Aunque aquí se analizan las huelgas que se desarrollaron en Francia a comienzos del verano del pasado año, las lecciones que se extraen tienen una validez internacional para el movimiento obrero. Aislados somos débiles y derrotados. Unidos somos fuertes y podemos ganar. La extensión y generalización de los conflictos, la coordinación y solidaridad entre los trabajadores en lucha de distintas empresas, categorías y localidades, es una necesidad práctica para lograr la victoria incluso en las pequeñas batallas cotidianas en defensa de los salarios y las condiciones de vida.
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Vamos a hablar sobre todo de la huelga de los ferroviarios, que ha durado más de diez días, y de la de los trabajadores temporales del espectáculo. Pero también hay que mencionar la huelga de artistas, de controladores aéreos, carteros, conductores de ambulancia, etc. A finales de primavera no había menos de 6 movimientos sociales en marcha.
Pasemos revista.
En la SNFC (Société Nationale des Chemins de Fer Français) el movimiento ha durado 15 días, la huelga más larga desde el 2010. Los sindicatos CGT y SUD-Rail ni siquiera rechazaron el proyecto de reforma del ferrocarril, que pretende unir la RFF (Réseau Ferré de France) y la SNCF. En cambio, los huelguistas se inquietaron, con razón, por su convenio y sus condiciones de trabajo. El 20, el movimiento parecía ahogarse, pero la huelga se mantuvo en ciudades como París, Marsella, Lyon o Grenoble.
Los trabajadores temporales del espectáculo protestan desde hace varias semanas contra el nuevo reglamento que endurece las condiciones para recibir la prestación por desempleo. El convenio entra en vigor el día 1 de julio. El gobierno suspendió el día 19 la medida más criticada. Pero la CGT-Espectáculos confirmó el 20 la convocatoria de huelga para el mes de julio.
Los controladores aéreos estuvieron de huelga del 24 al 29 de junio, huelga que fue convocada el 17. Protestaban contra el proyecto europeo que prevé la disminución de las tarifas que se pagan por el control del tráfico aéreo, que les hace temer una posible privatización de algunos servicios. Llegado el momento, el sindicato de controladores aéreos (SNCTA) desconvocó la huelga. Las maniobras sindicales típicas, que siempre tratan de dividir a los trabajadores y darles una puñalada por la espalda. Está traición terminó con la huelga.
Los marineros de la SNCM (Société Nationale Corse Méditerranée) convocaron para el 24 una huelga prorrogable por temor al desmantelamiento de la compañía marítima.
Los examinadores del carnet de conducir fueron a la huelga el 25, convocados por los sindicatos para protestar en contra de la reforma del permiso de conducción.
Y también el viernes 13, los guardias de seguridad de la Torre Eiffel hicieron un parón de unas horas en defensa de sus salarios. El miércoles 17, la Chambre Nationale des Services d’Ambulance llevó a cabo una acción. El jueves 18 fue el turno de los trabajadores de las oficinas del paro, una jornada de huelga contra el proyecto de modificación de las condiciones de promoción. ¿Seguimos?
Estas últimas luchas han demostrado de nuevo que los sindicatos no tienen ningún interés en defender a los trabajadores ni intentan conseguir una correlación de fuerzas favorable, unificando unas luchas que tratan todas de conservar unas determinadas condiciones de trabajo.
Los ataques de la burguesía
Desde mediados de los 80, la burguesía ataca con firmeza las conquistas de la clase obrera, logradas en el curso de los años de la reconstrucción tras la Segunda Guerra Mundial. Hoy, los ataques se intensifican, tanto en Francia como en el resto del mundo. Y esto no va a parar, porque el sistema capitalista se enfrenta a la crisis económica más grave de su historia. En efecto, la burguesía siempre tiene los ojos puestos en la tasa de ganancia, que ha seguido cayendo tras lograr recuperarse un poco en los años anteriores al crack del 2007. Por tanto, no hay escapatoria.
Por una parte, la burguesía insiste y continúa atacando las conquistas de la clase obrera (desregulación, externalización, saqueo de los servicios públicos, de la seguridad social, etc.), con premeditación y alevosía. Esta ofensiva general, ideológica y política, que viene ya de la época de la Reaganomía en los 80, hoy se extiende y se acentúa. Por otra parte, la clase obrera siempre está a la defensiva, y la burguesía se aprovecha de que tiene enfrente a una clase que ya ha sufrido muchos palos y además se halla desorientada por varias razones, sobre todo después del hundimiento del supuesto bloque “socialista” del Este. Ya no hay futuro, dicen algunos, ¡pues estamos en “el fin de la historia”!
