¿El retorno de la Unión Sagrada en Francia?

Hemos traducido al castellano estos párrafos acerca de la masacre perpetrada el pasado día 7 de enero en París, firmados por un tal Karlchen. A veces una persona es capaz de hablar por toda una clase.

¡Ningún apoyo al fanatismo ni a la Unión Sagrada!

¡Frente al horror, lucha de clase internacional contra el Capital y sus prisiones nacionales!

La masacre espantosa, el pasado 7 de enero de 2015, de los caricaturistas y periodistas del semanario Charlie Hebdo por un comando de islamistas “radicales”, junto a la puramente racista de judíos, han suscitado una indignación más o menos general, excepto entre el grupo de aprendices desesperados de las banlieues que se reconocen en la práctica yihadista.

Sin más tardanza, el aparato político de la burguesía francesa ha aprovechado la oportunidad convocando una amplia jornada de “movilización nacional contra el terrorismo”, en la que el transporte público fue gratuito para que “la marcha por la República sea sagrada”.

De esta forma, cuatro millones de átomos individuales, llamados a reunirse bajo la bandera nacional y al son de La Marsellesa, se manifestaron el domingo 11 de enero en toda Francia por la “libertad de expresión”, contra el terrorismo y por la unidad nacional de todos los “ciudadanos”, musulmanes, católicos y judíos, obreros y burgueses, de izquierda y de derecha. Todos gritaron “¡presente!”, incluidos los antisemitas profesionales que en voz baja aprobaban los atentados contra el supermercado judío pero que reclamaban más policía y más ejército.

Una masa amorfa de “ciudadanos” acudió para expresar su profundo terror ante la situación, cuya importancia la clase dirigente oculta cuidadosamente. Algunos gritaban “viva la policía” y llegaron a lanzarse a abrazar a los que van armados con porras. No hace mucho los obreros en huelga y los manifestantes de diversas causas, como los ecologistas, se enfrentaban a la CRS y la policía, algunos de ellos dejándose la vida como el joven Rémi Fraisse; y hoy toda la clase dominante reunida alrededor de su Estado pide “concordia” y “Unión Sagrada”, “olvidar” la represión y apoyo para sus proyectos bélicos.

Desde la “victoria” del 11 de noviembre de 1918 no habíamos visto una unidad patriótica tan “conmovedora”, en la que todos los diputados, desde la izquierda hasta la extrema derecha, con lágrimas en los ojos, se sentaran en la misma mesa patriótica cantando la sangrienta Marsellesa, el canto de las guerras del Capital: “¡Que la sangre impura inunde los campos!” (verso de La Marsellesa).

El Estado francés proclama que está “en guerra contra el terrorismo”, por la “civilización” y contra la “barbarie”, pero sin embargo no dice nada de las 2.000 víctimas de una secta islámica en Nigeria. Los negros, aun siendo cristianos, inmigrantes potenciales, a decir verdad valen menos que nuestros nacionales tricolores.

La campaña Je suis Charlie, que se presenta como una campaña “por la libertad de expresión”, no nos puede hacer olvidar que no hace mucho, en la época de la guerra de Argelia, se prohibieron los periódicos en los que ciertos caricaturistas (entre ellos alguno de los que fue asesinado el pasado 7 de enero) denunciaban las torturas de nuestro querido ejército francés. Lo mismo ocurrirá mañana si se publican artículos o caricaturas contra la guerra y las inevitables exacciones del ejército, que se presentan como necesarios “daños colaterales”.

El Estado francés, a través de su presidente, ya ha hablado: habrá guerra en el “teatro exterior”. El portaaviones Charles-De-Gaulle intervendrá en el Golfo, oficialmente contra el Estado Islámico. En realidad, la razón de esta “presencia” no es la “lucha contra el terrorismo”, sino la defensa de los intereses imperialistas occidentales y franceses, dada la inestabilidad de una región estratégica para la producción de petróleo.

Todos estos preparativos militares no impedirán que se desarrolle el terrorismo llamado “islamista”, que forma parte de la estrategia de los micro-imperialismos de esta región, ni la generalización de guerras locales incontrolables, que no hace mucho han estallado a las puertas de Europa con el conflicto con Rusia por Ucrania.

El refuerzo policial, con las miras puestas en el “islamismo radical”, tiene otros objetivos y apunta al verdadero “enemigo interno” del Capital y su Estado nacional: la clase asalariada, los proletarios, los parados, esos a los que el Jefe del Capital llamó “desdentados”, todos los condenados de la Tierra. Un paro masivo de 4 millones de trabajadores y una crisis económica sin salida no dejan elección a estos “desdentados”: capitular y unirse a esta Unión Sagrada para caer luego en la más profunda desesperación, o mostrarse en el escenario histórico como la clase portadora de un verdadero proyecto revolucionario.

¡Proletarios! Desde hace décadas os machacan a diario diciéndoos que ya no sois una clase, que ya no existís; que con el cierre de las fábricas vuestra clase “desapareció” en la vorágine de la mundialización. Os invitan a que prestéis juramento de fidelidad a vuestra “patria”, os exigen que seáis una no-clase, que gritéis en la calle Je suis Charlie, junto a los pequeño burgueses y los burgueses que sólo piensan en una cosa: amordazaros, y si llega a ser necesario, poneros fuera de la ley si osáis ir demasiado lejos defendiendo vuestras reivindicaciones de clase.

¡Proletarios! Sois una clase internacional cuyo combate desborda las fronteras de vuestra “patria” capitalista, cuyos intereses son opuestos a los del Trabajo.

Vuestros enemigos no son los inmigrantes extranjeros que quieren “robaros el pan” e imponeros su “religión”, como proclaman todos los nacionalistas, desde Pegida en Alemania al Frente Nacional en Francia, intentando que os echéis a la calle.

Vuestros enemigos son innumerables: son todos los Estados nacionales existentes o en proceso de formación (Estado Islámico), son todas las religiones, y no solo el “islamismo radical”, todos los que tratan de convenceros de que luchéis “por la patria”, por “los derechos humanos” o por “la civilización contra la barbarie”.

Para terminar con esta interminable crisis capitalista, que arrastra al mundo inexorablemente al terror, a repetidas guerras, tanto en Oriente Próximo como a las puertas de Europa, no tenéis otro camino más que demostrar que constituís una clase a través de la acción.

No hay perspectiva para salir de la crisis mortal del capitalismo más que la formación de una verdadera comunidad mundial, que se dedique a satisfacer las necesidades de la inmensa mayoría y no a buscar desenfrenadamente una ganancia para una ínfima minoría de propietarios.

El despertar de vuestra clase pasa por la formación de organismos políticos autónomos, de reflexión y de lucha, que son algo imprescindible para transformar este mundo radical e irreversiblemente.

Vosotros sois los portadores de esta perspectiva de sociedad mundial, de igualdad y libertad, una sociedad unida y pacífica, sin naciones, sin terror y sin guerras.

Ante los cacareos del individualismo burgués, del Je suis Charlie en Francia o del populismo de “somos el pueblo” que se ve en Alemania o España, tenéis que responder en vuestra lucha cotidiana: “¡Nosotros somos el proletariado y estamos en nuestro puesto!” para combatir un sistema que lleva a toda la humanidad directo a la nada.

Karlchen.

Dejamos también aquí un enlace a otro texto que trata el mismo asunto, de manera algo más extensa.