquirimos cada día nuevos partidarios en todos los sindicatos, en particular en el metal y en la alimentación, así como entre los empleados municipales, en el textil y en transportes. Cerca de la mitad de los sindicatos que adhieren a la regional de Baleares comparten nuestra opinión. En Valencia, la federación de la madera, que es la más importante, se apoya en nuestra plataforma con sus 4.000 afiliados. En todos los otros sindicatos disponemos de núcleos activos. En Vizcaya, donde las organizaciones sindicales no son numerosas, nuestro programa es compartido por 4 o 5 sindicatos. Hay que decir que muchos de los sindicatos que se basan en la plataforma de la ISR son autónomos, aun dirigiéndose con las directivas del Partido Comunista. Si esta masa afluye a la Confederación Nacional, tendríamos asegurada una mayoría aplastante. En Asturias tenemos con nosotros a la mitad de todas las organizaciones. En el último consejo regional, nuestros adversarios consiguieron la mayoría por un voto de diferencia. La entrada de las organizaciones excluidas de la UGT nos daría la mayoría igualmente. En Galicia, nuestras fuerzas son poco importantes, por la ausencia de propaganda. Se puede decir lo mismo de Aragón y de Andalucía. En Madrid, la Confederación está poco representada y la minoría del comité sindicalista revolucionario que actúa en su seno ha establecido ya su influencia exclusivamente en el sindicato de la construcción… Es evidente que nuestra minoría adquiere cada día más importancia”. Esta descripción parece relativamente correcta en lo que concierne la influencia de los CSR a mediados del año 1923. Confirma lo que será la fuerza pero también la debilidad de esta organización revolucionaria: la extrema polarización de sus bases. Este elemento se debe a la realidad material. Los CSR, más que un reagrupamiento de sindicatos, son una organización de militantes SR. El perfil de estos militantes es relativamente homogéneo y favorable al desarrollo de la organización. Son militantes que se formaron en la apoteosis del año 1919. Experimentados y motivados. Pero sobre todo, han adquirido una sólida formación estratégica dentro del cuadro de los debates internos de la CNT y a la IC.

Se puede comprender así fácilmente que allí donde los CSR disponen de militantes organizados, adquieren rápidamente capacidad para poner en minoría a las tendencias anarcosindicalistas. Su nivel de análisis y su postura sobre el frente único son ventajas en su enfrentamiento con las corrientes sectarias. Ganan fácilmente para sus análisis a los afiliados y los militantes. Pero donde no disponen de comités organizados, los partidarios de la ISR se ven neutralizados por las corrientes sectarias. Esto explica su extrema polarización en algunos bastiones locales, pero también el hecho de que allí donde los grupos SR son activos, es normal que los sindicatos se adhieran a los CSR. Esto confirma la influencia persistente del SR dentro de la CNT. Pero esta polarización de las bases de los CSR se va a volver contra la organización.

c) Los puntos débiles de los CSR

Los bastiones de los CSR son rápidamente rodeados por los anarcosindicalistas. La situación de clandestinidad hace difícil el debate público y polémico. El poder pasa rápidamente a los que tienen capacidad para maniobrar en la clandestinidad. La tendencia anarcosindicalista de Seguí-Pestaña conserva el aparato. Los anarcosindicalistas más sectarios, reforzados por los grupos anarco-comunistas, intervienen como fracción organizada, sin vacilar en crear un clima de presión sobre los SR. En febrero 1923, un Pleno nacional se reúne en Barcelona con un punto en el orden del día: “¿Cuál debe ser la actitud de la CNT frente a la creación de los CSR?”. De nuevo, los CSR son representados como una maniobra bolchevique que intenta apropiarse la etiqueta SR. La resolución es firme y ciertamente no corresponde a la opinión de los afiliados, lo que pone en duda los mandatos en esas reuniones clandestinas:

“1) No se deberá reconocer ningún reagrupamiento que intentara constituirse en el seno de la organización sin aceptar implícitamente los principios de la CNT; 2) Desplegar un intenso esfuerzo en el triple aspecto económico, revolucionario y ideológico para evitar que los comunistas, bajo el disfraz de sindicalistas, sigan su actividad de proselitismo.”

Esta descripción que supuestamente ilustra la actividad de los CSR está muy lejos de la realidad.

La verdad es que los CSR no son en absoluto una fracción del PCE. Los sindicatos que este último dirige, principalmente en Asturias y Euskadi, mantienen una relación muy ambigua con los CSR y más aún en lo que respecta a la CNT. Sabemos que unos treinta sindicatos fueron excluidos de la UGT en su congreso de 1922. Algunos de ellos participan en el congreso de fundación de los CSR en Bilbao. Pero la mayoría de esos treinta sindicatos se niegan a entrar en la CNT y prefieren mantenerse en la autonomía sindical, ineficaz y sectaria. Reproducen pues, fuera de la CNT, el modelo de los anarcosindicalistas, el sustento de aparatos sindicales justificando su autonomía con su ideología. Esta orientación política esta en contradicción con la estrategia de la ISR. Esto mismo les reprocha Maurín en su informe de agosto de 1923. Recuerda los intentos de los CSR por convencer al PCE para que propusiera la fusión de los sindicatos excluidos con la CNT, lo que “permitiría propagar su influencia en Asturias y Vizcaya”.

Además de esto, con la perspectiva del frente único, “la fusión de los sindicatos excluidos en la Confederación nacional tendría un gran valor moral”. Estos intentos por cambiar la opinión de los militantes del PCE no se abandonan. Los CSR mantienen los debates con el PCE para influir en su línea sindical.

Esta orientación será positiva en lo que concierne la perspectiva de “la fusión de la UGT y de la CNT con las organizaciones autónomas en un centro sindical unitario”. La integración de secciones sindicales de mineros, excluidas de la UGT, dentro de la CNT es igualmente un elemento alentador. Hay que esperar al acercamiento entre los CSR y el PCE en el segundo semestre de 1924 para que los responsables del PCE empiecen a escribir en La Batalla. La situación es más compleja en Euskadi y en Asturias. Estas dos regiones son las únicas que otorgan una implantación realmente obrera al PCE. Constituyen una particularidad que se explica en gran parte por la debilidad de la CNT antes de 1919. Jóvenes obreros se adhieren al PCE, símbolo de la revolución rusa, defendiendo una orientación sindicalista revolucionaria. Muchos de ellos se unirán más tarde a los CSR y a la CNT, pero no todos. Estas dos federaciones regionales del PCE son pues atípicas. Serán doblemente influidas, por una parte por la línea izquierdista del partido, por otra por el sindicalismo revolucionario. Estos equipos militantes son muy influyentes, mayoritarios en muchas organizaciones sindicales como los mineros. Pero su formación política y sus experiencia son frádébiless (Meaker páginas 428-431). La línea izquierdista del PCE va a facilitar pues el aislamiento de los CSR. No solamente el PCE no apoya la acción de los CSR, sino que da al comunismo español una imagen caricaturesca y sectaria que refuerzan los estereotipos de los anarcosindicalistas.