Este contexto es también el del resto del mundo.
En Francia, las huelgas de la primavera del 2014 (SNCF, Correos, eventuales del espectáculo, controladores aéreos, etc.), parecen anunciar que algo está cambiando en la correlación de fuerzas entre clases y en la guerra en la que están inmersas las dos clases principales de la sociedad.
Sin embargo, la modificación de la correlación de fuerzas actual está más ligada al difícil contexto político al que tiene que hacer frente la burguesía, que a la fuerza de la acción de los trabajadores.
La burguesía se topa con varios tipos de dificultades:
- Está obligada a poner en marcha políticas económicas y sociales drásticas que no aportan ninguna solución inmediata a los trabajadores.
- Como resultado de lo anterior, los partidos políticos y sus voceros en los medios están muy desacreditados.
- Por primera vez, hemos visto que se manifestaba una gran desconfianza hacia las organizaciones sindicales en el transcurso de las luchas, sobre todo en la de los ferroviarios.
Aún es una tendencia débil, pero es algo a señalar. Para encontrar algo parecido hay que remontarse a 1968, a los gritos y abucheos de los trabajadores de Renault en Bologne-Billancourt a Jacques Séguy, a la sazón el jefe de la CGT, cuando éste presentó el 27 de mayo el resultado de los acuerdos de Grenelle entre la patronal y el gobierno.
En junio de 2014, todos los sectores atacados se levantaron y empezaron luchar de manera muy desorganizada, cada uno por su lado. Para empezar, los ferroviarios pensaban que serían más fuertes si luchaban con sus propias reivindicaciones. No obstante, los ferroviarios y los eventuales del espectáculo han ido más lejos que el resto en las protestas y en los intentos de extenderlas. Han sido los conflictos que han hallado más eco en los medios (aunque los carteros de algunos centros de reparto también se han puesto en huelga, así como las enfermeras de algunos hospitales, etc.) y han tratado de buscar la solidaridad de otros sectores en lucha. En principio se trataba de intentar generalizar las luchas a varios sectores. Pero ha faltado coordinación conjunta. De esta forma, cada uno ha luchado de nuevo por su lado. La convergencia de las luchas es una idea difícil de realizar y que les cuesta asimilar a los trabajadores.
En la primavera de 2014, faltó una semana de lucha para que esta idea de convergencia comenzara a andar, sobre todo entre los ferroviarios.
Estas luchas solo podían terminar en derrota, pues estaban aisladas y a la defensiva, mientras que podemos constatar que la burguesía sí que está a la ofensiva, y además tiene una perspectiva general de lo que hace, incluso a nivel mundial. La clase obrera, por su parte, combate con despreocupación e inocencia, y por tanto tiene un largo camino por recorrer para poder dar una respuesta que esté a la altura de lo que está en juego en todo el mundo.
La burguesía también cuenta con los sindicatos corporativistas para dividirnos, y con esas organizaciones de extrema izquierda que son sus valederas. El NPA (Nuevo Partido Anticapitalista, creado en 2008) parece muy radical a primera vista. En su boletín para los ferroviarios del 27 de mayo se puede leer “Tras el éxito del 22 de mayo, ¡preparémonos para la huelga prorrogable del 10 de junio!”. Es decir, que manda a los ferroviarios solos y aislados a la batalla. Su boletín recoge las consignas de la Intersindical CGT-SUDRail.
Alternativa Libertaria permanece también a remolque de los sindicatos, sobre todo en SUD-Rail, con un lenguaje pseudo-radical, diciendo, “hagámonos cargo de nuestros asuntos, usemos los sindicatos como instrumentos, …”. Si nos hacemos cargo de nuestros asuntos, ¡no necesitamos sindicatos! Estos lo único que hacen es traicionarnos, como acabamos de ver. ¡Dejemos de emplear este doble lenguaje!
¿Podemos, no obstante, sacar alguna lección de estas luchas?
