La clase productora de plusvalía a escala mundial (1ª parte)

Texto traducido de Echanges n° 146 (invierno 2013-2014).

Recogemos el testigo de un largo debate que sacude los cerebros de los intelectuales que llenan los clubes marxistas. Cada vez son más (en relación a su número) quienes abandonan la teoría del proletariado y se marchan con un saludo. Pero antes de despedirse del proletariado despotricando sobre los estragos que causa el progreso, algunos se dedican a explicar frenéticamente las razones de su partida, a veces incluso recurriendo a Marx. El último ha sido Claude Bitot, con su libro Rethinking revolution (Repensar la revolución, ver nuestra reseña del libro).

En los párrafos que siguen vamos a tratar de demostrar que la clase obrera, a pesar de la ingente introducción de trabajo muerto (automatización, tecnología de la información, tecno-ciencia, etc.), todavía está en expansión relativa.

Ya hemos debatido ampliamente lo que Marx entendía por proletario, y en este punto la definición está clara: «proletario es aquel que sólo tiene su fuerza de trabajo para vender.» Esta es una definición amplia, que incluye prácticamente a todos los asalariados, los desempleados y los parados, se trata de una definición social[1]. Si todo trabajador productivo es asalariado, en cambio no todo asalariado es trabajador productivo. Algunos asalariados son incluso explotadores, ya que administran este régimen de explotación del hombre por el hombre, como los directivos por ejemplo.

«En relación al capitalista financiero, el capitalista industrial es un trabajador, trabajador en tanto que capitalista, es decir, como explotador de trabajo ajeno.» (El Capital, Capítulo 23, Tomo 3).

Dentro del proletariado englobamos pues, con ciertas restricciones, a toda la población activa, lo que incluye a los desempleados.

Pasemos ahora a la definición económica de proletario como creador de plusvalía. «Para distinguir el trabajo productivo del trabajo improductivo, basta simplemente con determinar si el trabajo se intercambia por dinero propiamente dicho o por dinero-capital.» (Un capítulo inédito de El Capital, Ed. 10/18, p. 238). A partir de esta definición, Marx (ídem, p. 233) da el ejemplo de un proletario escribidor de Leipzig y de una cantante que, al trabajar para un patrón, se convierten en trabajadores productivos, ya que valorizan el capital; y dice lo mismo en una nota del Tomo I de El Capital acerca de un maestro que trabaja en el sector privado.

De hecho, es bastante común esa idea de que sólo el proletariado industrial crea plusvalía porque sólo él crea objetos/mercancías. Marx, y ese es todo el propósito del El Capital, muestra que sólo «es trabajo productivo el que valoriza directamente el capital o produce plusvalía.» (ídem, p. 224). Por el contrario, un artesano que produce el producto X o la mercancía Y, desempeñando así un trabajo productivo, desde el punto de vista de la producción capitalista no realiza trabajo productivo alguno.

Una vez aclaradas estas cuestiones podemos pasar a ver lo que representa a nivel mundial el proletariado (población activa), el proletariado ocupado (deduciendo los desempleados) y el proletariado creador de valor (que es más complicado, pues los datos al respecto son difíciles de descifrar a partir de las estadísticas mundiales).

Vamos a tratar de dar una visión más amplia de la que ofrecen las estadísticas del Buró Internacional del Trabajo y la Organización Internacional del Trabajo y, para Francia, del Cuadro Económico del INSEE, que es más preciso.

En cuanto al enfoque mundial, reproducimos aquí un documento Michel Husson[2]. Este documento no tiene en cuenta el hecho de que, según la OCDE, más de la mitad de la población activa mundial trabaja en negro (trabajo en el que principalmente se recurre a una explotación que se basa en la plusvalía absoluta, es decir, que emplea muy poco capital constante). Tenemos aquí un importante factor que contrarresta la tendencia decreciente de la tasa de ganancia, al que hay que sumar los 168 millones de niños oficialmente explotados en todo el mundo.

Y no hay que olvidar que la agricultura es la mayor fuente de empleo en el planeta, el 40% de la población activa mundial. Aunque dentro de este 40% hay una gran parte de obreros agrícolas o jornaleros.

Documento de Michel Husson

Durante la década de 1990, se produjo un fenómeno decisivo con la entrada en el mercado mundial de China, la India y el antiguo bloque soviético, que dio lugar a una duplicación de la fuerza de trabajo que se hacía la competencia en el mercado mundial[3].

Las cifras de la OIT[4] permiten hacer una estimación de los asalariados en todo el mundo. En los países «avanzados», se incrementaron en un 20% entre 1992 y 2008 y se han estancado desde la crisis. En los países «emergentes», se ha incrementado en casi un 80% durante el mismo período (gráfico 1).