¿Cómo explicar que los CSR, que representan la corriente la más fiel al sindicalismo revolucionario, sean hasta tal punto marginados y sus ideas tan despreciadas? Esta marginación es más aparente que real y no se puede explicar más que por las maniobras de los aparatos. Porque la influencia de los CSR no solamente se mantiene sino que se refuerza. Esta realidad la niega la historiografía anarcosindicalista. En sus memorias, Manuel Buenacasa presume de que en el Pleno regional de Sabadell del 4 de abril 1924, Maurín fue el único delegado “bolchevique” y como “no representaba a nadie, se le negó la palabra después de un acuerdo unánime de todos los delegados”[10]. Si tal fuese la realidad, hay que explicar la composición de la delegación de los CSR en el tercer congreso de la ISR tres meses más tarde. En esta delegación, encontramos a Desiderio Trilles y José Grau, acreditados por el sindicato de transportes CNT de Barcelona, y José Jover por el sindicato de metalúrgicos CNT de la misma ciudad. ¡Dos de los más potentes sindicatos de Cataluña no representarían a nadie en el Pleno regional! José Valls representa al sindicato de la construcción de Valencia, lo que confirma la influencia creciente del SR en esta otra región. Estos mandatos no son producto de maniobras o de un golpe. Vimos que el sindicato del metal de Barcelona, uno de los más fuertes de España (20.000 afiliados en 1923) es un partidario activo del frente único. Su orientación no se explica solo por la influencia de David Rey, pues otros militantes de valor participan también en la actividad de los CSR. En 1923 este sindicato lanzó un llamamiento al proletariado español, invitándole a formar inmediatamente el frente único. El hecho que este sindicato no pudiera expresarse en el Pleno del 4 abril 1924 señala el principal obstáculo de los CSR: el funcionamiento burocrático de una organización cada vez más desorganizada por la represión y la infiltración de fracciones.

En 1923, el contexto hace difícil la construcción de una tendencia SR en la CNT a pesar de que la mayor parte de los militantes están a la defensiva. Y es que la influencia de los CSR es ante todo local. Sus partidarios no tienen todavía capacidad para dirigir un comité regional. En Asturias y en Euskadi, su influencia es real pero no son los SR los que disponen del mandato regional en los plenos nacionales, en los cuales el debate se limita a conflictos de aparatos y de personas entre diferentes dirigentes anarcosindicalistas. Los CSR no consiguen pues al final influir en la situación nacional. Están aún aislados de otros militantes que podrían formar parte de su organización revolucionaria. Como la federación local de Sevilla, que lanza un llamamiento en 1923 favorable al frente único. Entre estos militantes, encontramos anarquistas influyentes que, pocos años más tarde, se unirán al PCE y se llevarán con ellos a los principales sindicatos de la CNT. Pero en 1923, estos militantes favorables al frente único no pertenecen a los CSR.

Los CSR se han formado en un momento de reflujo del movimiento obrero, pero sobre todo de total desorganización y de represión. Los CSR tienen serias dificultades para dirigirse a los afiliados, a los antiguos, pero también a los militantes que comparten sus análisis.

Esta situación sin salida a la cual se enfrentan momentáneamente los CSR, se va a transformar en verdadera crisis en 1924. La organización está ya frente a un reflujo del movimiento obrero español e internacional.

5. LA CRISIS DE LOS CSR

La descomposición de los CSR españoles es el producto de dos factores. El primero es la práctica desaparición de la CNT, que le servía de terreno natural. La UGT, empeñada en una política de colaboración de clases y de expulsión de los elementos favorables a la ISR, no ofrece un terreno de repliegue. Pero la crisis que atraviesa el sindicalismo revolucionario internacional también afecta a su rama española. Después de un primer desvío anarcosindicalista, el SR sufrirá un secundo desvío, hacia el leninismo.

a) La crisis de la CNT

El golpe de Primo de Rivera repercute sobre la CNT cuando ésta atraviesa ya una profunda desorganización y descomposición política.

Los anarcosindicalistas han deslocalizado el comité regional de Cataluña a Manresa y el comité nacional a Sevilla. En ambos casos, los equipos encargados de gestionar la organización son incapaces de asumir sus funciones. Pero a esta debilidad orgánica hay que añadir una postura radicalmente nueva. Al día siguiente del golpe de Estado, Buenacasa se desplaza a Madrid para reunirse con la dirección de la UGT y proponerle lo que él mismo combatía días anteriores: la unidad de acción y una huelga general unitaria. El objetivo es hacer presión sobre el rey par que se desolidarice de Primo de Rivera[11]. Este emisario no es, sin duda alguna, el militante que ofrece más confianza a los dirigentes de la UGT. Estos rechazan la propuesta so pretexto de la precipitación de esta táctica de acción.

La dirección oficiosa de la CNT da de nuevo media vuelta. En un artículo de Solidaridad Obrera del 18 septiembre, la CNT propone una actitud pacífica frente al nuevo gobierno, si este acepta no atacar los sueldos y la jornada de trabajo de la clase obrera. Pero Primo de Rivera impone rápidamente a las organizaciones obreras la aplicación estricta de la reglamentación legal de marzo de 1923. La federación local de Barcelona decide pasar a la clandestinidad en octubre de 1923, y consigue que toda la Confederación haga lo mismo. Se suspende la publicaron de Solidaridad Obrera y los locales se cierran por decisión de los propios sindicatos. Esto provoca la rebelión de los elementos más sindicalistas que conocen bien el impacto de tal decisión. Comprenden también que esta situación va a reforzar el poder de los grupos de activistas anarcosindicalistas, partidarios de la acción clandestina. El sindicato del metal de Barcelona, ampliamente influido por los CSR, se pone a la cabeza de una oposición pública, a la cual se une, a partir de octubre, el del textil, de los transportes y de los servicios públicos.

Los SR, a los que se unen de momento los anarcosindicalistas menos sectarios, deben improvisar una reorganización precipitada. Allí donde los elementos sectarios están en minoría, los sindicatos CNT se transforman en Sociedades Obreras Independientes, logrando a veces conservar una organización local y regional. Así el comité regional de Galicia será legal durante toda la dictadura. El 13 diciembre de 1923, el Pleno regional catalán condena la autodisolución, aprovechando la reacción de muchos militantes críticos con la huida hacia adelante del anarcosindicalismo radical. Pero la influencia creciente de los CSR se va a ejercer igualmente a través de la acción del comité regional de Asturias. Aunque víctima de la represión en los primeros meses de la dictadura, esta organización sobrevive. Se aprovecha de su sólida organización, de sus militantes prestigiosos, pero también de la dinámica del frente único. Vimos que durante toda la crisis de la CNT, este comité regional mantiene su postura favorable al frente único, e incluso la fusión orgánica con la UGT. Entre los principales responsables asturianos, no todos van a adherirse a los CSR, muy influyentes en la región, pero seguirán fieles al sindicalismo revolucionario, o al menos poco permeables al anarcosindicalismo. El título que eligen para el periódico regional de la CNT no es al azar. Adoptando en 1921 el título de Vida Obrera, los militantes asturianos hacen directamente referencia a sus camaradas CSR franceses. Es, pues, esta región la que va a garantizar la organización del comité nacional hasta finales del año 1926. Los sindicatos CNT de Asturias se mantendrán hasta 1925. Pero, en esta fecha, el comité nacional ya no tiene mucho que coordinar.

El último Pleno regional de Cataluña se organizó el 4 de abril de 1924 antes de la última prohibición del gobierno. En vez de hacer balance de la sucesión de derrotas, los anarcosindicalistas, tanto los moderados como los radicales, siguen su misma línea. A Maurín, representante de la federación de Lérida, se le prohíbe la palabra. La mayoría de los militantes de la CNT se desmoralizan. Unos intentan negociar un reconocimiento de la CNT por parte de las autoridades, otros se lanzan a la huida hacia adelante, un sectarismo que parece de momento protector. Como en cada periodo de derrotas obreras, los militantes se refugian en los grupos de afinidades. Antonio Bar nota que los libertarios, antes de la completa disolución de la CNT catalana, “se consagran más a actividades conspirativas que a actividades puramente sindicales” (página 647). De la misma manera, anota que la prohibición definitiva de los sindicatos CNT catalanes, después del asesinato de un alto funcionario el 28 mayo 1924, confirma la decisión escogida 6 meses antes por los anarcosindicalistas.

