La mayor parte de los mineros de la región del Donbass se niegan a unirse a cualquiera de los dos bandos. En lugar de eso, forman unidades de autodefensa que se colocan contra los separatistas y las tropas del gobierno. Una de estas unidades se enfrentó a los separatistas y les impidió volar una de las minas en la ciudad de Makiivka. En Krasnodon, en la región de Lugansk, los mineros organizaron en mayo una huelga general y han tomado el control de la ciudad. Han rechazado abiertamente unirse tanto al campo de los separatistas “anti-Maidan” de Lugansk como al campo de los oligarcas del Maidan de Kiev, y han exigido un aumento de salarios y que las agencias privadas dejen de contratar mano de obra para la mina.
Los mineros de 6 minas de la cuenca del Donbass han desencadenado una huelga a finales del mes de mayo para exigir el fin de la operación antiterrorista en el este del país y la retirada de tropas. Su acción fue por propia iniciativa, y no impuesta por los hombres armados de la República Popular de Donetsk, como dicen algunos medios. Según los huelguistas, la guerra representa un peligro para la propia existencia de las minas y trae paro.
“El lunes 6 de mayo, cuando el ejército ucraniano empezó a bombardear las ciudades, los mineros no acudieron al trabajo sencillamente porque el ‘factor externo’ de las hostilidades, que se presenta ante las puertas de sus casas, ha aumentado seriamente el riesgo de accidentes de trabajo en la empresa. Por ejemplo, si una bomba estallase en la sub-estación eléctrica, los mineros quedarían atrapados bajo tierra, lo que para ellos significaría inevitablemente la muerte.”
La huelga la desencadenaron 150 mineros de la mina de Oktiabrski y se extendió como una reacción en cadena a otros pozos de Donetsk (Skochinskiy, Abakumov, “Trudovskaya”, etc.), pero también a otras ciudades, particularmente a Vuhledar (“Yuzhnodonbasskaya n° 3”). En las minas propiedad de Rinat Ajmétov, el hombre más rico de Ucrania y que posee un imperio industrial que controla económicamente casi toda la parte oriental del país, los trabajadores han sido obligados a volver al trabajo, bajando a los pozos a pesar del bombardeo en los alrededores. También por iniciativa de los mineros de Oktiabrski (y de nuevo sin ningún apoyo de la República Popular del Donetsk), se organizó una manifestación antibélica el 28 de mayo, en la que participaron varios miles de personas. El 18 de junio, varios miles de mineros se manifestaron de nuevo en el centro de Donetsk reclamando el cese inmediato de las operaciones militares. Los manifestantes dejaban claro que no eran separatistas, sino gente corriente del Donbass. También declararon que si el gobierno de Kiev no atendía sus reivindicaciones, tomarían las armas.
Los separatistas, así como los oligarcas locales pro-Kiev, tratan de manipular estas asambleas caóticas y confusas, interpretándolas en función de sus propios intereses. Rinat Ajmétov, el oligarca de Donetsk, ha organizado su propia “huelga” por una Ucrania unida, y los separatistas, por su parte, tratan de convertir las manifestaciones de los mineros en una expresión de la postura pro-rusa de los trabajadores del Donbass.
A pesar de las consignas nacionalistas y separatistas que aparecen en las manifestaciones de los mineros, los trabajadores no tienen muchas ganas de unirse a la milicia popular del Donbass. Uno de los comandantes separatistas, Igor Girkin, se ha quejado públicamente hace poco de que la población local coge armas de su arsenal, pero en lugar de ponerse al servicio de la milicia separatista, se las llevan a sus casas para proteger a sus familias y sus pueblos contra ambos bandos en conflicto. Los separatistas siguen contando con las mafias criminales locales que (previo pago) les han permitido tomar el control de los edificios públicos, los puestos de la policía, depósitos de armas, las grandes arterias y medios de comunicación de las regiones de Donetsk y Lugansk. La mayor parte de las fuerzas separatistas está compuesta, no obstante, por mercenarios procedentes del otro lado de la frontera (rusa), sobre todo de viejos combatientes de la guerra de Chechenia.
Algunas de las asociaciones existentes se han transformado en núcleos de centralización de actividades antibélicas –por ejemplo, la Comunidad de Padres de la región de Donetsk, KROHA, publicó un llamamiento a la población el 10 de junio, todo lo limitado, confuso y pacifista que se puede esperar: “Nosotros, los padres de la región de Donetsk, os hacemos un llamamiento a vosotros, políticos, personajes públicos y demás interesados. Ayudadnos a salvar a la gente de Slaviansk, Krasnyi Liman y Kramatorsk, detened las operaciones militares. Necesitamos vuestra ayuda para que se conozca la verdad de lo que ocurre en estas ciudades. Desde hace varias semanas, la gente vive bajo incesantes disparos de artillería. Los civiles mueren constantemente. Algunos niños han sido heridos y se ha confirmado la muerte de tres. Las casas, los hospitales, las guarderías y los colegios están a punto de derrumbarse. La gente, con sus hijos, vive en un estado de estrés permanente, ocultándose en los sótanos durante las horas que duran los ataques, que nunca cesan. […] Os pedimos ayuda para salvar la vida de estas personas y para detener las acciones militares.” Otra asociación, las Madres del Donbass, afirma en su declaración: “¡Solo queremos vivir! Somos gente corriente: maridos y mujeres, padres e hijos, hermanos y hermanas. Nosotros, pacíficos civiles, somos rehenes del conflicto en nuestra región, las víctimas de los enfrentamientos militares. Estamos hartos de tanto miedo y queremos la paz. Queremos poder vivir en nuestras casas, pasear por las calles de nuestras ciudades, trabajar en las empresas y organizaciones de nuestra región y cultivar nuestra tierra. […] ¡Nosotras, las madres del Donbass, exigimos que se ponga fin inmediatamente a la operación anti-terrorista y a las operaciones militares en nuestra región! […] ¡Estamos seguras de que el conflicto que sufre nuestro país se puede resolver pacíficamente! ¡Parad la guerra! ¡Evitad la muerte de nuestros hijos! ¡Salvad al pueblo del Donbass!” La Voz de Odessa organizó una manifestación contra la guerra el 13 de julio en esa ciudad. Los participantes coreaban eslóganes como “¡Estamos contra la guerra!”, “¡Detened la operación anti-terrorista en el este!” o “¡Queremos la paz!”.
