Artículo publicado en el Boletín de las plataformas de CC.OO. nº 8, febrero 1972.
Después de la Guerra Civil del 36 las organizaciones obreras existentes durante la República fueron fuertemente reprimidas por el fascismo.
Las huelgas asturianas del 62 fueron el despertar de las luchas obreras en España; desde entonces se han ido desarrollando continuamente. Durante el periodo 1962-66 las luchas no se producen únicamente en zonas aisladas, sino que se extienden a toda España, sobre todo en Barcelona.
Pero a diferencia de las luchas mineras, en los demás sitios se producen acciones sin conexión ni unión y otras son completamente espontáneas. Ello conduce a que sean suprimidas y eliminadas fácilmente por la burguesía sin haber conseguido un aumento real del grado de organización de los obreros. El que las luchas obreras sean espontáneas y aisladas permiten a la burguesía reprimirlas fácilmente y hasta, en ocasiones, su desorganización total.
A partir de estas luchas espontáneas, la vanguardia del movimiento obrero se plantea crear unas Comisiones Obreras unitarias en las empresas. En el desarrollo de estas Comisiones Obreras van surgiendo contradicciones entre los planteamientos que se hacen y la práctica llevada a cabo.
- Se plantea una organización unitaria de las empresas que son las Comisiones Obreras.
- Se lleva una práctica que no corresponde a este planteamiento puesto que en lugar de impulsar luchas organizadas dentro de las empresas, que permiten elevar la conciencia de las masas, se hacen acciones agitatorias a nivel general (como son: fantasmas, manifestaciones, tiradas, etc.) que no correspondían en aquellos momentos a la situación de la clase obrera.
A causa de estas contradicciones y de la fuerte represión que cayó sobre los obreros cuando se impuso en España el Estado de Excepción a principios del año 1969, una parte de la vanguardia de la clase obrera busca nuevas formas organizativas que permitan a los obreros organizarse clandestinamente y formar una verdadera organización de los obreros, llevando un trabajo continuado, partiendo de nuestras necesidades más inmediatas.
Todas las experiencias pasadas y nuestra situación actual nos demuestran que únicamente unidos y organizados podremos conseguir estas necesidades más inmediatas que se nos plantean. Para eso es necesario que no nos quedemos en las estrechas de cada empresa sino que partamos de las reivindicaciones comunes que tenemos todos los obreros y luchemos juntos por conseguirlas.
La explotación a la que estamos sometidos los obreros por los capitalistas, no únicamente consiste en la explotación económica, sino que existen otros dos aspectos no menos importantes que éste: la opresión y represión políticas. Por tanto nuestras luchas no únicamente deben estar enfocadas hacia conseguir nuestras reivindicaciones económicas, sino que, al mismo tiempo, hay que dirigirlas contra la represión y opresión políticas.
En la actualidad nuestras reivindicaciones económicas para toda la clase obrera se concretan en:
- 400 ptas. de salario mínimo diario
Por una parte, porque una vez conseguido, la empresa y el Estado no lo pueden suprimir por ningún motivo (al contrario de lo que ocurre con los aumentos normales del tanto por ciento, que se clasifican como plus voluntario y la empresa puede suprimirlos en un momento de descenso de la lucha o bien suprimirlo a determinados obreros).
Por otra porque es una reivindicación general para todos los obreros puesto que es lo mínimo que necesitamos para vivir sin necesidad del pluriempleo ni las horas extras. Estas 400 ptas. deben ir aumentando según aumente el nivel de vida.
- 40 horas semanales
Los obreros, con la mitad de la jornada de trabajo que efectuamos actualmente, descontando las horas extras, sacamos la producción suficiente para vivir desahogadamente; toda la otra mitad se la quedan los capitalistas. Además de que la jornada de 48 horas, más las horas extras, más el tiempo de traslado del trabajo a casa, etc. no nos deja tiempo libre para poderlo dedicar a otras actividades a las que todo ser humano tiene derecho. El reducir nuestra jornada de trabajo a 40 horas semanales, quiere decir que muchos obreros que en la actualidad están en paro por falta de trabajó, puedan ser admitidos.
- 100 % del salario real en caso de enfermedad, accidente, jubilación o paro
Nuestra necesidad de alimentos, vestidos, diversión, etc. son las mismas en tiempo de trabajo que en cualquiera de las situaciones que hemos marcado más arriba, por tanto, nuestros ingresos deben ser los mismos.
- 30 días de vacaciones anuales
Después de todo un año de agotamiento constante (horas de trabajo, horas extras pluriempleo, etc.) necesitamos un tiempo para descansar o para dedicarlo a cualquier actividad a la que tengamos afición.
- Eliminación de los contratos eventuales y reducción del periodo de prueba a 15 días
Los capitalistas se acogen a los contratos eventuales y al período de prueba de tres o seis meses, según la empresa, para que después de sacarles la producción que necesitan, puedan despedirnos tranquilamente sin que tengamos derecho a indemnización ni nada. Después de este tiempo debemos buscarnos un nuevo trabajo por nuestra cuenta, con las dificultades que ello comporta.
CONTRA LA REPRESIÓN Y OPRESIÓN POLÍTICA
La práctica de cada día demuestra que cuando los obreros luchamos por nuestras necesidades más elementales, los capitalistas usan toda la fuerza que tienen de su parte (despidos, policía, sanciones, etc.) para reprimirnos y romper nuestra unidad.
La única forma de hacer frente a esta opresión es utilizando las armas que normalmente empleamos en nuestra lucha: la huelga (como medio de parar la producción capitalista); la asamblea (como medio de plantear y discutir nuestros intereses de forma común); nuestra organización (Comisiones Obreras, como medio de organizar nuestra lucha frente a los capitalistas) y la prensa obrera (como vehículo de información y análisis de la sociedad y de nuestros problemas según nuestros propios intereses y no los de la burguesía).
Todas estas necesidades son necesidades que debemos conquistar para manifestarnos en contra de la explotación. Pero el capitalismo, consciente de ello y puesto que tiene en su poder la economía y el Estado, dicta unas leyes que las hacen ilegales y por las cuales pueden reprimirnos según les convenga. Así, cuando hacemos asambleas o paros o huelgas (que son las únicas armas que poseemos los obreros para defender lo que es nuestro), ponen en acción los despidos, encarcelamientos, etc. para romper nuestra lucha.
De ahí la necesidad de luchar unidos por unas mismas reivindicaciones, imponiendo en todo momento estos derechos que nos pertenecen y son los que nos permiten organizamos para triunfar en la lucha por nuestras necesidades, las cuales sólo conseguiremos realmente en una sociedad dirigida por la clase obrera.