Pero al mismo tiempo, dos hechos van a marcar un parón en el crecimiento de los CSR y a provocar un cierto desánimo. El 10 de marzo de 1923 Salvador Seguí es asesinado en una calle de Barcelona. El caso es que desde hacía poco tiempo se estaba produciendo un acercamiento entre el dirigente de la CNT y los CSR. Maurín conservaba una profunda admiración por Seguí y pensaba que éste podía posicionarse de nuevo contra la rápida descomposición del anarcosindicalismo. Seguí estaba a punto de viajar a Moscú[12]. Su muerte debilita la corriente moderada del anarcosindicalismo. Ésta cae en manos de Pestaña, percibido correctamente como un personaje políticamente inestable. Los CSR están pues aislados. Otro fracaso también va a pesar. El impacto político de los CSR sobre la corriente moderada de la CNT es real.

Aprovechando el trauma creado por la disolución de los sindicatos y de Solidaridad Obrera, los SR proponen a ciertos responsables CNT y a algunos periodistas de Solidaridad Obrera la publicación de un nuevo diario. El proyecto desemboca en la publicación de Lucha Obrera, el 1 de diciembre de 1923. El periódico es dirigido por Arlandis y Maurín, pero en él trabajan los principales responsables CNT de Solidaridad Obrera (Viadiu, Alaiz,…). Se define abiertamente como “sindicalista comunista”. Lo financian principalmente los sindicatos del transporte y del metal de Barcelona. Esta ofensiva del sector SR marca ciertamente la cumbre de su actividad. Después de haber reforzado su implantación en Asturias, Euskadi, en Valencia y Cataluña, la corriente dispone ahora no sólo de una revista teórica, sino de un diario. Sindicatos potentes se suman a ella. A partir de 1922 el centro de gravedad del movimiento obrero ha cambiado. Después de la casi desaparición de los sindicatos animados por los anarcosindicalistas, la iniciativa de las huelgas la toman los militantes sindicalistas revolucionarios. Es en Asturias y en Euskadi donde los sindicatos favorables a la ISR desencadenan huelgas para contrarrestar los ataques de la patronal. En otro sector que sigue activo, como el sindicato de transportes de Barcelona, unido a los CSR, se lanzan una serie de huelgas importantes en casi todos los sectores.

Pero esta apoteosis se apoya en una CNT debilitada política y estructuralmente. En otro contexto, marcado por un empuje de luchas obreras, esta dinámica hubiese podido dar confianza a muchos militantes. Pero en esta situación de reflujo, las tendencias sectarias se concentran en las luchas de aparatos, su terreno predilecto. Lanzarán a todos sus militantes a la batalla interna. Los afiliados a la CNT se han expresado en la lucha interna entre las tendencias. Lo han hecho con los pies, abandonando una organización dominada por el anarcosindicalismo. Hay también que constatar que las regiones que siguen manteniendo una actividad de masas son las que defienden el frente único. Se podría pensar que si los afiliados hubiesen podido realmente expresarse en condiciones normales, no lo hubieran hecho a favor de las tendencias predominantes en la CNT.

La iniciativa de Lucha Obrera provoca la furia de la tendencia anarcosindicalista más sectaria. Pasa a la ofensiva contra los CSR. Multiplica las presiones a los redactores del diario y consigue su disolución tres semanas después. En el Pleno de Granollers del 30 de diciembre 1923, los delegados miembros de los CSR no pueden entrar. En las semanas siguientes, los sindicatos fieles al SR son disueltos por los dirigentes anarcosindicalistas[13]. No es necesario precisar el ambiente de violencia verbal y física que reina dentro de la CNT. Militantes SR son regularmente amenazados por los partidarios de la pistola. El 4 de marzo, la revista La Batalla es blanco de un atentado con un paquete con trampa explosiva. Al mismo tiempo, Tomas Tus, un médico que se unió a los CSR, cura a los militantes de los grupos de acción de la CNT heridos en sus enfrentamientos con los pistoleros de la patronal.

Los CSR proponen a Pestaña un debate público en las columnas de Solidaridad Obrera. Este rechaza la propuesta y escoge volcar el centro de gravedad de la CNT hacia la corriente más sectaria, cosa que se olvidará de recordar en 1930 cuando se publique del Manifiesto de los Treinta[14].

A principios del año 1924, es en este contexto dramático en el que los militantes de los CSR tratan de conservar lo que se pueda dentro de la CNT. Pero al mismo tiempo la situación del movimiento revolucionario internacional ha evolucionado mucho.

b) La Internacional Comunista como refugio

La crisis del SR a partir de los años 1919-1923 fue casi general en todos los países. La existencia de la ISR sirve de polo de reagrupamiento hasta su desvío en 1928. Pero el germen de la descomposición es ya una realidad bajo el impacto del reflujo del movimiento obrero. La descomposición del SR será pues más o menos rápida según la situación de cada país. En España, el fenómeno será extraordinariamente rápido, con formas muy diversas. Se puede decir que en este país asistimos a una verdadera implosión de los CSR. La situación es desfavorable al SR. Los sindicatos no pueden reunirse en asamblea general, lo que favorece la acción de las fracciones sectarias. Mas el movimiento obrero está en una situación de reflujo evidente en España como en toda Europa. Los CSR van a ser víctimas de este reflujo. Éste se manifiesta de manera dramática. Los militantes CSR son los principales blancos de la represión. Su actividad pública, opuesta a la lucha armada clandestina, hace de ellos blancos privilegiados. Después de los intentos de asesinato contra Nin y Maurín, Foix, administrador de La Batalla es asesinado en la calle en Barcelona en abril de 1923. Los CSR están mucho más expuestos a la represión que los partidarios de la lucha armada clandestina. Muchos de sus artículos en La Batalla son censurados. La revista es suspendida en el verano 1924 por orden del gobernador civil Anido. Lucha Social reaparece pues provisionalmente. Pero la mayoría de los responsables de los CSR están encarcelados al principio del año 1925. Manuel Valls y Desideri Trilles son arrestados en agosto, así como Eusebio Rodríguez en septiembre, y después Arlandis, Masmano, Colomer,… El 18 de agosto le toca a Bonet, uno de los pilares de La Batalla. Desde la cárcel, Bonet y Maurín piden ayuda a Nin, representante de los CSR en la ISR. Nin viaja finalmente a Paris para ayudar a la reorganización del movimiento revolucionario español. Pero Nin es arrestado y expulsado.

Los grupos clandestinos tienen pues campo libre para conquistar una hegemonía sobre el resto de militantes activos y desmoralizados. Esta hegemonía es más fácil lograrla en la medida en que el gobierno es muy consciente de que está ganando la guerra contra los partidarios de la acción violenta minoritaria. El gobierno deja a las revistas de estas corrientes expresarse públicamente para reforzar la división del movimiento obrero. La revista del PCE sigue legalizada, así como la principal revista teórica del movimiento anarquista, La Revista Blanca, que se publicará durante toda la dictadura.