Características de las últimas luchas
Las asambleas generales (ferroviarios, carteros) y las coordinadoras entre profesiones (eventuales) se han desarrollado de manera más clara que antes, y además estaban orientadas al combate. Estas armas parecen ahora ineludibles. La idea de coordinar las diferentes asambleas generales sale a la superficie, se comprende rápidamente y se pone en práctica. El riego es que esto se quede en meros proyectos, pues una verdadera coordinación de las asambleas generales requiere, para ser fuerte, que las asambleas y los comités de huelga se coordinen mediante delegados elegidos con un mandato determinado y revocable. Además, las asambleas generales locales y los comités de huelga no pueden pasar por alto sus propias decisiones, pues se trata de mandatos imperativos destinados a evitar las maniobras de los aparatos en el mecanismo de la coordinación. En la última coordinadora de eventuales, en junio de 2014, hemos podido ver cómo los trabajadores se convertían en juguetes de los militantes “radicales” de la CGT. Y basta con leer el panfleto y los textos de Alternativa Libertaria, por ejemplo, para darnos cuenta de que las asambleas generales ya no eran autónomas, sino que estaban en manos de unos sindicatos que irremisiblemente se disponían a traicionarnos.
Esto nos recuerda al dramático episodio histórico de diciembre de 1918, cuando Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht no pudieron hablar ante el Congreso Nacional de los Consejos Obreros en Berlín, pues los socialdemócratas habían logrado prohibirles la palabra.
¿Qué es lo que hemos visto en estas luchas?
a) La CGT se vio obligada a acatar las decisiones de la asamblea general, cambiando de opinión para no verse desbordada.
Su papel en el conflicto de los ferroviarios es un ejemplo de manual para entender las maniobras sindicales.
¿Cómo se desarrollaron los hechos? El gobierno presenta al parlamento su proyecto de reforma del sistema ferroviario. Los sindicatos ferroviarios, la CGT y SUD-Rail, convocan una huelga prorrogable a partir del día 10 de junio a las 7 de la tarde, en protesta por el texto que va a examinar la Asamblea Nacional el día 17 de junio. El gobierno pretende crear una empresa pública juntando SNCF y Red de Ferrocarriles de Francia (RFF, gestora de las infraestructuras ferroviarias), bajo la batuta de la EPIC (Empresas Públicas de carácter Industrial y Comercial). De hecho se trata de continuar, disimuladamente, con la privatización de SNCF y destruir el estatuto y las garantías de las que disfrutan los ferroviarios. Este organismo, además, tiene una deuda de 40.000 millones de euros. ¡Y los financieros de la burguesía ya saben a quién le va a tocar pagar! La CGT y SUD-Rail no impugnaban el proyecto gubernamental, ¡sino tan solo la forma de llevarlo a cabo!
Los ferroviarios inician la lucha y se pronuncian contra las orientaciones de la CGT, que tiene un doble discurso, dado que su secretario general, como hemos dicho, ha aceptado el informe.
Además, el propio líder de la CGT lo reconoce. Sobre la huelga de la SNCF, dijo: “Hemos cambiado de opinión, es cierto, pues sufrimos una crisis de representatividad. […] Como secretario general, mi papel es asumir las dificultades que atraviesa la CGT”. (Lepaon, Figaro, 25 de junio).
Estos juegos entre Lepaon y el secretario de los ferroviarios de la CGT terminan finalmente en una nueva traición a la clase obrera, pues aquel había asegurado al inquilino de El Eliseo que el conflicto no se prolongaría más de 48 horas. (Le Monde, 27 de junio. La CGT, una nave sindical sin brújula).
Ya sabemos qué ocurrió luego, la CGT del sector ferroviario se vio obligada a acatar las decisiones de la asamblea general y llamó a continuar la lucha. La CGT sabía, sin embargo, que la clase obrera sólo se jugaba su honor. Luego hablaremos de las últimas maniobras sindicales de este episodio, que debería ayudar a la clase obrera a entender la pantomima que representan los sindicatos, repartiéndose las funciones, interpretando cada uno un papel y mostrándose más o menos combativos según sea necesario
b) Las asambleas generales y las coordinadoras fueron de nuevo desviadas y saboteadas.
No obstante, un pequeño grupo de trabajadores ha reaccionado en la buena dirección, como indica el llamamiento del 19 de junio de la asamblea general de Saint-Lazare: “Llamamos a las asambleas generales de todas las estaciones de la región parisina y de provincias a que envíen el mayor número de delegados posibles a la próxima reunión de las distintas asambleas generales, convocada para el martes 24 de junio a las 17:00 en Saint-Lazare”. En principio este panfleto ni siquiera llegó a ser realmente difundido, gracias a la labor coordinada de los militantes de NPA. Afortunadamente, algunos huelguistas tomaron ellos mismos la iniciativa, aquí y allá. Pero esta sana reacción de los ferroviarios llegó demasiado tarde. A la burguesía le bastaba entonces con esperar a que el movimiento se desinflara. Aún duró una semana más.
