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EL SALARIADO

La gran cólera del Trabajo contra el Capital

Salariado: Organización del pago del trabajo del obrero por medio del salario exclusivamente.

El trabajo asalariado es la forma que adquiere la explotación de la fuerza de trabajo en el régimen capitalista de producción. Y el salario es la porción de riqueza socialmente producida que le corresponde al trabajador en estas condiciones, su poder de compra, a través del cual puede satisfacer sus necesidades. En el capitalismo el volumen de los salarios no se fija para cubrir las necesidades de los trabajadores, sino las de la acumulación del capital.

Cuando hablamos de explotación no nos referimos a la intensidad con la que se emplea la fuerza de trabajo, sino al hecho de que la riqueza que ésta genera sirve para mantener y enriquecer a quienes no trabajan, dando lugar a una sociedad dividida en clases. Libres y esclavos, siervos y señores, burgueses y proletarios… A lo largo de la historia, según iban cambiando las condiciones y las bases materiales de la producción, la sociedad de clases se ha ido transformando, y con ella la organización de la explotación de la fuerza de trabajo y el modo de reparto de la riqueza producida (el pago por el trabajo realizado). Esclavitud, servidumbre y trabajo asalariado, son diferentes formas históricas de un mismo proceso: la confiscación por parte de la clase propietaria de la riqueza creada por el trabajo colectivo de la clase explotada. Toda sociedad de clases se basa, pues, en la explotación, en la apropiación privada de una riqueza creada socialmente. Así surge un conflicto de intereses, una lucha de clases.

El interés del proletariado consiste en reducir la explotación, es decir, la cuota y la masa de plusvalía que le arrebata la burguesía a través del trabajo asalariado, hasta hacerlas desaparecer por completo. Esto se consigue mediante una lucha conjunta por el aumento de la masa salarial y la reducción del tiempo de trabajo. El interés de la burguesía consiste en mantener la explotación dentro de un margen compatible con las necesidades de la acumulación capitalista, para lo que tiene a su disposición todo tipo de medios de propaganda y represión, principalmente el Estado.

Pero la clase dominante nunca ha podido encargarse ella sola de la gestión de sus intereses. Desde los inicios de la historia de la humanidad, el desarrollo de las fuerzas productivas ha generado una división del trabajo cada vez más compleja, en distintos oficios, profesiones y especializaciones. A medida en que aumenta la productividad y con ella la riqueza excedente fruto de la explotación de la fuerza trabajo, la sociedad es capaz de mantener a un número cada vez mayor de especialistas que viven sin contribuir directamente a la producción y al trabajo necesario para la reproducción social. Con el correr del tiempo esto ha dado lugar a toda una serie oficios y profesiones que normalmente están directamente al servicio de la clase dominante. Algunas revelan la cara conservadora e irracional de este proceso (chamán, sacerdote, mercenario, prostituta, policía, juez, ministro, etc.), y otras muestran un lado más progresista, que ha contribuido al avance de la humanidad (herrero, constructor, filósofo, científico, artista, maestro, etc.). El capitalismo  revoluciona continuamente las fuerzas productivas a través de la industria, el maquinismo, la robótica, la electrónica, etc., y aumenta constantemente la productividad del trabajo humano, un proceso que viene acompañado de toda una serie de fenómenos tan inevitables como destructivos (crisis, paro, gasto socialmente inútil de fuerza de trabajo, miseria y guerra). Sin embargo, un empleo racional de semejantes fuerzas productivas permitiría por primera vez en la historia que la humanidad se repartiera el escaso tiempo de trabajo hoy necesario para producir lo indispensable para cubrir sus necesidades vitales, liberando el tiempo restante y abriendo las puertas a la reapropiación colectiva de todo ese conocimiento, ciencia, cultura y arte que, al igual que la riqueza material, son un producto social e histórico hoy propiedad de lo que la sociología llama clases medias y el movimiento obrero ha denominado siempre pequeña burguesía.

La lucha proletaria por arrebatar a la burguesía una porción cada vez mayor de la riqueza producida socialmente, por el aumento del salario y la reducción del tiempo de trabajo, es también una lucha por sustraer del dominio burgués un conocimiento y saber colectivos representados en esos especialistas y profesionales al servicio del capital, es decir, una lucha por el reparto del trabajo social y del tiempo libre con las miras puestas en la emancipación común de toda la humanidad.