Los CSR entran pues en una fase de extinción. La principal razón que dan los militantes de los CSR para disolver su organización, es que se mantienen fieles al SR, al contrario de lo que puedan decir los anarcosindicalistas. Esto puede parecer contradictorio, pero la fuerza de los CSR residía en la actividad de masas de los sindicatos. No son una fracción teledirigida del exterior por un partido. En una situación donde los sindicatos no pueden casi reunirse en Cataluña y con una grave desafiliación sindical, los CSR pierden parte de su razón de existir. Era una tendencia sindical que actuaba en el centro mismo del movimiento sindical. La acción clandestina parece pues más eficaz bajo la forma de una organización de vanguardia por afinidad. Este elemento, aunque fue determinante, no puede explicar por sí solo la disolución de los CSR. Estos podrían haber seguido actuando en la clandestinidad para servir de impulso a una dinámica de reconstrucción de las organizaciones sindicales de masas. Lo cierto es que alrededor de estos años 1924-1925, los sectores de la tendencia moderada se destacan cada vez más del anarcosindicalismo. Esta nueva corriente la animan las regiones asturiana y gallega, pero también el nuevo secretario catalán clandestino, Adrián Arno. En octubre 1924, éste lanza un nuevo órgano confederal, Solidaridad Proletaria, que servirá de instrumento para la reorganización de los sindicatos. Este impulso se sustenta en escasas fuerzas, pero demuestra que algunos militantes libertarios influyentes se niegan a seguir los anarcosindicalistas en su huida hacia adelante. Que en esta fecha ya no es hacia el anarcosindicalismo sino hacia un anarco-comunismo sectario como el de la FORA argentina. El anarcosindicalismo se descompone en dos corrientes. La más sectaria, animada por Buenacasa y Santillán, intenta transformar las organizaciones sindicales en una federación de grupos puramente anarquistas, lo que desembocara en la creación de la FAI. La corriente moderada inicia un giro. Peiró, el antiguo secretario confederal de 1922, teórico del anarcosindicalismo, defiende ahora una línea de relativa neutralidad ideológica. Pestaña le apoya, consagrándose a la reorganización de los sindicatos. Éste acepta íntegramente el sindicalismo de industria.

Pero esta orientación de la corriente moderada de la CNT es ciertamente percibida por los SR como poco sólida. Peiró y Pestaña se caracterizaron por comportamientos antidemocráticos y por sus posturas hostiles a los SR. Pero este cambio brusco es poca cosa frente a la potente atracción que ejerce la URSS.

Éste es uno de los principales factores que explican la disolución de los CSR. Maurín será el principal responsable de este deslizamiento de los CSR hacia una adhesión mayoritaria al PCE. Es uno de los principales teóricos de la organización y se aprovecha de su viaje a Moscú en 1924 para debatir ampliamente con Nin. Maurín analiza muy pronto la crisis del movimiento obrero. El golpe de Estado de Primo de Rivera en septiembre 1923 confirma su opinión. Con Nin, van a definir el ascenso del fascismo en Europa como una “contrarrevolución preventiva”, posible gracias a los errores cometidos por el movimiento obrero. Nin es el principal teórico de la ISR en lo que concierne el análisis objetivo del fenómeno fascista, que estudia principalmente durante sus viajes a Italia pero también a través de la situación española. Acertadamente, Nin y Maurín afirman que la situación inmediata ya no es revolucionaria. La subida de la afiliación a la CNT y las huelgas del 1917-1919 no desembocaron en una revolución. El concepto de “contrarrevolución preventiva” es operante para analizar la evolución de los CSR. La amenaza fascista se analiza correctamente, como un peligro inmediato que implica la necesidad imperiosa del frente único. Pero esta amenaza es “preventiva”, lo que significa que el movimiento obrero guarda una verdadera fuerza de disuasión, que inquieta a la burguesía aliada al fascismo. Esta capacidad real les lleva a pensar que los éxitos de los CSR pueden abrir una nueva dinámica para la CNT. Pero conforme pasan los meses, la ausencia del frente único y la acentuación de la descomposición de la CNT transforman la situación. En 1924, la burguesía española necesita cada vez menos al fascismo. La dictadura de Primo de Rivera permitió al mismo tiempo liquidar la CNT e integrar la UGT. Maurín y sus camaradas, a partir de este momento, van a sobrevalorar la importancia de “la crisis de dirección” y en consecuencia a infravalorar un frente único sindical cada vez más hipotético: ”la clase obrera está desmoralizada, desanimada por la ausencia de una buena dirección” (La Batalla, 4 abril 1924).

Los escritos políticos de Maurín, a menudo publicados en La Batalla, pierden fuerza y valor materialista. El idealismo, la sobrevaloración de la ideología, se impone progresivamente. Por ejemplo, en el folleto de formación publicado por la ISR “El anarcosindicalismo en España”, ofrece un análisis incorrecto de esta corriente sindical. Maurín percibe en el anarquismo un factor que desvía a la CNT. Pero las referencias abstractas al anarquismo sirvieron ante todo los burócratas de la CNT para justificar su repliegue sobre aparatos sectarios. No es pues el anarquismo la causa de la descomposición política de la CNT. El anarquismo fue utilizado como una referencia que permitía justificar un repliegue defensivo y nacional sobre un aparato separado de la luchas de clases a nivel internacional. Este progresivo idealismo en los escritos de Maurín concierne también sus análisis sobre los instrumentos de lucha. El partido de vanguardia aparece ahora como una solución adecuada a todos los problemas del movimiento obrero. La adhesión a Moscú se presenta ahora de manera caricaturesca, cuando Maurín, con Nin presente en Moscú, conoce la evolución burocrática que ha sufrido la IC y el régimen soviético. Maurín criticaba el régimen en sus primeros años de existencia, pero ahora sigue a este régimen, cuando la revolución ha sido sofocada por la burocracia. Pero en el contexto de la época esta adhesión es tentadora, porque lo que queda de fuerzas revolucionarias está mayoritariamente reagrupado en torno y dentro de la IC.

Maurín y muchos de los militantes de los CSR van a entrar en el PCE cuando los SR franceses controlan el PC francés. Esta influencia francesa en La Batalla es constante. Pero Maurín sabe muy bien que esta integración va a provocar los primeros desvíos y conflictos internos. Además, cuando Maurín está encarcelado, son los sindicalistas revolucionarios reagrupados alrededor de Monatte quienes le aportan ayuda material, que tanto esperaba por parte del PCE. En 1925, la expulsión del PC francés de Monatte y de sus amigos de La Vie Ouvrière provoca en Maurín un asombroso desorden político[15]. Pero ya es demasiado tarde, la disolución de los CSR en el PCE ha comenzado.

En un primer momento, esta iniciativa tiene cierto éxito. En otoño 1924, la presencia de Maurín en el congreso de la ISR se aprovecha para negociar su entrada en el PCE. Va a llegar hasta la amenaza de formar un movimiento disidente. Entra en el PCE, pues, con el objetivo de ganar la dirección del partido, no para obtener cargos, sino para romper su pasividad respecto a la dictadura y a las luchas sindicales. En el mes de noviembre 1924, el Pleno clandestino del PCE se caracteriza por un ataque virulento por parte de las federaciones vasca y catalana, compuestas de militantes SR, contra el Comité Central. Éste va dimitir, dejando a Maurín el cargo de secretario general. Inmediatamente las autoridades cambian su actitud frente al PCE. De ser relativamente aceptado, el partido pasa ahora a sufrir una dura represión. El 12 enero 1925, Maurín es arrestado por la policía después de haber recibido una bala en la pierna. Los antiguos responsables de los CSR siguen el mismo camino: pasaran varios años en la cárcel.

La reunión de disolución de los CSR no se celebró. Esto impedirá hacer un balance colectivo. Los militantes seguirán en contacto, pero el SR español desaparece como organización estructurada. Pero su historia no se acaba aquí.