Mientras, los huelguistas repartían el día 23 un panfleto que decía: “Ferroviarios, carteros, eventuales, precarios, de empresas públicas y privadas, empleados y parados, con o sin papeles, ¡este gobierno nos ataca a todos!” Y terminaba con la consigna: “¡Unamos nuestras luchas, nuestras huelgas, en una sola lucha contra el capitalismo! ¡Una lucha de clase!”
c) Las reacciones de los huelguistas son aún muy minoritarias y débiles, sin propuestas alternativas viables allí donde habría que luchar con decisión a nivel local, una vez extendida la lucha.
Citemos algunos ejemplos. En la asamblea general de los eventuales del espectáculo celebrada en La Villette el día 23, hablaron los carteros, los ferroviarios, etc., llamando a unificar las luchas. Los que presidían la asamblea dejaron hablar a todo el mundo, pero luego montaron su circo, perdiendo tiempo y desmoralizando a los presentes durante más de una hora. Algunos trabajadores intervinieron diciendo que no estaban de acuerdo con lo expuesto. Otros denunciaron las maniobras de la CGT del ramo. Finalmente, no se decidió nada y cada uno tiró por su lado.
Algunos eventuales también participaron en la manifestación de ferroviarios del lunes 24 de junio, convocada por la asamblea coordinadora de todas las asambleas generales. SUD-Rail no tardó en vincularse, mientras que la CGT ya lo estaba. No obstante estos sindicatos y grupos de extrema izquierda se han dedicado a sabotearla desde dentro. En esta manifestación de ferroviarios, un grupo de eventuales ayudó a otro grupo de huelguistas a dar un mitin para expresar la necesidad de construir una correlación de fuerzas favorable a todos los huelguistas, y cómo hacerlo.
En este corto mitin participaron 30 personas, entre ferroviarios, eventuales y jubilados. Tres de ellos hablaron de unir fuerzas entre todos los trabajadores en las próximas luchas, que no van a dejar de producirse; también de no confiar en los sindicatos, sino organizar nosotros mismos la lucha y nuestros comités de huelga; y de no luchar aisladamente, cada corporación y empresa por su lado.
El mitin terminó porque algunos manifestantes no estaban prestando atención en ese instante, mientras otros buscaban el enfrentamiento con la CRS. ¡No hay que entrar en ese juego! El mitin se suspendió.
d) Cómo luchar, tomar la palabra en las manifestaciones y hacer mítines callejeros.
En el transcurso de la lucha, los huelguistas han planteado varias cuestiones acerca de cómo luchar, cómo organizarse y cómo discutir entre nosotros para fortalecer la lucha.
Ha surgido una cuestión importante, y merece la pena volver a ella. En la lucha, el comienzo es determinante. Los ferroviarios pesaban que incluso tendrían que haber sido más duros desde el primer día de huelga.
Esta es una vieja lección que el movimiento obrero ha tenido que aprender muchas veces. Durante un corto intervalo de tiempo, la clase obrera puede lograr que la situación se incline a su favor, pero luego, como la burguesía es más fuerte, está es la que lleva la iniciativa. Esto vale para los pequeños combates y huelgas como para situaciones históricas más importantes. El hecho de no marchar sobre Versalles rápidamente, durante la Comuna de París, permitió a los versalleses organizarse y luego aplastarla. En 1936, los comités obreros tenían el poder en Barcelona, al no hacerse cargo de él y dejárselo a la burguesía, ésta pudo ahogar el movimiento poco a poco.
Esta vez, los trabajadores no han combatido en balde. Las lecciones que esta lucha ha sacado a la luz son un importante ejemplo y serán provechosas en un futuro. He aquí por qué la situación política general y la correlación de clases empieza a cambiar un poco. La historia y la lucha nos vuelven a plantear de nuevo las mismas cuestiones. Y la fuerza del movimiento obrero debe ocuparse de ellas.
“¡Cava, hoza, viejo topo!”
Olivier, septiembre 2014
Una respuesta a “Las lecciones de las huelgas de junio de 2014 en Francia”
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