Texto publicado en Échanges nº 148, que hemos completado con el titulado Muros, (Échanges nº 153) y a los que añadimos una introducción, Los emigrantes alemanes, tomada del primer y único número de la Revista Comunista, órgano de la Liga de los Comunistas, septiembre de 1847.
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LOS EMIGRANTES ALEMANES
Ya en la antigüedad aspiraban los hombres a un mundo mejor, a un mundo nuevo, en el que confiaban ser felices, y sus aspiraciones siguen siendo las mismas de entonces. Desgraciadamente, pese a todas las aspiraciones, poco es lo que hasta hoy se ha conseguido, pues durante mucho tiempo se ha estado buscando ese mundo mejor donde no podía encontrarse, y aun es hoy el día en que son muy pocos los que saben y comprenden que ese mundo mejor está bien cerca de nosotros, que para alcanzarlo basta con unir y organizar a los oprimidos, con imponerse un recio esfuerzo. Se equivocan de medio a medio, naturalmente, los que piensan que basta con buscar, con emigrar a América, para dar con ese mundo mejor. Ese mundo mejor no hay que buscarlo, sino conquistarlo, y el cielo no nos ayudará si nosotros mismos no nos unimos firmemente y nos ayudamos. En otro tiempo, millones de europeos se precipitaban hacia el Oriente para escapar a la tiranía de los señores feudales, para ganar el cielo con la conquista de los Santos Lugares y esperanzados en que en el suelo que había pisado su Redentor les sería dado ya sobre la tierra un avance de las delicias celestiales; pero fueron muy pocos los que alcanzaron la meta, pues los más cayeron sin haber visto la tierra de Jerusalén, derribados por las enfermedades y por el acero de los turcos.Continue Reading