6. DE LA TRAGEDIA AL BALANCE POLÍTICO

a) Del frente único al desvío de las afinidades

Los antiguos militantes siguen siendo partidarios del frente único, pero todos tienen la tentación de refugiarse en grupos de afinidad política. Algunos se marchan a la FAI, otros al el PCE, pero también en organizaciones socialistas o catalanistas. Los más conocidos entran en el PCE, en particular en la Federación Comunista Catalano-Balear (FCCB) que reagrupa solo una treintena de afiliados. Esto confirma que los CSR no son una creación del PCE, pues la adhesión al partido solo se produce tras la disolución de los CSR y en un contexto de virulentos debates con los comunistas. En el bastión catalán, la gran mayoría de los militantes SR no se afilian al PCE hasta 1924.

Como Maurín, son muy críticos con la naturaleza profundamente burocrática del PCE. Hay que esperar pues al año 1924 para que este partido se emplee como terreno de repliegue. La influencia de la IC puede ayudar a explicar este paso, pero sobre todo es la crisis de la CNT lo que empuja a esos militantes hacia la afinidad política. Estos militantes se encontrarán más tarde en la dirección del POUM. Pero se produce una escisión en el BOC en 1931. Arlandis, Masmano, Antoni Sesé Artaso y otros militantes sindicales dejan en BOC para impulsar la creación del PC catalán, y más tarde, en junio de 1936, la del partido estalinista PSUC. La influencia de los antiguos CSR es importante en la UGT catalana, en la cual disponen de los principales cargos de dirección.

En los años veinte, otros militantes eligen replegarse tácticamente en la UGT y en las organizaciones socialistas. Es importante poner de relieve que son los militantes libertarios quienes se lanzan primero en esta dirección. Son los mismos que se declaraban críticos frente al régimen soviético, tras participar en el congreso de la ISR de 1924: Desideri Trillas se afilia a la UGT en 1931 para ser vicepresidente regional de Cataluña. Josep Jove es presidente de la organización regional a partir del año 1928, así como de la federación regional del PSOE. Después de su participación en el Gobierno de la Generalitat en 1931, es excluido del PSOE y se afilia a la Esquerra Republicana de Cataluña, donde se encuentra con Martí Barera, el antiguo impresor cenetista de La Batalla.

Estas posturas no son dramáticas a nivel inmediato. Todos estos militantes son favorables al frente único. Se encontrarán de nuevo juntos en la lucha asturiana de Octubre 1934, donde muchos de los responsables de las Alianzas Obreras fueron militantes de los CSR. Pero sin organización nacional, los antiguos SR tienden a replegarse en sus aparatos respectivos, lo que impide la elaboración de una perspectiva revolucionaria conjunta. Con el fracaso de Octubre 1934, el frente único entra en crisis frente al impacto de un frente popular institucional. Las trayectorias políticas, pues, de ahora en adelante va a separarse hasta terminar en un choque frontal. La experiencia de los CSR se termina en una lucha fratricida sangrienta. Las posturas divergentes se radicalizarán durante el proceso revolucionario de 1936-1937. En los últimos días del mes de julio de 1936, Desideri Trillas, dirigente del PSUC, es misteriosamente asesinado en Barcelona. Los que siguen fieles al sindicalismo revolucionario son progresivamente denunciados como agentes “hitlero-trotskistas” por sus antiguos camaradas seguidores del frente popular. Esta campaña desemboca en el asesinato de Nin en mayo 1937. El PSUC intenta demostrar que el POUM es una oficina fascista. Esta acusación es aún más ridícula en la medida en que se sabe perfectamente que los dirigentes del PSUC y de la UGT de Cataluña vienen del SR y que el POUM tiene el mismo origen, como lo recuerda el título de su revista.

En los acontecimientos de mayo de 1937 se enfrentan antiguos camaradas. Es Eusebio Rodríguez Salas, antiguo secretario de la federación provincial de Tarragona, quien organiza la provocación, atacando la central de Telefónica en Barcelona. En este momento es responsable de la policía de Cataluña. Uno de los principales blancos de la represión va ser el POUM y la nueva tendencia SR que se estaba organizando dentro de la CNT, Los Amigos de Durruti. Estos últimos responden a la provocación con las armas. La lucha fratricida es sangrienta. Antoni Sesé es asesinado el 5 de mayo 1937 cuando es nombrado consejero del Gobierno de la Generalitat. Algunos días más tarde, Nin es arrestado, torturado y asesinado tras no haber denunciado a sus camaradas.

b) La organización por afinidad, ¿superación de la tendencia sindical?

Los militantes de los CSR disolvieron su organización en 1925 para afiliarse a organizaciones de afinidad como alternativa a la crisis del movimiento revolucionario. Esta experiencia termina en una verdadera tragedia. El repliegue dentro de los aparatos respectivos ha permitido la destrucción del frente único y la desaparición de toda perspectiva revolucionaria. No nos podemos detener en esta observación. Es importante analizar la crisis del SR español en los años 1924-1925, crisis que persiste hoy en día, 85 años más tarde.

La mayoría de los miembros de los CSR se afiliaron al PCE. Otros se afiliaron a los partidos socialistas, libertarios o catalanistas. Esto se consideró un paliativo a la crisis de los CSR. Al final, acentuó más aún la crisis. Los militantes que se afiliaron a los partidos de izquierda no pudieron crear verdaderas tendencias revolucionarias implicadas en las luchas obreras. La trayectoria de estos militantes que se adhirieron a un aparato, se caracterizó por la confusión y la inestabilidad política.

El núcleo principal de los CSR guardó cierta homogeneidad orgánica, manteniéndose como tendencia política. Después de marcharse del PCE, fundan el Bloc Obrer i Camperol y después el POUM. Estas organizaciones de afinidad, que se presentaban como instrumentos para superar las “debilidades del sindicalismo revolucionario”, se encontraron rápidamente frente a obstáculos políticos mucho más complicados que aquellos a los que se enfrentaron los CSR.

Vimos que el paso de los CSR hacia el PCE se caracterizó por una pérdida de fuerzas militantes. Lo mismo pasará con la fundación del BOC y del POUM. Estas vanguardias podían presentarse como futura dirección del movimiento obrero. Lo eran seguramente, a nivel de la elaboración teórica, dominando ampliamente las reflexiones estratégicas del movimiento obrero español. Pero la cuestión fundamental era la de irrigar a las masas obreras con estas reflexiones. La articulación entre organización revolucionaria y confederación sindical de nuevo se puso en cuestión. Los antiguos CSR no tardaron en enfrentarse a un verdadero rompecabezas.

En el año 1927, el PCE aborda la cuestión de la reconstrucción de la CNT. Pero este proyecto debe apoyarse necesariamente en una tendencia revolucionaria. La IC y su sección española apoyan pues la propuesta de Maurín de crear de nuevo… los CSR y una revista…¡La Batalla! Grupos de oposición sindicalistas revolucionarios se ponen rápidamente en pie. Pero evidentemente se perciben como una fracción del PCE, cosa que no pasaba con los viejos CSR. Esto impide la adhesión de militantes de otras ideologías, en un momento en que la crisis del anarcosindicalismo está provocando disidencias muy fuertes dentro de esta corriente. Esto desemboca en 1932 en los Sindicatos de Oposición de la CNT, favorables al frente único y al SR. En el momento en que el sindicalismo revolucionario puede aparecer como una alternativa política mayoritaria, la ausencia de una tendencia unitaria fragiliza esta dinámica de reconstrucción.

Esto es tanto más perjudicial en la medida en que la ausencia de este instrumento lleva a los antiguos CSR a un callejón sin salida. Su adhesión a la IC fue finalmente provisional, una etapa de repliegue táctico, pero les penaliza mucho desde el punto de vista político. Estos militantes que reflexionan colectivamente la estrategia revolucionaria saben perfectamente que la suerte de la revolución se jugará en el terreno de las centrales sindicales. El socialismo no se construirá bajo forma soviética sino sobre la base de la gestión sindical. Esto lo confirma la reconstrucción rápida de la CNT y la radicalización de la UGT en los años 1930-1931. Esta estrategia política, que se integra en el esquema SR, será criticad por la IC estalinista y por la oposición trotskista. Los antiguos CSR se adhirieron a las tesis del partido de vanguardia pero sin abandonar por ello sus análisis SR. Esta contradicción permanecerá sin solución.