Figura 1

Gráfico 1: Asalariados en el mundo (base 100 en 1992; fuente: OIT). Gráfico 2 La fuerza de trabajo globalizada (base 100 en 1990; fuente: FMI)

Encontramos el mismo resultado, aún más marcado, en el empleo en la industria manufacturera: entre 1980 y 2005, la fuerza de trabajo industrial aumentó en un 120% en los países «emergentes», pero disminuyó 19 % en los países «avanzados»[5].

Lo mismo se constata en un estudio reciente del FMI[6] que calcula la fuerza de trabajo en el sector de las exportaciones de cada país. Se obtiene así una estimación de la fuerza de trabajo globalizada, que se integra directamente en la cadena de valorización mundial. La diferencia es aún más pronunciada: entre 1990 y 2010, la fuerza laboral en general, así calculada, se incrementó en un 190% en los países «emergentes», frente a un 46% en los países «avanzados» (gráfico 2).

Así, la mundialización lleva en sí una tendencia a la formación de un mercado global y de una clase obrera mundial cuyo crecimiento se produce principalmente en los llamados países emergentes. Este proceso se ve acompañado de una tendencia a absorber la fuerza de trabajo dentro del régimen asalariado. La tasa de empleo asalariado (la proporción de trabajadores asalariados totales) aumenta de forma continua desde el 33% al 42% en los últimos veinte años. También se verifica que esta tendencia es más pronunciada entre las mujeres (gráfico 3).

Gráfico 3

Gráfico 3. Tasa de asalariados en países «emergentes» (Fuente: OIT)

La dinámica del empleo en el mundo se ilustra en la Figura 4 y se puede resumir de la siguiente manera: crecimiento del empleo casi estable o débil en los países «avanzados», incremento sólo en los países «emergentes»: 40% entre 1992 y 2012, con crecimiento del trabajo asalariado (asalariado: 76%, otros trabajos: 23%).

Gráfico 4

Gráfico 4. Distribución de la fuerza de trabajo mundial.

Para 2012, los datos de la OIT llevan a la siguiente distribución del empleo mundial:

Trabajadores en los países «avanzados» 470.000.000
Asalariados en los países «emergentes» 1.110.000.000
Otros puestos de trabajo en los países «emergentes» 1.550.000.000
Empleo mundial total 3.130.000.000

La clase obrera mundial está muy segmentada, atravesada por importantes diferencias salariales, pero su movilidad es limitada, mientras que el capital tiene una libertad de circulación casi completa. En estas condiciones, la globalización tiene el efecto de poner potencialmente en mutua competencia a los trabajadores de todos los países. Esta concurrencia se ejerce tanto sobre los asalariados de los países desarrollados como sobre los de los países emergentes y se traduce en una tendencia a la baja en la participación de los salarios en relación al producto mundial (gráfico 5).

Gráfico 5

Gráfico 5: Porcentaje de los salarios en el ingreso mundial, 1970-2010 (en proporción al PIB). Elaboración propia a partir de Stockhammer, 2013.

Nota: Texto extraído de Hussonet No. 64, 18 de diciembre de 2013. La formación de una clase obrera mundial.

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Con esta primera aproximación, ya podemos ver que el proletariado está muy lejos de desaparecer. Y tan solo se trata de un primer acercamiento: si sumamos el trabajo informal, que crece rápidamente, los trabajadores agrícolas, los trabajadores del transporte (creadores de valor), los niños (oficialmente 168 millones) y todos los que también hacen que fructifique el capital (artistas, docentes,…) tenemos aquí un primer cuadro que no requiere de más explicaciones.

Sin embargo, habría que ver si actualmente se esboza el comienzo de una disminución del empleo en los países en desarrollo, lo cual no sería sino una señal de que se está iniciando un inevitable proceso de renovación del aparato productivo (como es el caso de China y de otros países).

Esto se tratará en una segunda parte.

G.Bad.


[1] Por eso nosotros preferimos definir al proletariado como la clase de los asalariados sin reservas. [Nota de El Salariado]

[2] Michel Husson, estadístico y economista francés en el Instituto de Estudios Económicos y Sociales, famoso por sus trabajos sobre las políticas de empleo. Nacido el 3 de abril de 1949 en Lyon, ha militado en el P.S.U., luego en la L.C.R. y hoy en día es militante antiglobalización.

[3] Richard Freeman, China, India and the Doubling of the Global Labor Force: Who Pays the price of Globalization? The Globalist, junio 2005.

[4] ILO (OIT), Key Indicators of the Labour Market (KILM).

[5] John Smith, Imperialism and the Law of Value, Global Discourse, 2011.

[6] FMI, Jobs and growth: analytical and operational considerations for the Fund, marzo 2013.

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