Para la clase explotada, para el proletariado, hoy la perspectiva sigue siendo la de la collera y las anteojeras de la bestia de carga, la misma que la del esclavo y el siervo: trabajo, miseria y embrutecimiento. La pequeña burguesía, las clases medias, los profesionales, técnicos y especialistas, en el mejor de los casos son los custodios privados un conocimiento secular colectivo (al igual que la burguesía disfruta de la propiedad privada de los frutos de un trabajo social también secular), y en el peor constituyen los faux frais del capital necesarios para gestionar, controlar y dirigir el proceso productivo y dominar a la fuerza de trabajo. Los pequeño-burgueses que luchen como asalariados, como trabajadores, y no como una corporación profesional, deben saber que luchan también por abolir su propia condición de especialistas separados del tedioso y embrutecedor trabajo productivo.

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Obrero de la construcción trabajando en Wall Street, hacia 1930.

Obrero de la construcción trabajando en Wall Street, hacia 1930.

La presente crisis, que es un fenómeno que forma parte de la propia naturaleza de la economía capitalista, al empeorar y homogeneizar las condiciones de vida de los trabajadores, está provocando las primeras reacciones proletarias, aún tímidas y vacilantes, frente a los ataques de la burguesía. La única salida para la clase explotada es la asociación para la lucha común, pero para transitar está vía debemos atravesar enormes dificultades. Por un lado la ideología dominante se esfuerza por aislar y atomizar a los trabajadores, invirtiendo las bases y la tendencia que genera nuestra propia condición de explotados hacia la organización y la defensa de los intereses compartidos. Y si acaso los proletarios logramos levantar un poco la cabeza, ahí están todas las fuerzas políticas de la burguesía, de izquierda y derecha, para desviar, aislar y trabar cualquier intento de defensa directa y decidida de nuestros intereses de clase. Además, el proletariado carece de toda tradición de lucha. La juventud proletaria sobre todo, la que más está sufriendo la actual situación y la que tiene un futuro más sombrío, está completamente desligada de toda la experiencia del movimiento obrero del pasado siglo, de sus gloriosos combates y también de sus graves derrotas.

Sin embargo, existe la posibilidad de que estas luchas esporádicas y aisladas, que las propias contradicciones de la sociedad capitalista generan a cada paso, se desarrollen hasta convertirse en un potente movimiento proletario que haga valer sus intereses mediante la fuerza organizada. Para ello pensamos que es necesario que las diversas organizaciones y grupos que se orientan hacia la defensa de los intereses de clase empiecen a entrar en contacto, que pongan en común sus experiencias, que se solidaricen entre sí, que la clase empiece a clarificar sus intereses, a conocer su pasado, así como la situación de sus compañeros de miseria en otras partes del globo. El Salariado pretende ser una contribución en este sentido.

Todo movimiento de clase necesita su prensa de clase, y la propia prensa también juega un papel como organizador colectivo dentro de aquel. Así pues, pensamos que un órgano de prensa como este se presta perfectamente a las necesidades actuales de un movimiento proletario que parece esbozarse pero que aún requiere de enormes esfuerzos para poder despuntar.

 

Las tareas y funciones que nos proponemos asumir se resumen en estos puntos:

  • Recopilar artículos que aparezcan en la prensa burguesa sobre las condiciones de vida del proletariado y sobre cuestiones económicas que permitan poner al corriente a los proletarios de los rudimentos de la economía capitalista.
  • Reunir los comunicados, tomas de posición, manifiestos, etc., publicados por las organizaciones de clase existentes, así como informar sobre las luchas que éstas lleven a cabo.
  • Analizar la sociedad capitalista y clarificar en ella los intereses del proletariado, así como reproducir las críticas al propio movimiento expresadas por las distintas corrientes que lo atraviesan.
  • Exponer la historia del movimiento obrero, de los diversos episodios de la historia de la lucha de nuestra clase, recogiendo la experiencia y las lecciones que transmiten toda esta tradición de lucha.
  • Informar sobre las condiciones de vida de la clase proletaria en otros países, así como de su situación política y de las luchas en las que el proletariado está involucrado allí.

 

La prensa de clase en defensa de los intereses del trabajo, pensamos que debe reflejar la realidad del propio movimiento proletario, con sus virtudes y defectos, pero que debe contribuir también a su desarrollo por todos los medios, entre ellos por supuesto la crítica. El Salariado está abierto, pues, a la colaboración de todo aquel que asuma como algo propio la defensa de los intereses de la clase explotada y la crítica de un régimen cuya organización del trabajo y de su pago arrastra inevitablemente a la gran mayoría de seres humanos a un pantano de miseria física y espiritual.