Los militantes del BOC-POUM van a tener un papel de primer orden dentro de la CNT, propagando sus análisis SR (frente único, gestión sindical del socialismo, sindicalismo de industria, violencia colectiva…). Pero el partido es un obstáculo que impide la creación de una tendencia revolucionaria y unitaria dentro de la CNT. Los dirigentes anarcosindicalistas se van a aprovechar de esta debilidad política para, de nuevo, aislar a los antiguos CSR, a pesar del empuje de los militantes del BOC dentro de la CNT en los años 1930-1934.

La crisis de los CSR en 1924 no se debe a razones internas. La única debilidad que se podría subrayar es la misma que existe en los CSR franceses: la adhesión de sindicatos como tales. Este error puede llevar a infravalorar la necesidad de formación política de los afiliados. Votar una moción revolucionaria en un sindicato no transforma inmediatamente al afiliado en militante revolucionario y menos aún convierte al sindicato en un instrumento revolucionario. Una organización revolucionaria tiene como objetivo reagrupar únicamente a militantes revolucionarios, cosa que un sindicato no logra más que durante una fase revolucionaria.

La verdadera debilidad de los CSR fue haberse formado relativamente tarde. Esto no es algo particular de España. Los militantes tienden a menudo a crear una organización revolucionaria tras un fracaso, cuando adquiere tardíamente consciencia de esa necesidad. Pero en un periodo de reflujo es evidentemente más difícil reagrupar militantes, cuando la desmoralización difunde sus efectos. Si los CSR hubieran aparecido en 1919, su impacto habría sido mucho más fuerte e importante, evitando seguramente el desvío de la tendencia Seguí-Pestaña. Hubieran tenido también más tiempo para organizar y formar a sus militantes, pudiendo luego afrontar más fácilmente la represión y reconstruir la CNT.

En todo caso, esta experiencia debería ser útil a todos los que combaten en España o en otro país por la revolución socialista. La revolución será imposible sin la existencia previa de un frente único sindical, y de una tendencia SR que sirva de instrumento de formación y de impulso estratégico.

En Francia esta tendencia se ha creado de nuevo. En España aún hay que construir esta dinámica.

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ESTUDIO BIOGRÁFICO

En la multitud de obras “históricas” redactadas por anarcosindicalistas, la tendencia “pro-ISR” o “bolchevique” se presenta como un elemento externo. Los militantes de la tendencia SR se habrían hecho con mandatos a causa de la represión contra los dirigentes históricos libertarios. Los “bolcheviques” se habrían apartado luego de la CNT para adherirse al leninismo.

Analizando el trayecto de los militantes de los CSR, esta tesis es por lo menos extravagante. Estos militantes, al contrario, defienden las posturas históricas de la CNT y del SR. En 1919, estos militantes disponen ya de una sólida experiencia y de influencia en la base. Sus biografías demuestran que ellos también son víctimas de la represión, lo que complicará la acción de los CSR. Lo más destacado es que tienen más experiencia que los dirigentes de la CNT de los años treinta. Los dirigentes de la tendencia anarcosindicalista se formarán en el cuadro de los grupos de afinidad clandestinos. Esto explica en parte la gran dificultad de la CNT para organizarse en esos años. A los dirigentes anarcosindicalistas les es más fácil manejar la pistola que la reflexión estratégica.

También hay que subrayar que muchos militantes de los CSR fueron expulsados de la CNT. Estas expulsiones, en el caso de los marxistas, se justificaron por sus orientaciones ideológicas. Pero numerosos libertarios fueron también expulsados, y pasaron a los Sindicatos de Oposición. Los que no estaban organizados no molestaban. Y a los de Asturias, dejaron que les masacraran en octubre de 1934.

La distinción no se atiene pues a cuestiones ideológicas. Entre 1919 y 1924 no están, por un lado, los “amables anarquistas” y los “malvados marxistas” por otro. Las tendencias que existen dentro de la CNT son de naturaleza puramente sindical. Los SR defienden la orientación histórica de la CNT, oponiéndose así a las tendencias anarcosindicalistas. ¡Unas tendencias tan anarquistas que participarán luego en toda una serie de gobiernos y de frentes populares!

Daniel Rebull Cabré (Tarragona, 1989 – Barcelona, 1958), más conocido por su seudónimo David Rey.

En 1904, a los 15 años, se afilia a la Sociedad de resistencia de los mecánicos de Barcelona. Militante libertario fuera del sindicato, es muy activo en la huelga de 1909 y en las luchas sindicales siguientes. Participa a la dinámica de la creación de la CNT en 1910 y es elegido secretario del sindicato del metal de Barcelona. Después de un viaje de tres años a Alemania, vuelve en 1917 al secretariado del sindicato y es miembro del comité de huelga de la Canadiense. Encarcelado por haber impreso clandestinamente Solidaridad Obrera como director de la publicación. Asiste al segundo congreso confederal de la CNT, que se celebró en Madrid en diciembre de 1919, como delegado de la federación local de Barcelona en la cual es secretario. En noviembre 1920, es de nuevo encarcelado y deportado al castillo la Mola de Mahón con Seguí y Companys. Participa activamente en la organización de los sindicatos únicos del metal y del cuero. Es delegado por la federación local de Barcelona y actúa con Emilio Mira en el sindicato de la madera y Ricardo Fornells, representante del sindicato del vidrio. Como delegado del comité local, estructura el comité de huelga de los cocineros y camareros. Participa a la creación del sindicato único de tranvías, que desemboca en una potente huelga. Esto le vale una condena de 6 años de cárcel. Pasa por muchas prisiones. De nuevo en cárcel tras el golpe de Estado de Primo de Rivera, escribe el 14 de octubre 1923, con una cuarentena de sindicalistas encarcelados, una moción de los sindicatos del metal y de transportes que denuncia el sectarismo de ciertos grupos anarquistas para imponer sus posiciones. Mientras tanto, asiste a la reunión del comité central del PCE en Bilbao, es elegido para el comité ejecutivo. Puesto en libertad en 1924, es más tarde secretario general de la FCCB. Pasa la mayoría de su tiempo en la cárcel. Sale en 1929 y entra de nuevo en octubre 1930. Se adhiere más tarde al BOC. En Sabadell, el 14 de abril 1931, forma un comité revolucionario con Beltrán, Rosos para la CNT y David y Molins para el BOC. En 1931, asiste al congreso de la CNT en Madrid como delegado de Tárrega (Lérida). Partidario de la Alianza Obrera, participa de manera activa a las huelgas del 6 y 7 octubre en Barcelona y en los enfrentamientos en la calle. Encarcelado. En 1935, participa en la fundación del POUM. Organiza los enfrentamientos durante las jornadas de julio 1936. Se le da después mandato para formar las milicias del POUM. Encarcelado de mayo 1937 a enero 1939 por las autoridades republicanas. Se escapa y rechaza el exilio. De nuevo arrestado por los fascistas, queda preso hasta 1946. Miembro del comité ejecutivo clandestino del POUM, varias veces encarcelado, de nuevo en 1952 a los 63 años.