Durante este flash-mob, se reprodujo por megafonía el espantoso sonido de los disparos de artillería y los impactos sobre los civiles. En Járkov, algunas asociaciones antibélicas locales (entre ellas el Movimiento de Mujeres de Járkov “Kharkivianka”) organizaron el 20 de junio una manifestación ante la fábrica de carros VA Malyshev. Esta fábrica ha recibido un pedido de 400 vehículos blindados para enviarlos al frente. Los manifestantes exigieron que se anulara el pedido y gritaron eslóganes como “¡No a la guerra!” o “¡Detened esta masacre sin sentido!”.
Desde hace algún tiempo han ido surgiendo problemas sociales. Además de las huelgas de los mineros en la parte oriental del país, los proletarios de las regiones del oeste también empiezan a hartarse. Los mineros de Krivoy Rog empezaron una huelga indefinida y general en mayo reclamando que se les doblase el salario. Han empezado a organizar milicias armadas de autodefensa. Varias manifestaciones exigiendo “condiciones de vida decentes”, contra el aumento de los precios y por la subida de salarios y las pensiones se han sucedido en varias ciudades del país. A finales de junio y durante el mes de julio, se realizaron en Kiev una serie de acciones contra el aumento del precio de los alquileres y las tarifas de los servicios públicos. El 1 de julio se produjo una manifestación en Járkov contra la subida de los precios. Hasta el momento, la protesta más importante se ha producido en Kiev el 24 de julio, en la que se gritaron eslóganes como “¡Recortad la riqueza de los oligarcas, no la del pueblo!” y “¡No robéis al ciudadano de a pie!”.
La República Popular del Donetsk trata de contener el movimiento de los mineros, que parecen preocuparse más de sus intereses materiales que de cualquier ideología, haciendo equilibrios entre las reivindicaciones de los huelguistas, a quienes se había prometido la nacionalización de los complejos industriales, y los intereses de los oligarcas, a quienes se había asegurado que la propiedad privada era inviolable.
“Los mineros se sublevarán”. Esta opinión de Mijaíl Volynets también la comparte Yevhen Bondarenko, presidente de la organización regional del Sindicato de Trabajadores de la Industria Hullera de Ucrania (PRUPU) en Donetsk, adherido a la Federación de Sindicatos de Ucrania (FPU): “Rusia no necesita nuestra cuenca minera; pero afirmar que nosotros y nuestro carbón somos indispensables para Europa, tampoco tiene sentido. Los mineros aguantan únicamente porque el Estado está cumpliendo su función y pagando los salarios. Si no se garantiza la paga, ya verán la fuerza con la que se sublevarán los mineros entonces”. Volynets dice que el conflicto en el este de Ucrania ha desencadenado una ola de descontento entre los mineros del Donbass. Hasta ahora se han mantenido al margen, pero hoy dicen que están dispuestos a levantarse si la crisis llega a afectar a sus salarios y sus familias. “Los mineros se sublevarán en un mes o dos, cuando no se les pague. Es gente que no le tiene miedo a nada. Hoy han conseguido engañarles y que dirijan su ímpetu contra el poder central, pero no tardaran en darse cuenta. Para el minero, lo más valioso es la familia, y a la familia hay que alimentarla con algo. Ha llegado la hora –argumenta Volynets– de que los mineros rechacen con decisión a los separatistas. Estos amoríos pro-rusos lo único que consiguen es que varias minas se hallen paradas, la gente trabaja duramente en los pozos, pero no se extrae carbón y existe el riesgo de que no se abonen los salarios. Si los mineros no reciben su paga durante uno o dos meses, y no pueden alimentar a sus familias, entonces el hambre provocará unas revueltas que arrasarán con todo lo que se interponga en su camino. Los mineros son hombres fuertes. No tienen miedo a las balas ni a aquellos que avanzan llevando armas automáticas. El pueblo les apoyará.”
De las 104 minas, 64 han tenido que cesar cualquier trabajo, despidiendo a 100.000 mineros. En las minas aún operativas, cerca de un tercio de los mineros menores de 40 años se ha ido, lo que puede traer problemas cuando llegue la recuperación. El reparto de carbón a los mineros, familias y jubilados no puede garantizarse, lo que traerá problemas durante el invierno. Un solo ejemplo: el 10 de julio un bombardeo destruyó la estación de bombeo y una mina se inundó. De un solo golpe, centenares de familias mineras quedaron privadas de todo recurso.
Texto extraído del Boletín francés Dans le monde, une classe en lutte, noviembre de 2014.
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