The Housing Monster. Trabajo y vivienda en la sociedad capitalista.

THE HOUSING MONSTER. Trabajo y vivienda en la sociedad capitalista. Ed. Klinamen / Prole.info. Diciembre 2013.

La Editorial Klinamen es un proyecto enmarcado dentro del ámbito autónomo y libertario que cuenta ya con más de una década de vida. Con los objetivos de “recuperar la memoria histórica”, “dar voz a la gente anónima que lucha a diario”, “dar a conocer los diferentes análisis de los movimientos revolucionarios” y “generar pensamiento crítico”, y con una política de precios reducidos, Klinamen ha editado títulos como Guerra, Capital y Petroleo, La Comuna de París o Abajo los restaurantes, a los que el pasado diciembre del 2013 vino a sumarse The Housing Monster, trabajo y vivienda en la sociedad capitalista. Todas las obras están disponibles en versión .pdf en su página web.

Originalmente publicado en inglés por prole.info, The Housing Monster es una lúcida crítica (ilustrada, además) de la economía capitalista que, partiendo del análisis marxista de la vivienda como mercancía, se extiende hasta abarcar prácticamente todos los ámbitos que rodean la producción inmobiliaria, desde el trabajo de construcción al urbanismo.

Como introducción a la economía marxista, The Housing Monster es una vulgarización bastante fresca y accesible a aquellos que no estén familiarizados con los rudimentos de la economía capitalista, que los trabajadores estamos obligados a conocer si queremos defendernos de los ataques de la burguesía. A este respecto, se echa de menos en el libro una breve bibliografía que permita al lector interesado profundizar en algunas de las cuestiones económicas que se plantean en el texto. En la medida en que parten de un análisis económico marxista, los autores podrían haber mencionado aunque fuera brevemente las conclusiones a las que llegaron Marx y Engels en lo que respecta al problema de la vivienda en la sociedad capitalista, que fueron formuladas magistralmente en el folleto de Engels Contribución al problema de la vivienda (1873).

The Housing Monster. Ed. Klinamen, 2013.

The Housing Monster. Ed. Klinamen, 2013.

Engels decía que “esta penuria de la vivienda afecta a los obreros mucho más que a las clases acomodadas; pero, al igual que el engaño del tendero, no constituye un mal que pesa exclusivamente sobre la clase obrera”. Para Marx y Engels, son este tipo de “males comunes a la clase obrera y a las otras clases, en particular a la pequeña burguesía, de los que prefiere ocuparse el socialismo pequeñoburgués”. Y es que como consumidores de vivienda, las diferencias de clase se borran en los individuos y todos aparecen en la misma posición frente al vendedor, el arrendador o el prestamista. La diferencia cualitativa que existe entre el burgués y el proletario, como representantes del capital y del trabajo respectivamente, se transforma en una diferencia puramente cuantitativa que se reduce al poder de compra, a la cantidad de dinero disponible, cuando ambos se sitúan en el mercado como consumidores. Ciertamente, los autores no han enfocado el problema de la vivienda desde la perspectiva del consumidor, sino que parten de las relaciones entre capital y trabajo para explicar sobre esta base las contradicciones y consecuencias que tiene el modo de producción capitalista sobre la sociedad y los individuos, más allá de la mera cuestión de la vivienda. Pero desgraciadamente el texto no aborda el problema fundamental que se presenta hoy ante la clase explotada: la organización y la defensa colectiva de los intereses del trabajo frente al capital y la manera de llevarla a cabo. A pesar de que se llega a afirmar que como trabajadores asalariados y explotados “tenemos intereses que son diametralmente opuestos a los de la empresa”, el tema de la asociación de los asalariados en el trabajo se trata únicamente de pasada y desde una perspectiva que no refleja ni las posibilidades de lucha que ofrece este terreno, ni su necesidad: “Creamos grupos para perder tiempo, robar herramientas y cubrirnos los unos a los otros, lo que disminuye la tasa de ganancia y hace que el jefe tenga que reaccionar.” En realidad, como explican los propios autores en otra parte del texto, toda esa pérdida de tiempo y esos hurtos el capital ya los tiene anotados como gastos inevitables o faux frais de la producción, pues la experiencia y la costumbre enseña a los burgueses que los proletarios no aceptan someterse a la explotación de buen grado y suelen recurrir a estos pequeños actos de protesta y rebeldía individual.

Lo cierto es que la única forma de reducir la tasa de ganancia y la plusvalía que arranca el capital a la fuerza de trabajo asalariada es mediante la lucha organizada en defensa del salario y la reducción de la jornada laboral, hacia la progresiva supresión de la plusvalía relativa y absoluta. Ahora bien, de este problema el libro no dice mucho.