Moral Menéndez, Aquilino (1887-1979)

Obrero en La Felguera (Asturias), joven militante en el movimiento libertario. Uno de los animadores de la huelga de 1917 y uno de los primeros responsables del primer sindicato de mineros de la CNT. Se adhiere a la corriente de Maurín en 1919. Se encuentra con Nin, Maurín y Rey en el congreso de la Comedia. Será uno de los fundadores de la revista La Batalla y de los CSR. Será uno de los dirigentes del octubre 1934 como miembro del BOC y del POUM. Liberado en 1941, se vuelve uno de los responsables clandestinos de la CNT y anima huelgas en los años cincuenta y sesenta. Sigue escribiendo en La Batalla con el seudónimo de Mario Guzmán hasta el año 1972. Pero es muy activo, a pesar de su edad, en todas las movilizaciones de los trabajadores asturianos: la huelga general de Asturias en 1962, el FUSOA (órgano de solidaridad obrera influido por el POUM), las Comunas Revolucionarias de Acción Socialista. Es también el secretario de la CNT clandestina de Asturias. Es con este título que preside el primer mitin público de la CNT en 1976.

Bueso Garcia, Adolfo (Valladolid, 1889 – Barcelona, 1979)

Tipógrafo, vicesecretario de la Junta de Artes Gráficas, organiza la fusión de las organizaciones de esta industria en un sindicato único de CNT. Participa en la semana Trágica. Adherido a las Juventudes Socialistas y después al PSOE. Participa más tarde en los grupos anarquistas a partir de 1912. Responsable de la CNT desde sus comienzos, colabora en Solidaridad Obrera y participa en la nueva publicación del diario en 1930. Director de La Batalla en 1925. Poco tiempo más tarde es encarcelado hasta julio 1928. En 1919 y en julio 1928, elegido para el comité regional de la CNT. Asiste al congreso de 1931. Será uno de los últimos militantes del BOC excluido de la CNT, su estatuto de fundador de la CNT no permitía a sus adversarios presentarlo como elemento infiltrado. Con militantes treintistas y otros del SR constituye un sindicato de industria hegemónico en Barcelona. Se adhiere al BOC. Exiliado, expulsado de la CNT en el congreso de París en 1945. Se unió más tarde a la CNT Renovada (CGT).

Pere Bonet (Lérida, 1901 – París, 1980)

Se afilia muy joven a la CNT de Lérida y se carga ya de responsabilidades a los 16 años. Uno de los promotores de la transformación de los sindicatos de oficios en sindicatos de industria. Arrestado en 1917 por su acción durante la huelga. En 1919 es elegido secretario de la federación provincial de los sindicatos CNT y dirige la revista Lucha Social que se transforma en el portavoz del sindicalismo revolucionario. Elegido al comité permanente de la CNT de Cataluña. En 1920 crea las Juventudes Sindicalistas de Lérida. Reemplaza Maurín durante su viaje a Moscú. Representa a la federación provincial en los congresos regionales y nacionales, entre otros en la conferencia extraordinaria de la CNT catalana en 1922. Miembro del equipo de redacción de La Batalla (1922). Durante la dictadura de Primo de Rivera, es encarcelado cuatro años (de 1925 a 1929). Se exilia después a París. De vuelta en Barcelona en febrero 1931, es expulsado de la CNT en abril 1932 en el Pleno de Sabadell por su ideología. Será uno de los principales animadores de la FOUS, la federación sindical que reagrupa a los sindicatos animados por sindicalistas revolucionarios y por expulsados de la CNT. Será elegido al comité ejecutivo del BOC. Representante de la FOUS en la Alianza Obrera de Cataluña. Elegido al comité ejecutivo del POUM. En octubre 1938, condenado a 15 años de cárcel por la justicia republicana. Se escapa de cárcel en enero 1939.

Emilio García

Carpintero en Gijón. Militante de las Juventudes Socialistas en 1918, uno de los fundadores del PCE. Secretario del sindicato de la madera de Asturias, participa al congreso de 1919. Se encuentra con Nin y David Rey. En 1931 se adhiere a la Oposición Comunista de España. En 1934 defiende la Alianza Obrera en el Pleno regional de la CNT. Secretario del Ateneo Obrero de Gijón, muere en los combates de julio 1936 en Oviedo. Después de muchos años de militancia en las organizaciones marxistas, su hijo será en los años ochenta uno de los principales dirigentes de la CNT y secretario de la AIT anarcosindicalista.

Hilari Arlandis Esparza (Figueras, 1888 – Gerona, 1939)

Obrero de la región de Valencia, propone la adhesión a la IC en el congreso de la CNT de 1919. Delegado regional de Valencia en el Pleno de 1921, elegido como representante de la CNT para el primer congreso de la ISR. Se adhiere al Partido Comunista Obrero Español, después al PCE. Pero su influencia se ejerce principalmente a través de los CSR. Miembro de la redacción de La Batalla. Se exilia a Francia a causa de las acciones de los CSR contra la guerra en Marruecos. De vuelta a España durante la dictadura de Primo de Rivera, es encarcelado. Será militante de la federación comunista de Levante, de la FCCB y del Partit Comunista Catalá (PCC). Expulsado de la CNT por esta razón en el congreso de 1931, a pesar de su mandato de delegado del sindicato de Artes Gráficas de Barcelona. En conflicto con el BOC a partir de 1932, se adhiere al PCC. Será en adelante uno de los principales dirigentes del movimiento estalinista.

Josep María Foix (1896 – 1923)

Militante de la sección Bancos y Bolsas del sindicato del comercio, es uno de los fundadores de este sindicato de industria. Responsable de La Batalla, asesinado en 1923.

Juan Andrade Rodríguez (1898-1981)

En abril 1920 organiza la escisión de la Juventudes Socialistas que se transforman en PC. Miembro del comité ejecutivo de este partido, llega a la redacción de La Batalla en 1923. Será uno de los principales teóricos del POUM.

Trillas Mariné, Desideri

Trabajador del puerto. Activo tempranemante en la CNT, debe exiliarse a Francia en 1914. Responsable del sindicato de transportes en la huelga de 1923, participa en consecuencia en el tercer congreso de la ISR en 1924. Poco tiempo más tarde, se va de la CNT y se afilia a la UGT. Vicepresidente regional en 1931 y presidente en 1934. Miembro del comité regional del PSOE. Asesinado el 30 de julio 1936 en Barcelona.

Grau, Josep

Militante de la CNT en el sindicato de la Fusa de Manresa. Representa a este sindicato en el Pleno de la CNT regional de Cataluña en Barcelona en agosto 1931. Colabora al periódico El Trabajo (1931 – 1934).

Rodríguez Salas, Eusebio (Tarragona, 1885-1952)

Militante de la CNT de transportes de Tarragona. Milita igualmente en la federación socialista. Pierde un brazo en un accidente de trabajo, despedido de su empresa después de la huelga de 1917. Después del primer congreso provincial de Tarragona, miembro de su comité provincial. Será secretario de la federación obrera local de la CNT. Secretario del sindicato de transportes marítimos de la CNT en 1921. Miembro del primer comité central del BOC y de la FCCB. En 1935 se afilia a la USC y después al PSUC. Comandante de la policía de Barcelona en diciembre 1936. En 1942, expulsado del PSUC.

Víctor Colomer i Nadal (Corbins, 1896 – Mexico, 1960)

Profesor en Lérida, se adhiere a la CNT y es colaborador de Lucha Social. Participa al Pleno de la CNT de Lérida en abril 1921. Miembro de los CSR en 1922. Uno de los fundadores de la FCCB. En 1933, presidente del Ateneo Enciclopedista Popular y representante del BOC en el Comité Militar Revolucionario del 6 de octubre 1934. Se adhiere más tarde al PSOE.

