De la “izquierda radical” al Front National: la Unidad Nacional y el “Je suis Syriza”.
Elegido con el 36.5% de los votos, tantos como abstencionistas, Alexis Tsipras, el ídolo del Nuevo Partido Anticapitalista y de la llamada “izquierda radical” de Melenchon, se ha hecho con el poder. Marie Le Pen, en Francia, ha llegado a decir que esta era una victoria de la “soberanía nacional”, olvidando que sus tan “soberanistas” campañas electorales se benefician de importantes fondos procedentes de la anti-europea Rusia de Putin.
Si por casualidad se habían hecho alguna ilusión, los trabajadores griegos no han tardado en perderla. No así las jóvenes generaciones, la mitad de las cuales se halla en paro, que están presentes en las plazas atenienses demostrando su “entusiasmo” ante la “victoria” del “joven jefe”. Multitud de viejos supervivientes de la izquierda del PC y del PASOK, así como sindicalistas inmaculados tras cubrir todas sus traiciones, han sacado a pasear sus “banderas rojas”, sobre las cuales han tenido el pudor de no inscribir los cargos y covachuelas que esperan lograr tras esta “victoria”.
La formación del gobierno de la “izquierda radical” ha sido posible gracias a una alianza con el partido de los “Griegos Independientes” (ANEL), un pequeño partido populista, anti-inmigración y nacionalista. Su jefe, Panos Kammenos, viejo mafioso del partido Nueva Democracia, fue quien negoció como ministro de marina la concesión de la mitad del Puerto del Pireo al capitalismo “comunista” chino en 2008. Lo cual por otra parte no le ha impedido hacer campaña como “partido independiente” con el eslogan “Grecia no está en venta”.
La prensa ha presentado esta “victoria” como el triunfo electoral más importante de la “izquierda” desde los años 30. En resumen, una especie de nuevo “Frente Popular”, cuya deriva llevó a la guerra.
¿Pero acaso estamos en vísperas de una nueva guerra? La guerra económica que se desarrolla entre la burguesía de las distintas naciones, algunas de las cuales pretenden escapar de los dictados del Banco Central Europeo (controlado por la Alemania de Merkel) y anular sus deudas, será ahora más áspera que nunca. Un acuerdo entre los burgueses de la Unión Europea sobre una política económica común para volver a poner en marcha toda “la máquina” mediante un plan keynesiano no sería más que una añagaza.
Sea lo que sea lo que ocurra en Grecia, y lo que mañana pueda pasar en España con el movimiento Podemos de Pablo Iglesias, lo cierto es que los días posteriores a las resacas electorales suelen ser bastante dolorosos.
Las promesas de aumentar las pensiones y el salario mínimo, de dar empleo a los jóvenes, de relanzar la economía y lograr la anulación de la deuda, así como las de la política de “impresión de billetes” avalada por el BCE, pronto se revelarán a los trabajadores griegos, y a aquellos que aguardan una “salida de la crisis” en España, Francia, Italia, etc., como descaradas mentiras de demagogos.
Existe la posibilidad de que la Grecia de Tsipras y Kammenos salga de la zona euro, e incluso de Europa. Esto significaría un importante basculamiento geopolítico, y sin duda su salida de la OTAN. Hace algún tiempo Kammenos ya dejó entrever esta posibilidad: “Nuestra adhesión a la OTAN y a la Unión Europea no nos impide mantener estrechas relaciones políticas, económicas y culturales con otros países, en particular con aquellos con los que mantenemos especiales lazos históricos, como Rusia y China”.
La alianza entre Tsipras y Kammenos conduciría de este modo a fortalecer los anclajes económicos y geopolíticos de China en el corazón del Mediterráneo, con el apoyo de la Rusia de Putin, cuyo único interés tras el conflicto ucraniano es desestabilizar a Europa.
Lo que está en juego en Grecia es la capacidad de los trabajadores europeos de desbaratar las políticas de los demagogos profesionales, de manifestar sin más tardanza una resuelta hostilidad hacia todas estas maniobras de las facciones de la burguesía nacional. Esto pasa por retomar las luchas obreras, sobre todo entre los jóvenes, contra la unidad nacional de la derecha y de la “izquierda radical”.
Primero vienen las promesas electorales de los demagogos, pero mañana será el plomo de la represión el que caiga sobre los explotados, de Grecia a España.
Tsipras no es el portavoz de los explotados. El único papel al que puede aspirar “el joven jefe”, si acaso el proletariado logra hacer que se tambaleen los cimientos sobre los que se levanta la clase dominante, es el de aprendiz de Noske.
Karlchen.