Antoni Sesé Artaso (Broto Huesca, 1895 – Barcelona, 1937)

Se sindica muy joven en la CNT, encarcelado 11 meses en 1922 y 28 meses durante la dictadura de Primo de Rivera. Se afilia a los CSR. Milita a la FCCB y funda el BOC en 1930. Expulsado en 1931 por sus posturas favorables a la IC. Expulsado de la CNT, se afilia a la UGT. Con otros expulsados del BOC funda el PCC con Hilari Arlandis. Representa este partido en la Alianza Obrera de Cataluña. El 11 de junio de 1936, designado como secretario de la UGT. Asesinado el 5 de mayo 1937 cuando es nombrado consejero del Gobierno de la Generalitat.

Jaume Trías

Obrero del textil de Sabadell. Simpatizante de la revista La Batalla, se adhiere a los CSR. Miembro del comité ejecutivo del BOC, y más tarde del comité central del POUM desde su fundación.

Jové Surroca, Josep (Almenara Alta L’Urgell, 1884 – Mexico, 1947)

Militante de Solidaridad Obrera, asiste al congreso de fundación de la CNT en 1910. Representa la Societat Obrera dels Lampaders i Llauners de Barcelona. Representa a los CSR en 1924 en el congreso de la ISR. Se afilia más tarde a la UGT, secretario del sindicato nacional ferroviario (zona catalana) y presidente de la federación regional catalana de la UGT (de julio de 1928 a diciembre de 1931). Vicepresidente de la federación socialista de Barcelona del PSOE. Acepta el puesto de consejero a la Sanidad en el Gobierno de la Generalitat (de noviembre de 1931 a octubre de 1932) y será excluido de la UGT y del PSOE. Se adhiere a ERC.

Valls, Josep

Militante del sindicato del metal CNT de Barcelona, miembro de la delegación de los CSR al congreso de la ISR en 1924.

Barrera Maresma, Martí (1889 – 1972)

Presidente de las Juventudes de la UFNR d’Arenys de Mar. Militante en Barcelona en el movimiento obrero. En diciembre 1916 participa a la huelga lanzada por la CNT. Periodista de Solidaridad Obrera. Miembro del comité regional CNT durante la huelga general revolucionaria de 1917. Gerente de “Tipografía Cosmos”, una imprenta que edita La Batalla (1923). Administrador de Solidaridad Obrera de Barcelona, asume algún tiempo su dirección. Deportado con Lluis Companys y Salvador Seguí al castillo de la Mola de Mahón (30 noviembre 1920). En 1932 es elegido diputado en el Parlamento de Cataluña por ERC. Consejero del Trabajo en el Gobierno de la Generalitat del 4 octubre de 1933 al 7 octubre de 1934. Redacta numerosos convenios colectivos. Por su participación en Octubre de 1934, condenado a 30 años de cárcel. Durante la guerra civil es presidente de la comisión de responsabilidades políticas trabajando en la legislación jurídica. Se exilia en 1939 y vuelve a Barcelona en 1950.

Barrio Navarro, José del (Valladolid, 1909 – Paris, 1989)

Militante marxista, se afilia a la CNT de Barcelona en 1924. En 1927 es secretario de la Unión de Juventudes Comunistas de España y se instala en Bilbao en el comité central del PCE. Participa el año siguiente en el quinto congreso de la IC. En 1932 es secretario del sindicato del metal CNT de Barcelona y participa en la creación del PCC. En 1933 es expulsado de la CNT y se afilia a la UGT, secretario del sindicato del metal UGT de Barcelona. En junio 1936, es secretario general de la UGT de Cataluña. En el congreso de fundación del PSUC en julio 1936 es elegido para el comité central. Representa a la UGT en el Comité Central de las Milicias Antifascistas. Poco tiempo más tarde va al frente como comandante de la columna Karl Marx. Después del asesinato de Antoni Sesé, reemplaza a éste como secretario general de la UGT de Cataluña. Exiliado en Moscú, Chile, México y Francia. Será expulsado del PSUC en el exilio. Fue responsable de las publicaciones “Frente Único” y “Unidad Sindical”, y colaboró en “Octubre” (1935).

Piñón Oriola, Camil (Barcelona, 1889 – 1979)

Participa a la huelga del metal de 1910. En 1914 es elegido secretario de la federación local de Barcelona de CNT. En 1917 es tesorero de la federación metalúrgica de Cataluña de la CNT, y participa a la huelga general del mismo año. Interviene en la huelga de la Canadiense y asiste al segundo congreso de la CNT (Madrid, 1919) en el cual, con Salvador Seguí, defiende la estructura del sindicato único y de las federaciones de industria. Miembro del comité de huelga del metal en 1920, fue detenido y encarcelado en el castillo de la Mola de Mahón. En 1922 preside el sindicato de transportes y dirige la huelga de 1923. Detenido después del atentado contra el presidente de la patronal Félix Graupera. Asiste al tercer congreso confederal (Madrid, 1931). Se adhiere al manifiesto treintista, expulsado de la CNT por la FAI y forma parte de los Sindicatos de Oposición. En 1936 se reintegra en la CNT en el congreso de Zaragoza. Dirigió la publicación “Mar y Tierra”. Se exilia a Francia en 1939. Retorna a Cataluña, donde guarda contactos con grupos nacionalistas clandestinos como la FNC.


[1] Una familia agitada. El SR en Europa, de la Carta de Amiens a la primera guerra mundial, Wayne Thorpe, revista Mille Neuf Cent, nº24, 2006.

[2] Recuerdos de un cenetista, A. Bueso, Ariel, 1976, página 53.

[3] La CNT en los años rojos, del sindicalismo revolucionario al anarcosindicalismo 1910-1926, A. Bar. Akal, Madrid 1981, página 72.

[4] A. Bar, ibíd., página 499.

[5] Salvador Seguí (Noi de Sucre) 1887-1923, treinta y seis años de una vida, Vid J; Arquer, páginas 23-24.

[6] Acción Sindicalista, 22 septiembre 1922.

[7] Joaquín Maurín, de l’anarcho-syndicalisme au communisme (1919-1936), Y. Riottot, Ed. L’Harmattan, Paris, 1997, página 33.

[8] Acción Sindicalista, 13 octubre 1922.

[9] Este Pleno se celebró realmente en Barcelona y no en Lérida como dice H. Meaker. Su capítulo consagrado a este periodo contiene muchas informaciones erróneas. Así, describe el País Vasco como una región donde los SR son poco influyentes, lo que contradicen numerosos hechos, como la adhesión a los CSR por parte de muchos sindicatos de la CNT.

[10] El movimiento obrero español 1886-1926, Manuel Buenacasa. Ed. Júcar, página 219.

[11] La CNT en los años rojos, página 629.

[12] Información dada por Maurín al historiador Gerald H. Meaker en una carta fechada el 9 agosto de 1965, Archivos Maurín del Hoover Institute, Universidad de Stanford.

[13] Joaquín Maurín, de l’anarcho-syndicalisme au communisme (1919-1936), Y. Riottot, Ed. L’Harmattan, Paris, 1997, página 64.

[14] En esta fecha, 30 dirigentes de la CNT publican un texto que condena el desvío anarcosindicalista de la CNT. Rápidamente van a acercarse a los análisis sindicalistas revolucionarios y a sumarse a la Alianza Obrera. Algunos de ellos, como Pestaña, se olvidarán de abordar sus responsabilidades personales en este desvío. Esta ruptura será de corta duración. Se unirán a la CNT en el Congreso de Zaragoza de 1936, aceptando de nuevo los principios del “comunismo libertario”.

[15] Joaquín Maurín, de l’anarcho-syndicalisme au communisme (1919-1936), Y. Riottot, Ed. L’Harmattan, Paris, 1997, página 101.